miércoles, 5 de junio de 2013

Bob Dylan – Sesiones de “Blood on the tracks” (Nueva York, Septiembre de 1974)



Personalmente creo que Blood on the tracks es la gran obra maestra de Dylan y, si bien sus álbumes de los 60 son soberbios (con el valor añadido de lo rompedor de su propuesta), fue aquí donde alcanzó su punto álgido como compositor y transmisor de emociones. El disco se grabó en dos fases y el contenido de este bootleg corresponde a la primera de ellas desarrollada en Nueva York entre el 16 y el 19 de septiembre (los datos que vienen en la grabación pirata dicen que se registraron entre el 16 y el 25, pero en mi opinión son más fiables las otras fechas).

Situándolo cronológicamente dentro de la biografía de Dylan hay que decir que se grabó durante su primera separación de Sara (su esposa en aquel momento) y en el se ve reflejada la turbulenta situación vivida y la fluctuación de sentimientos de amor y odio hacia su pareja. Se sabe que entró en los estudios que Columbia tenía en Nueva York el 16 de septiembre con Phil Ramone como ingeniero de sonido y que los músicos que le acompañaron fueron Tony Brown (bajo), Paul Griffin (órgano y teclados), Charles Brown III, Eric Weissberg y Barry Kornfeld (guitarras), Buddy Cage (steel guitar) y Richard Crooks (batería).

A lo largo de esos entre 3 y 9 días (varía según las fuentes consultadas) grabaron un total de 12 canciones, alguna de ellas en distintas versiones, y rápidamente se iniciaron los trabajos de postproducción. Cuando Dylan escuchó un primer corte del acetato original (prueba que se hace antes de empezar a fabricar los vinilos para ver como va a sonar el disco) se dio cuenta de que las sesiones de Nueva York no le acababan de satisfacer y que ese no era el sonido que deseaba para su disco, así que echo hacia atrás su publicación dejando a su discográfica compuesta y sin LP para el mercado navideño.

Fue precisamente en navidad, cuando regresó a Minnesota a visitar a la familia, el momento en el su hermano David Zimmerman, tras escuchar el disco, le animó a que volviese a grabar alguno de esos temas con músicos locales. Los días 27 y 30 de diciembre se encerró en los estudios Sound 80 de Minneapolis para grabar de nuevo las seis canciones que no le gustaban de las sesiones anteriores (“Tangled up in blue”, “You're a big girl now”, “Idiot wind”, “Lily, Rosemary and the jack of hearts”, “If you see her, say hello” y “Meet me in the morning”, aunque al final esta última no se incluyó y se mantuvo la grabada en Nueva York) y de inmediato se dio cuenta de que eso si era lo que andaba buscando. Tal vez en este hecho (temas de dos sesiones distintas y con músicos diferentes) se encuentre la grandeza del sonido del disco ya que su mezcla de blues y folk hace que en ningún momento un estilo u otro llegue a tomar el peso suficiente, surgiendo de ese binomio una sucesión de momentos mágicos que logran romper la monotonía que a veces tienen sus composiciones.


A toda prisa Columbia se puso manos a la obra y apenas 18 días después de terminar la grabación (el 17 de enero de 1975) se empezaban a vender las primeras copias. El disco logró el numero uno de ventas y con el tiempo ha sido reconocida como una de sus grandes obras (por ejemplo en la lista que elaboró la revista Rolling Stone sobre los 500 mejores discos de la historia ocupa el puesto 16, sólo superado por Highway 61 revisited en el 4 y Blonde on blonde en el 9). Una anécdota curiosa que refleja las dudas que acorralaban a Dylan en esos tiempos es que, tras haber escrito esas canciones a mediados de año y dado lo personal de su contenido, decidió consultar a una serie amigos para que le dieran su sincera opinión. El primero al que acudió fue a Neil Young en una visita a su casa en California y a este le siguieron unos cuantos más, y no deja de sorprender que por primera vez tuviese dudas sobre sus canciones. Lo normal es que su situación personal le estuviese provocando una gran inseguridad y que ante ella necesitase que otros le dijeran lo que él ya pensaba.

Lo que en un principio apareció como un bootleg lleno de tomas alternativas e inéditas (sólo la mitad de los cortes finales de Blood on the tracks corresponden a esas sesiones neoyorquinas), con los años ya no lo es tanto, ya que algunas de esas versiones han aparecido publicadas de forma oficial, con lo que el material desconocido para los fans se ha reducido considerablemente. Eso no quita, en cualquier caso, que estemos ante un documento imprescindible para conocer y comprobar de primera mano la forma de trabajar que tiene Dylan en el estudio ya que la misma canción de una toma a otra parece completamente distinta variando en algunos casos incluso la letra.


En la relación de temas (todos son tomas alternativas de los ya publicados) que aparece un poco más abajo sólo los que tiene un asterisco detrás permanecen inéditos. El resto han sido publicados a posteriori de la forma que a continuación indico: “Up to me” aparecio en 1985 en Biograph; “Tangled up in blue (take 1)”, “Call letter blues”, “If you see her, say hello (take 1)” se publicaron en 1991 en The Bootleg Series. Vol 1-3; “Shelter from the storm (take 1)” fue incluida en 1996 en la BSO de la película Jerry Maguire de Cameron Crowe; “Simple twist of fate” y “You're gonna make me lonesome when you go” pertenecen al corte del acetato original y son la misma versión que aparece en el oficial pero con una velocidad el 2% más rápida y por último “Buckets of rain” es idéntica a la que se incluyó en Blood on the tracks.

Existen dos tomas más de esas sesiones que no aparecen en este bootleg y que también han sido publicadas y se trata de otra versión alternativa de “Idiot wind” (en The Bootleg Series. Vol 1-3) y la versión que en principio se iba a editar de “You're a big girl now” (en Biograph) y que luego se rechazó.

