martes, 22 de junio de 2010

Robert Johnson: el pellizco del diablo


Robert Johnson sólo dejó 29 canciones escritas registradas a lo largo de cinco sesiones de grabación (12 de ellas tienen una toma alternativa). Las tres primeras se desarrollaron en una habitación del Hotel Gunter de San Antonio (Texas) los días 23, 26 y 27 de noviembre de 1936 y las otras dos en la trastienda de un almacén en Dallas (Texas) el 19 y 20 de junio de 1937, pero fueron suficientes para que el paso de los años le convirtieran en “el abuelo del rock and roll” por la influencia ejercida sobre artistas tan dispares como Bob Dylan, Jimi Hendrix, The Allman Brothers Band, John Fogerty, Johnny Winter, Led Zeppelin, Neil Young, The Yardbirds, Warren Zevon, The Rolling Stones, Jeff Beck, Eric Clapton, The White Stripes…

Su vida es un misterio y apenas se conocen de él unos pocos datos biográficos quedando el resto envuelto en una oscura nebulosa que el mismo se encargó de fomentar. Se cree (aunque también podría no ser así) que nació el 8 de mayo de 1911 en Hazlehurst (Mississippi) de una hija de esclavos (Julia Dodds) y un campesino (Noah Johnson) que se esfumó en cuanto se enteró del embarazo. Creció en la miseria viajando con su madre de un sitio a otro y sufriendo la crudeza de ser negro en un estado del sur pero, lejos de afectarle, supo sacarle partido a la situación y le sirvió para conocer a músicos como Charlie Patton o Son House que le apadrinaron y a los que empezó a acompañar. No va mucho a la escuela pero aprende a tocar primero la armónica y posteriormente la guitarra logrando con ella un estilo revolucionario que desde ese momento ha sido copiado hasta la saciedad (pellizcaba simultáneamente las cuerdas bajas para hacer el acompañamiento y, con un cuello de botella en el pulgar, las altas para el solo melódico)

A los 17 años se casó con Virginia Travis pero dos años después fallece junto al niño que esperaban lo que hace que su carácter taciturno se acentúe y se refugie en el alcohol y las mujeres (casi siempre mayores y casadas). Compagina el trabajo en los campos de algodón con la música pero un día desaparece y no vuelve a saberse nada de él hasta que un año después regresa con una forma de tocar desconocida hasta ese momento y que hace que nazca la leyenda. Al parecer en el cruce de la autopista 61 con la 49 en Clarksdale (otros lo sitúan en el de la 61 con la Carretera Jonestown en el camino hacia Friar’s Point donde solía actuar) se encontró con el diablo y le vendió su alma a cambio de interpretar el blues mejor que nadie. Por desgracia la realidad suele ser más aburrida que la ficción y lo más probable es que aprendiera la técnica mientras viajaba por el delta y durante un tiempo la fuese perfeccionando hasta que la empezó a utilizar una vez que la tuvo dominada.

Se puede decir que es el padre de la estructura de canción con una introducción musical, varias estrofas, solo instrumental, última estrofa y final, que es la más habitual dentro del rock aunque su influencia no se quedó ahí, ya que este desarrollo de la canción hizo que sus textos se tuvieran que ajustar a él, lo que le llevó a escribir versos con el mismo número de sílabas algo hasta ese momento atípico en el blues (normalmente en las plantaciones se utilizaba la improvisación de letras y melodías). Además su interés en buscar nuevas sonoridades le llevaron a usar todo tipo de afinaciones que finalmente hicieron de él uno de los artistas más influyentes y populares del momento al que se le empezó a conocer como “El Rey del Delta blues”.

La muerte le sobrevino el 16 de agosto de 1938 en Greenwood (Mississippi) y, como su vida, está llena de lagunas. Se cree que un marido celoso, dueño de un bar donde actuaba, le echo veneno en el güisqui por acostarse con su mujer, aunque también se ha dicho que fue la neumonía, el suicidio e incluso la sífilis las que acabaron con él, aunque como no se le hizo autopsia es imposible saber la verdad. Además y para redondear su misteriosa existencia, sólo se conocen dos fotos suyas (hace un par de años Vanity Fair publicó una supuesta tercera foto junto al también bluesmen Johnny Shines aunque su autenticidad es dudosa), por lo que si lo sumamos todo, su legado parece muy escaso en comparación con lo que posteriormente su obra significó, el nacimiento de algo tan grande como es el rock and roll… De ahí su grandeza.




Texto publicado en la revista Culturamas

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