Lugar: Columbia A&R Sudios, Nueva York.
Fecha: 16 al 25 - Septiembre - 1974
Título del bootleg: Blood on the tapes (the New York sessions)
Listado de canciones:
01 - Tangled up in blue (take 2) *
02 - Simple twist of fate
03 - You're a big girl now *
04 - Idiot wind (take 2) *
05 - You're gonna make me lonesome when you go
06 - Call letter blues
07 - Lily, Rosemary and the jack of hearts *
08 - If you see her, say hello (take 2) *
09 - Shelter from the storm (take 1)
10 - Buckets of rain
11 - If you see her, say hello (take 1)
12 - Tangled up in blue (take 1)
13 - Up to me

Texto publicado en la revista Tarántula

domingo, 12 de mayo de 2013

Nacha Pop – Madrid, 23-Abril-1979



De las distintas fuentes de las que suelen beber los bootlegs una de las que mejor calidad de sonido garantizan son las tomadas de conciertos emitidos por las emisoras de radio. En España, sin duda, es Radio 3 la que dispone de un archivo más completo e interesante con material de todos los artistas nacionales y gran parte de los internacionales que en los últimos 35 años han sido algo (y también los que no) dentro del panorama musical. Hoy, aprovechando que se cumple el cuarto aniversario de la muerte de Antonio Vega, echaremos mano de una grabación emitida por esta emisora y que recoge el concierto que Nacha Pop ofrecieron como teloneros de Siouxsie & The Banshees en abril de 1979.

Los orígenes del grupo hay que buscarlos en el Liceo Francés de Madrid donde estudiaban Nacho García Vega (guitarra), Carlos Brooking (bajo) y Jaime Conde (batería). Hacia 1977 en compañía de Amhed (guitarra), otro compañero, habían formado un grupo que llamaron Uhu Helicopter en el que hacían versiones de sus grupos favoritos (Led Zeppelín, Jethro Tull, James Taylor, America, Eagles, Jefferson Airplane, Grateful Dead o Neil Young). En esos primeros tiempos les benefició el gran ambiente cultural que existía en ese colegio gracias al cual pudieron dar sus primeros conciertos y se les abrió la puerta de otros lugares similares.

Un primo de Nacho, Antonio Vega, empezó a pasarse de vez en cuando por los ensayos del grupo y, a pesar de ser cuatro años mayor que ellos, tocaba la guitarra y le gustaba la música por lo que esos intereses comunes hicieron que sus caminos confluyeran. Poco a poco se fue sintiendo más a gusto con su primo pequeño y sus amigos y, lo que empezó como un entretenimiento cuando volvía de Valencia en los permisos de la mili, terminó con su incorporación definitiva cuando se instaló de nuevo en Madrid. Llegados a este punto es justo decir que, aunque Antonio era el que más talento tenía y mejor tocaba, probablemente el solo nunca habría llegado a nada. Necesitaba un lugar en el que desarrollar todo lo que llevaba dentro y eso lo encontró en el grupo de Nacho ya que, aunque sabia escribir canciones, en cuestiones organizativas (ensayos, promoción, infraestructura...) era nulo y en eso sus nuevos compañeros le superaban con creces. El, por el contrario, les aportó el grado de experiencia necesario para que una banda sea viable, aunque hay que reconocer que enseguida se punieron las pilas para alcanzar un nivel como instrumentistas más que aceptable. Todo esto provocó el cambio del nombre del grupo que desde entonces pasó a llamarse Nacha Pop.


Pero la importancia del Liceo Francés en el nacimiento de Nacha Pop no se limita a que sus miembros estudiaran en sus aulas y ese círculo habría que ampliarlo a otros personajes (amigos de sus hermanos mayores) que, llegado el momento, les dieron ese empujoncito hacia arriba que luego ellos supieron aprovechar. Rafael Abitbol, Gonzalo Garrido y sobre todo Mario Armero se dedicaron a pinchar en Onda 2 sus primeras maquetas que pudieron grabar gracias a los contactos que los García Vega tenían en Polydor. Todos los sábados Nacho, su hermano mayor y otros amigos de éste se pasaban por las oficinas de la discográfica a escuchar los discos que recibían del extranjero y daban su opinión acerca de cuales pensaban que podrían tener éxito si se editaban en España. Gracias a ese contacto pudieron grabar de una forma bastante aseadita cuatro temas en los estudios de la compañía en los tiempos muertos en que no lo hacían sus primeros espadas y a principios de 1979 comenzaron a sonar en las ondas junto a las de otros grupos nuevos de la capital.

Otro elemento fundamental, que no hay que pasar por alto, es que todos formaban parte de una clase media-alta lo que les había permitido, además de conocer a gente con cierta influencia, viajar a Londres para estudiar ingles y empaparse, entre otras cosas, de lo que a nivel musical estaba sucediendo allí. Su aspiración era sonar como los grupos de la new wave británica y no pararon de trabajar de forma a veces obsesiva en el local de ensayo hasta lograrlo. Gracias a eso consiguieron en el mundillo una imagen de profesionalidad que les situó en la línea de salida muy por encima del resto de los grupos de su generación que, en general, no le daban tanta importancia y que hizo que ninguno de ellos llegara a sonar nunca en directo como lo hacían Nacha Pop (hay quien cree que de ahí vienen parte de los celos que generaban en determinados sectores de la movida).

Ese hecho, unido al buen rollo del grupo con Polydor (al fin y al cabo allí habían grabado sus maquetas y estaban a punto de ficharles), hizo que fuesen los elegidos por la compañía como teloneros de Siouxsie & The Banshees cuando les trajeron a actuar para apoyar su lanzamiento en nuestro país. No era su primer concierto (habían tocado en colegios mayores, facultades y también en el Teatro Martín) pero si el estreno ante un gran aforo (unas 2000 personas) y sobre todo una importante prueba de fuego ya que iban a jugar en un terreno que se preveía hostil ante un público que no había pagado para verlos a ellos y, en el mejor de los casos, los consideraba el inevitable estorbo previo a la salida de los británicos.


La tarde del 23 de abril de 1979 se subieron al escenario del Teatro Barceló de Madrid cuando la sala aún estaba medio vacía y lo primero que llama la atención es su sonido que, aunque iría forjándose poco a poco, en este momento era el de un grupo de punk-pop, tocando de una forma cruda, con rabia y mucha convicción. Los que pudieron estar allí hablan de un momento mágico e intenso y las crónicas de la época se rinden a ellos y les ponen en la cabeza de los grupos que empezaban a despuntar en Madrid. Dentro del repertorio llama la atención que Sol de Caribe ya era el tema con el que cerraban sus conciertos, el tempo más lento con el que interpretan Chica de ayer y, sobre todo, la presencia de cuatro temas que un año después quedarían fuera de su primer LP y que aún permanecen inéditas.

Pero, al margen del éxito musical, la importancia de aquella noche en la vida de Nacha Pop fue que Hispavox puso sus ojos en ellos y, tras una rápida negociación, los ficha adelantándose a Polydor que seguía sin terminar de decidirse. Desde ese momento el funcionamiento en el seno de la banda empieza a cambiar. Antonio se vuelve definitivamente en un obseso de las cuestiones técnicas y el buen sonido, y si a eso le sumamos que es el que mejor toca y que empieza a tomar las riendas compositivas, la imagen de cara al exterior es que él es el líder indiscutible. Pero lo bueno que tuvo la banda es que Nacho era el nexo de unión por un lado entre su primo y el resto de sus compañeros y por otro de todos con el exterior, por lo que la simbiosis entre ambos y esa necesidad mutua hizo que pudieran avanzar y evolucionar tan rápidamente.

En septiembre grabaron las maquetas del que sería su primer disco y desde ese momento su nueva compañía prohibió que se siguiesen emitiendo las anteriores en la radio. El 2 de noviembre protagonizaron la inauguración de la sala El Sol y, aunque unos días después tuvieron que renunciar a abrir el concierto de Elvis Costello en Barcelona por un repentino ataque de apendicitis de Jaime, su situación era inmejorable para convertirse en la gran sensación musical de la siguiente década. La salida definitiva del batería y su sustitución por Ñete se produjo cuando les llegó el momento de entrar a grabar el disco y se dieron cuenta de que las bases rítmicas eran el punto más débil de las maquetas y necesitaban a alguien más solvente para dar el salto definitivo de calidad. Lo que sucedió partir de ese momento ya es historia, la de uno de los mejores grupos que hemos tenido, la de Nacha Pop.

Lugar: Teatro Barceló, Madrid.
Fecha: 23 – Abril – 1979.
Título del bootleg: Teatro Barceló 1979.
Listado de canciones:
01 - Presentación de la banda
02 - Gasoleo meo
03 - Día tras día
04 - Eres tan triste
05 - Mujer de cristal
06 - Chica de ayer
07 - Me va tu mama
08 - No pretendas
09 - 50 pop
10 - Sol del Caribe

Texto publicado en la revista Tarántula

miércoles, 24 de abril de 2013

Nick Cave & The Bad Seeds – Linz (Austria), 9-Octubre-1986



Atravesar “La puerta de atrás del paraíso” es entrar en un mundo vedado para unos pocos. La primera vez que se abrió esa puerta fue en julio de 1969 cuando en algunas tiendas de Estados Unidos apareció un extraño disco que, bajo el nombre de Great White Wonder, recogía una selección de temas inéditos de Bob Dylan. Desde entonces las grabaciones de esas canciones condenadas al olvido o de conciertos, momentos únicos que mueren una vez que se apagan las luces del escenario, se han convertido en objetos de deseo buscados por coleccionistas y amantes de la música que buscan matar el mono ante la ausencia de material oficial de sus artistas favoritos. Es discutible si es ético, al margen de su legalidad, hurtar al creador la capacidad para decidir que parte de su obra ve la luz y cual debe quedar guardada bajo llave. Lo innegable es que gracias a ellas se puede conocer mejor, para bien y para mal (siguiendo con Dylan es sabida su facilidad para descartar para sus discos canciones soberbias y publicar otras de una calidad bastante inferior), la forma de trabajar e incluso de ser de los artistas… Y eso es lo que trataremos con nuestras miradas furtivas por la rendija que nos deja esa puerta entreabierta del paraíso musical.

El momento en el que se enclava este primer concierto que comentaremos coincide con el del despegue definitivo de Nick Cave hacía un olimpo musical que, aunque todavía le costó un poco alcanzar, ya se veía como un camino de no retorno. Había aterrizado en Londres en febrero de 1980 procedente de Australia en compañía de los otros miembros de su grupo, The Birthday Party (Phill Calvert, Tracy Pew, Rowland S. Howard y Mick Harvey), con la esperanza de encontrar en la capital británica la comprensión que les había faltado en Australia. Por contra se dieron de bruces con una ciudad hostil que, a causa de la recesión económica y el talante excesivamente conservador de la inefable Margaret Thatcher, había dejado de ser el hervidero de música y cultura de años atrás para convertirse en el campo de batalla en el que el punk daba sus últimos coletazos y los sintetizadores y sonidos inofensivos dirigidos a las pistas de baile trataban de abrirse paso.

Pero a pesar de todo tuvieron suerte. En ese momento, tras la explosión un par de años antes de la New Wave, primaba la mediocridad y los grupos empezaban a repetirse por lo que no les resultó difícil hacerse con un hueco entre nombres del after punk y siniestros como The Cure, Bauhaus o Siouxsie & The Banshees. En cualquier caso no llegaron a adaptarse nunca ni a la ciudad ni al entorno así que, aunque habían publicado un par de discos y alcanzado su objetivo de vivir de la música, en 1982 deciden emigrar de nuevo e instalarse en Berlín, un lugar aparentemente amable y con una vida cultural más creativa y arriesgada. Llegados a este punto Calvert decide no cruzar el Canal de la Mancha y al poco tiempo, a causa de sus enfrentamientos con Cave y Pew, Howard también hace las maletas por lo que el proyecto, tocado de muerte por los abandonos y otros problemas internos, termina fracasando.

Dadas las circunstancias Nick Cave decide seguir en solitario y enseguida empieza a rodearse de algunos músicos con los que ya había trabajado o conocía y pretendía que fuesen algo más que una mera banda de acompañamiento. La primera formación de The Bad Seeds estaba compuesta por su antiguo compañero Mick Harvey, Blixa Bargeld (guitarrista de Einstürzende Neubauten), Barry Adamson y Hugo Race, y con ellos graba "From her to eternity", muy bien recibido por la crítica y los seguidores de su anterior banda que vieron una evolución coherente y no rupturista de su sonido. Su segundo trabajo, fuertemente influenciado por el blues y llamado “The firstborn is dead”, no recibió ese aplauso mayoritario, lo que unido a la pesadilla en que se convirtió la gira de presentación, hizo que rápidamente pasase página y se metiera de lleno en la preparación de un nuevo disco.

Bajo el nombre de “Kicking against the pricks” reunió una serie de versiones de sus temas y artistas favoritos interpretados, como no, desde su personal punto de vista. John Lee Hooker, Johnny Cash, Lou Reed o Roy Orbison son algunos de los que se vieron homenajeados por Nick y esta vez la opinión general volvió a coincidir de forma unánime y el respeto y admiración por la banda empezó a consolidarse entre prensa y público. Grabado a finales de 1985, los problemas por un lado con el estudio que secuestro las cintas hasta cobrar, y por otro con su discográfica que interpretó mal sus deseos y se vio obligada a repetir la portada una vez que estaba en las máquinas, hizo que su publicación se retrasase hasta septiembre del año siguiente.

En julio de 1986, decepcionado con la espera y para no perder el estudio que tenían reservado para realizar las mezclas del álbum de versiones, aprovecharon para grabar un nuevo álbum. “Your funeral... my trial” es el claro ejemplo de lo maravilloso que es el vinilo como formato y lo aséptico que resulta el CD. Editado como doble EP era la culminación de un antiguo proyecto en el que las canciones de cada uno de los discos tendrían conceptos totalmente diferentes. Así, mientras el primero es más espontáneo y concebido en el estudio con una atmósfera obsesiva y en plan experimental, el segundo refleja a la banda de forma más cruda y directa, tal y como sonaban sobre el escenario. Cuando unos años después se editó la edición en CD se cambio el orden de las canciones, se incluyó una para aumentar el minutaje y, evidentemente, no apareció en versión doble. Una vez más la industria pisoteaba el concepto original del artista.


La idea original de la discográfica era publicar en septiembre “Kicking against the pricks” y, para no saturar el mercado, dejar para el año siguiente la de “Your funeral...”, pero Cave se negó. Tras meses parado y dos discos bajo el brazo lo que le apetecía era tocar las canciones en las que había estado trabajando y no estaba dispuesto a esperar tanto tiempo. Acepto retrasar el segundo unos meses pero no la gira de presentación de ambos que tenía cerrada desde hacia tiempo y que le llevaría por algunos países de la vieja Europa y Estados Unidos.

En cualquier caso, para evitar que la brecha con la compañía se hiciera más grande, en la primera parte de la gira y hasta la publicación de “Your funeral…” dejó que el peso del repertorio recayera en las versiones, que mezclaba con un puñado de sus clásicos en unas relecturas de lo más interesantes y alguno de los temas nuevos para que sus seguidores fuesen abriendo boca. El concierto que hoy recomendamos pertenece a esta fase y, tanto por su calidad de sonido como por ser uno de los pocos de ese periodo del artista que se conservan íntegros, resulta una pieza imprescindible para cualquiera interesado en la obra de Cave. La gira fue un éxito y se prolongó hasta finales de año, aunque la noticia de la muerte de Tracy Pew destrozó a sus antiguos compañeros e hizo que estos últimos shows fuesen más oscuros si cabe.

Recién iniciado 1987 el cantante recibió la oferta del cineasta alemán Win Wenders para participar en “Wings of desire”, su nueva película, a lo que él aceptó encantado. Desde ese momento y con cada trabajo iría creciendo poco a poco su prestigio y número de seguidores hasta convertirse en lo que es ahora, un referente de la música de nuestro tiempo, padre de alguna de las tendencias existentes y uno de los creadores más personales y geniales que hoy en día se pueden encontrar.

Lugar: The Posthof de Linz (Austria)
Fecha: 9 - Octubre - 1986
Título del Bootleg: Black folder
Listado de canciones:
01 - I'm gonna kill that woman
02 - She fell away
03 - By the time I get to Phoenix
04 - Long time man
05 - Train-long suffering
06 - Knocking on Joe
07 - Jack's shadow
08 - Your funeral, my trial
09 - From her to eternity
10 - The singer
11 - All tomorrows parties
12 - The carnival is over

Texto publicado en la revista Tarántula

martes, 20 de diciembre de 2011

El último concierto de The Beatles


En muchos aspectos el Album blanco determinó y condicionó los siguientes pasos que dieron The Beatles en su carrera. Por un lado les había dejado creativamente secos (habían usado prácticamente todas las canciones que tenían) así que, a la hora de ponerse a trabajar en un nuevo disco, les tocó empezar prácticamente de cero. Además las interminables sesiones de grabación a lo largo de meses había hecho que trabajara cada uno sus partes al margen del resto de los miembros del grupo por lo que la unidad y buen rollo de la banda estaba empezando a hacer aguas.

Para su siguiente proyecto artístico decidieron buscar un punto de encuentro a las distintas propuestas que cada uno de ellos puso encima de la mesa. Lo primero que querían era recuperar la espontaneidad de la primera época y se planteo la posibilidad de preparar los temas nuevos en Abbey Road y luego grabarlos en una actuación en directo celebrada en un lugar especial (la primera idea fue en un barco por el Támesis aunque también se barajó un teatro griego, ante las pirámides de Egipto o en un hospital rodeados de niños enfermos). Harrison se opuso frontalmente por lo que al final decidieron encerrarse en los estudios cinematográficos de Twickenham durante varias semanas y registrar tanto en audio como en video todo lo que allí sucediese. Desde el nacimiento de una canción, a su grabación final pasando por el desarrollo, los ensayos, los arreglos...

La grabación de Get back (nombre previsto para el documental que iba a salir de esas sesiones) se inicio el 2 de enero de 1969 con la interpretación de Don't let me down y durante las dos siguientes semanas intentaron sacar adelante el proyecto que tenían en mente. El problema estaba en que ya no eran una unidad y la situación ayudaba poco a mantener la dinámica del grupo. Estaban acostumbrados a trabajar en largas jornadas que se prolongaban hasta la madrugada en los estudios de EMI en Abbey Road, por lo que esta grabación en sesiones de ocho horas, parte por la mañana y la otra por la tarde provocado por el convenio de los cámaras, no favoreció a que el grupo se encontrase a gusto. Además el estudio era frío y poco acogedor, y si bien mientras se les ve tocando todo parece ir de maravilla, cuando se ponen a hablar o a planificar como interpretaran una canción, empezaban a saltar chispas y cualquier tontería acababa en una gran discusión.

Lo cierto es que sólo McCartney parecía interesado en lograr un producto de calidad ante el pasotismo de sus compañeros y en especial de Lennon (siempre acompañado de su sombra). El 10 de enero tras una discusión con Paul, George anunció al resto que abandona el grupo ante lo que un John apático y un poco colocado reaccionó proponiendo traer a Hendrix o Clapton para sustituirlo. Al final la situación se recompuso y continuaron adelante, pero desde ese momento todos fueron conscientes que se habían abierto heridas entre ellos que serian difícil que cicatrizasen, al menos a corto plazo. En total fueron diez jornadas de trabajo en Twickenham y llegó un punto en el que se dieron cuenta que así no podían continuar. La ruptura del grupo estaba siendo captada por las cámaras y la situación empezaba a ser desagradable para todos. El 15 al poco rato de empezar a trabajar y por iniciativa de George, decidieron dejarlo y trasladar la grabación a los estudios de la sede de Apple en el 3 de Savile Row.

Dadas las circunstancias Harrison, que sabia que estaba en Londres como músico de Ray Charles, invitó al poco de retomar las sesiones al pianista Billy Preston (amigo del cuarteto desde 1962 cuando coincidieron en Hamburgo mientras teloneaban a Little Richard y este formaba parte de la banda del rockero americano) que lograría apaciguar las tensiones y que el barco llegara a buen puerto (aunque dio origen a una bronca entre John y Paul sobre la idoneidad o no de incorporarle a la banda como quinto beatle). El pianista tiene el honor de ser el único artista ajeno al grupo (junto a Tony Sheridan en su primerísima época) que reconocen en los créditos en uno de sus discos, concretamente en el single Get back que apareció como The Beatles con Billy Preston.

A la hora de comer del 30 de enero de 1969 John, Paul, George, Ringo y Billy se subieron a la azotea del edificio de Apple para dar el concierto que llevaban semanas ensayando, el primero desde su gira de 1966 por Estados Unidos y a la postre el último de su carrera... En las imágenes que se conservan se puede ver a los músicos bastante abrigados sobre la azotea y rodeados de cámaras, técnicos y personal de Apple que no quería perderse el final de la película. A lo largo de unos 42 minutos este es el repertorio que interpretaron:

1 - Get back (toma - 1)
2 - Get back (toma - 2)
3 - Don't let me down (toma - 1)
4 - I've got a feeling (toma 1)
5 - One after 909
6 - Dig a pony
7 - I've got a feeling (toma - 2)
8 - Don't let me down (toma - 2)
9 - Get back (toma - 3)

Según iban sonando los temas se ve como la gente empieza a asomarse a las ventanas de sus casas, a subir a los tejados aledaños o arremolinarse en la calle bajo el edificio, mirando hacia arriba y preguntándose que pasaba. Las cámaras colocadas estratégicamente en el entorno captan como empieza a aparecer la policía, como entran en la sede de la discográfica y como amablemente piden que se detenga el concierto. Posteriormente el grupo declaró que el cierre ideal de la película habría sido que los detuvieran pero por entonces ya eran demasiado conocidos para que se tomara una medida tan desproporcionada.

La última sesión fue al día siguiente aunque hasta más de un año después, con el grupo ya separado, estas canciones no vieron la luz. Sólo Get back (con Don't let me down de cara B) lo hizo como single en abril de ese año, obligando a cambiar el titulo previsto para el disco por el de Let it be. Antes del fin tuvieron tiempo de grabar una última obra maestra con George Martin (Abbey Road) y de entregar todas las cintas a Phil Spector para que acabase de estropear todo lo grabado en enero de 1969.

En 2003 y bajo el título de Let it be... naked apareció finalmente el disco tal y como había sido concebido inicialmente por la banda con la producción de Martin. En realidad daba un poco igual ya que todos los interesados lo habían oído y disfrutado en alguno de los bootlegs que circulan de esas sesiones y en el que su último concierto ocupa un lugar primordial. Al fin y al cabo fue la última ocasión que tuvo el mundo de ver actuando juntos al grupo más influyente de la historia de la música. Ahí es nada…


Texto publicado en la revista Culturamas

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Esta noche se reanuda la gira española de The Brew


Apenas habían pasado un par de minutos desde el final del concierto y los tres componentes de The Brew ya se encontraban en la puerta de la sala saludando a la gente que salía, haciéndose fotos con todo el que se lo pidiese y firmando entradas y discos. Esto sucedió el pasado sábado en Valladolid pero, por lo que luego me comentaron, es un ritual que repiten noche tras noche ya el show no termina hasta que el último espectador se ha marchado lo más satisfecho posible. Eso, que debería ser lo habitual, a mí me llamó mucho la atención porque por aquí estamos acostumbrados a escuchar las quejas de los músicos en lugar de verlos tomar ejemplo de acciones como esta. Nadie duda que después de dos horas sobre un escenario lo que apetece es descansar un poco y tomarse una cerveza tranquilo, pero con eso se pierde una magnífica ocasión de promoción y de quedar de maravilla ante tu público que al fin y al cabo es el que le da de comer.

Pero The Brew no son sólo una buena gestión de cara al exterior. En lo que realmente importa llama la atención lo buenos instrumentistas que son a pesar de la juventud de dos de sus miembros. Jason Barwick (22) es un soberbio guitarrista que a veces se pasa imitando las posturas clásicas de gente como Townshend, Page o Hendrix, pero ejerce con mucha solvencia y chulería su papel de frontman, mientras que Kurtis Smith (23) tras la batería carga con el peso de dar a sus conciertos ese ritmo incendiario que deja pasmados a los que los ven por primera vez. La tercera pata del proyecto, Tim Smith, es padre de Kustis y además del bajo se encarga de dirigir de una manera bastante coherente y acertada los pasos del grupo.

Hay que decir que tanto su primer disco (The Brew de 2006) como los tres que le han sucedido (The Third Floor, que ahora presentan, lo publicaron en septiembre), sin ser nada del otro mundo se escuchan con agrado y no son más que la excusa perfecta para seguir girando y demostrar sobre las tablas de lo que son capaces. Probablemente sean conscientes de esas limitaciones compositivas (que sobre todo recaen en papa Smith), pero también lo son de cual es su punto fuerte y a fe que saben explotarlo. El formato de trío se ajusta como un guante a esa mezcla de blues-rock que realizan y, aunque por momentos su música nos recuerde a Cream, The Who, Led Zeppelin, la Experience e incluso a los primeros Pink Floyd, han conseguido asimilar todos los ritmos que sonaban en el Reino Unido en la frontera de los sesenta y setenta para luego hacerlos suyos.

En los últimos años se han convertido en fijos de festivales veraniegos de toda Europa, recorrido varias veces el continente y sobre todo se han ganado el respeto de un mundillo a veces tan complicado como este. Esta noche, tras pasar por Pamplona, Logroño y Valladolid y dedicar unos días a la promoción, reanudan su gira española en la sala El Sol de Madrid. Aún quedan nueve ocasiones para poder disfrutar de ellos y cualquier amante de la música en directo no debería perdérselos. Es cierto que sólo garantizan un par de horas de alto voltaje musical pero, tal y como están las cosas, es más de lo que pueden ofrecer la gran mayoría. Las fechas que todavía tienen pendientes son:

• 9 de Noviembre – Madrid (El Sol)
• 10 de Noviembre – Zaragoza (La Casa del Loco)
• 11 de Noviembre – Terrassa (Faktoria d’Arts)
• 12 de Noviembre – Valencia (Durango Club)
• 14 de Noviembre – Santander (Black Bird)
• 16 de Noviembre – Vigo (La Fábrica de Chocolate)
• 17 de Noviembre – Pontevedra (Karma)
• 18 de Noviembre – A Coruña (Le Club)
• 19 de Noviembre – Gijón (Casino - Sala Acapulco)

Texto publicado en la revista Culturamas

viernes, 4 de noviembre de 2011

091, un destino sin cartas en la manga


Existen en la historia de la música de nuestro país pocas (¿ninguna?) formaciones que, con tanto material de calidad entre las manos, haya tenido peor suerte que 091. Como premio de consolación les queda haberse convertido en una banda de culto, idolatrada aún por los que la conocen aunque, por desgracia, absolutamente olvidados por casi todos los demás. Su origen hay que buscarlo en Granada a principios de los años 80 en las escisiones de dos bandas locales, TNT (de la que llegaron José Antonio García y Tacho González) y Al-Dher (José Ignacio Lapido) a los que se une Antonio Arias para completar un cuarteto que empieza a mezclar casi de inmediato el blues con el rock clásico de los 60 aderezado con unos toques punk.

Su debut discográfico se produjo en 1983 con un fantástico single (Fuego en la oficina / Llamadas anónimas) en el que desprendían toda su energía punk pero cuidando los arreglos y el acabado de las canciones. Todo esto no se vio refrendado un año después con un segundo single no tan contundente y su primer LP (Cementerio de automóviles) que, vistos los resultados, tal vez les llegó demasiado pronto. A pesar de tener algunos temas interesantes fracasa por una producción que acaba aniquilando la intensidad del álbum y no refleja (como le pasó a muchísimos grupos de la época) su sonido en directo. Un nuevo single les abre las puertas de una compañía mayor (pasan de DRO, que estaba empezando, a Zafiro) lo que unido a la relación de amistad que entablan con Joe Strummer de The Clash (que se ofrece a producir su siguiente trabajo) hace que piensen que por fin la suerte se va a aliar con ellos.

Más de cien lobos (1986) es para muchos su mejor disco y, aunque yo no acabo de tenerlo tan claro, es cierto que la colección de canciones que contiene es casi insuperable y no tiene desperdicio alguno. A Strummer lo habían conocido en Granada y consiguió definir el estilo del grupo introduciendo arreglos sencillos en una producción que se ajustaba mucho más al rotundo sonido del grupo en directo, lejos de ese toque gotiquillo que arruinó su debut. Era el disco y el momento para dar el gran salto, ya además que sus conciertos empezaban a ser rompedores y los que los conocían caían rendidos a sus pies. Pero la compañía, con su inexplicable política de dejar que otros hagan su trabajo, no mueve un dedo por ellos y sin promoción no consiguen traspasar la frontera del reducido círculo de seguidores que ya tenían. Evidentemente no pasa nada y, aunque es su trabajo más vendido con 15000 copias, Zafiro los da por perdidos.

A pesar de todo no se rinden y responden dos años después con Debajo de las piedras (1988), de nuevo con grandes canciones pero esta vez con una producción más blandita. De ahí extraen el single La torre de la vela que, de haber sonado en las radios comerciales, se habría convertido en un éxito seguro, pero la fortuna les sigue siendo esquiva y el milagro del boca a boca no se produce. Sus letras cada vez son más maduras y profundas lo que empieza a situarlos como un grupo de rock adulto siendo cada vez más apreciados por la crítica y un público musicalmente exigente que no busca hits pegadizos de consumo rápido.

Las relaciones con su discográfica se complican tras negarles la carta de libertad y no comprometerse a trabajar un poco en la promoción, así que vuelven a estar solos ante un destino que ven cada vez más negro. Toda esta situación se refleja en sus nuevos temas (Doce canciones sin piedad de 1989) en los que abandonan la luminosidad y vitalismo de anteriores entregas para volverse más oscuros y pesimistas. No afecta a su calidad, ya que vuelve a situarse muy por encima de lo que se estaba publicando en España en ese momento, pero su hartazgo empieza a ser una realidad que se percibe claramente en las pocas entrevistas que realizan. Suenan más duros, pero la poesía de Lapido empieza a adquirir unos tintes dylanianos que, con el tiempo, llevaría a que se los valorase más por sus letras que por su música.

Existe una grabación de Radio-3 perteneciente a esa gira en la que se puede comprobar lo contundentes que eran sus directos y que, como mínimo, sonaban igual de bien que Loquillo y Trogloditas, para muchos la mejor banda de rock and roll de los 80. La voz de José Antonio García ya suena con ese toque tan reconocible y personal, mientras que Tacho González (batería) y Antonio Arias (bajo) forman una base rítmica perfectamente conjuntada. Demuestran que tienen todo para abandonar el malditismo pero parecen condenados a el. Al final de esa gira Arias los abandona para formar Lagartija Nick por lo que su siguiente disco, El baile de la desesperación (1991), acabará siendo registrado como trío. El título del álbum y de algunos de sus temas son reflejo de la frustración en la que se encuentran sumidos y, aunque en lo musical no les pasa factura, en lo personal cada vez les afecta más.

Tras concluir su contrato con Zafiro, que en esta ocasión pasa de ellos con razón (sabían que iban a irse con otra discográfica), llegan a Polydor que busca un grupo con el que repetir el pelotazo de La Frontera. En 1993 publican Tormentas imaginarias pero los problemas de falta de promoción vuelven a repetirse y las buenas críticas que siguen recibiendo no son suficientes para cubrir sus expectativas (ni las de la discográfica) por lo que deciden intentarlo por última vez con una independiente granadina llamada Big Bang. Con Todo lo que vendrá después (1995) sucede como en el anterior, hay buenas canciones pero se nota que ya van con el piloto automático puesto repitiendo una y otra vez viejas fórmulas.

Se habían cansado de llamar a todas las puertas imaginables y sus cabezas estaban demasiado agotadas para tratar de dar un nuevo salto mortal. La única salida posible era separarse y tratar de buscar cada uno por su cuenta un nuevo camino. La noticia se hizo oficial cuando el 9 de enero de 1996 el diario Ideal de Granada en su sección de cultura titulaba a grandes caracteres: “091 se disolverán tras la gira de invierno”. Atravesaron España por ultima vez durante los meses de febrero, marzo y mayo de ese año visitando Jaén, Córdoba, Jerez, Úbeda (Jaén), Murcia, Albacete, Castellón, Valencia, Barcelona, Lérida, Madrid, Zaragoza, Valladolid (donde un servidor pudo entrevistarlos), León, Santiago y Macarena (Granada), donde bajaron definitivamente el telón tras dos apoteósicos conciertos el 17 y 18 de mayo.

Esas actuaciones fueron registradas y publicadas unos meses después bajo el título de Último concierto y son, además del broche perfecto para su carrera, un testimonio muy preciso de lo que fueron sus directos a lo largo de los más de 15 años que estuvieron juntos. Hoy por hoy esta es la única de sus grabaciones que puede encontrarse sin ningún problema (en la web de José Ignacio Lapido gracias a que fue reeditada con un DVD con motivo del décimo aniversario, pero el resto de su obra lleva años descatalogada. Con mucha suerte se puede encontrar alguno de sus viejos vinilos en alguna tienda de segunda mano (sólo se editaron en CD los tres últimos, un par de recopilatorios un poco cutres y el primero con un par de singles de bonus), pero el afortunado que lo haga deberá prepararse para rascarse los bolsillos porque, a causa de las poquísimas copias que circulan por ahí, su cotización es bastante alta. Por desgracia esta invisibilidad no ha ayudado demasiado a que salgan del baúl de los recuerdos, aunque al menos ha conseguido que lenta pero firmemente su leyenda haya seguido creciendo hasta nuestros días…

Texto publicado en la revista Culturamas

jueves, 20 de octubre de 2011

La Velvet de Nico


Antes de que Andy Warhol se cruzase en su camino la Velvet Underground ya existía. Tocaban a diario en el Café Bizarre de Nueva York y disponían de un repertorio propio que, por contrato, tenían que mezclar con versiones. Un par de años antes, en 1964, Lou Reed trabajaba como compositor a sueldo para la discográfica Pickwick Records y acababa de conseguir que le permitieran interpretar dos de sus composiciones. Para los conciertos de presentación contrataron a varios músicos para que lo acompañaran y uno de ellos era un galés llamado John Cale, con el que enseguida conectó y se puso a trabajar en otros proyectos una vez que se desvinculó de la disquera. Tras varios cambios de nombre y formación (a la que primero se sumó Sterling Morrison y más tarde Maureen Tucker), en noviembre de 1965 se subían por primera vez a un escenario bajo el nombre que, aunque en su momento no les dio la gloria, con el tiempo les ha hecho pasar a la historia.

Cuando a Warhol le recomendaron que se pasara a verlos por el local donde actuaban cada noche, ya había convertido a The Factory en un hervidero artístico y en el punto de referencia cultural y de vanguardia de Nueva York (en oposición a la psicodelia y el rock ácido que reinaban en San Francisco y la música de la costa oeste de Los Angeles que recuperaba y fusionaba el rock and roll clásico con el country y el blues). Andaba montando un espectáculo en el que pretendía integrar sobre un escenario todas las artes de tal manera que se mezclasen la proyección de alguna de sus películas con danza y música en directo, pero no conseguía dar con un grupo que pusiera música a sus ideas. Las dudas con las que se presentó duraron el tiempo que tardaron en empezar a tocar y pudo comprobar que ante sus ojos estaba sucediendo lo que antes sólo había estado en su cabeza.

La banda, por su parte, cada vez llevaba peor tocar en el Bizarre, un tugurio en el que los dueños no les comprendían y al público le importaba un pimiento lo que hacían. En el interés del artista vieron la puerta de salida a su situación y más después de ser despedidos por interpretar menos versiones de las estipuladas en su contrato (los dueños estaban hartos de ellos y vieron en esto la excusa perfecta). Ambas partes estaban condenadas a entenderse pero, antes de que la colaboración cuajara, tuvieron que superar un primer escoyo y éste tenía nombre de mujer.

Nico era una modelo alemana que estaba haciendo sus primeros pinitos como cantante bajo el manto protector del artista. Había grabado un tema que había escrito Bob Dylan para ella, pero necesitaba músicos que la acompañasen. La idea que Warhol planteó al grupo era que necesitaban una belleza física que contrarrestara el tipo de música que hacían y que lo mejor era colocar a una chica realmente hermosa como ella para capitanear tal anarquía sonora. Convencerles no fue fácil aunque al final, ante la oferta de ser su manager, un equipo completamente nuevo y colaborar estrechamente con ellos, decidieron ceder un poco y aceptaron adaptar el tono de algunas canciones para que ella pudiese interpretarlas y añadir su nombre al de la banda. Así nació la Exploding Plastic Inevitable: The Velvet Underground & Nico.

La primera aparición conjunta fue en marzo de 1966 y a penas un mes después entraban en los Scepter Studios de Nueva York para facturar su primer LP (posteriormente, en mayo, aprovechando una visita a Hollywood volvieron a grabar tres de las canciones en los T.T.G. Studios). La grabación se prolongo a lo largo de cuatro noches de las que dedicaron, las dos primeras a la grabación propiamente dicha, una a la escucha de todo el material y la última para la mezcla. El coste ascendió a unos 2000 dólares y fue el mismo grupo el que los pagó de su bolsillo.

Los únicos conflictos que se conocen durante estas sesiones tuvieron, como no, a Nico de protagonista. Para empezar Lou Reed no quería que ella participase ya que su presencia en la banda había venido impuesta y consideraba que se trataba de un disco únicamente de la Velvet y no de la EPI. Nuevamente la intercesión de Warhol, que acabó firmando el disco como productor, solucionó el problema aunque no eliminó la tensión. Un ejemplo es que cuando llegó el momento de cantar I’ll be your mirror (también interpretó Sunday morning, Femme fatale y All tomorrow’s parties) ella quiso hacerlo en un tono distinto al que el grupo deseaba. Evidentemente no cedieron y se la hicieron repetir una y otra vez hasta que se ajustó a lo que ellos querían.

El disco tardó un año en salir a la venta por problemas con la compañía (entre otros que prefirieron promocionar más el Freak out de Zappa) y dedicaron ese tiempo a girar por todo el país, pero los choques con la factoría de Warhol empezaron a surgir y la relación a tensarse más de la cuenta. También colaboraron en la grabación, composición y producción de Chelsea girls (primer disco de Nico en solitario) y ese conflicto de intereses entre la banda y la cantante fue lo que, a la postre, llevo al desencuentro definitivo. En mayo de 1967 propusieron al grupo dos conciertos en una gran sala de Boston pero, cuando informaron a la cantante de las fechas, esta les dijo que para esos días ya tenía comprometidos varios shows y que su carrera era lo primero. Debió cambiar de opinión, ya que la segunda noche se presentó en Boston, pero ya era tarde y no la dejaron subirse al escenario. Se ofendió y se marchó a Nueva York, y nunca más volvió a actuar con The Velvet Underground.

El epílogo de esta relación se produjo en París el 29 de enero de 1972. Al escenario de Le Bataclan se subieron esa noche Lou Reed, John Cale y Nico para interpretar, de forma acústica, seis canciones del álbum que hicieron juntos y algunas de sus respectivas carreras en solitario (aunque Lou aún no había publicado ningún disco). Su música nunca había sonado en directo en la vieja Europa (solo lo haría una vez mas en Londres y luego en la minigira-reunión de 1993), así que se esperaba que la actuación estuviese a la altura de las expectativas creadas. Por lo que se puede escuchar en el disco que se publicó en 2003 con la grabación de ese concierto, lo estuvo y pudieron así poner la guinda a una historia que, si bien quedo interrumpida demasiado pronto, el tiempo ha demostrado que es lo mejor que pudo pasar…

Texto publicado en la revista Culturamas