Cuando una tarde de julio de 1954 Sam Phillips reunió en su estudio a Bill Black, Elvis Presley y Scotty Moore hacía tiempo que venía soñando con el rock and roll. Un par de años antes había fundado, en el 706 de la Union Avenue de Memphis, Sun Records con la intención de grabar a todo tipo de artistas sin que le importase ni la raza ni el estilo. Cabe recordar que en aquellos momentos existía una clara diferenciación entre la música que hacían los negros y la que hacían los blancos, quedando cada una de ellas restringida casi en exclusividad a su grupo racial correspondiente.
Empezó grabando a artistas negros con la esperanza de encontrar un nuevo sonido que, al margen de quién lo interpretara, pudiese gustar a todo el mundo. Sabía como sonaba en su cabeza y que se encontraba en algún lugar pero, por mucho que buscaba, no acababa de dar con ello. Al margen del mero negocio musical, en sus estudios cualquiera podía grabar un par de canciones para luego regalárselas a los amigos o familiares, lo que hizo que se convirtiera en un punto de reunión de músicos locales a los que Sam aprovechaba para contarles sus predicciones de por donde iría la música en los años siguientes.
Su teoría consistía en que había que despojar a las canciones de todos los arreglos superfluos que usaban las orquestas en ese momento, dejándolas lo más desnudas posibles con un simple esqueleto melódico y el músculo del ritmo. Pero además, para alcanzar el objetivo final, era clave que la frontera musical y racial se superase y encontrase un punto de encuentro entre el country de los blancos y el blues de los negros. Y si en un primer momento creyó que eso lo podría encontrar en artistas de color, con el tiempo se acabó convenciendo de que, para que ese sonido llegase a triunfar y hacerse mayoritario, tenía que buscar un blanco capaz de cantar como un negro.
Uno de los habituales del estudio era Scotty Moore, músico de acompañamiento en las grabaciones de Sun y con el que solía hablar sobre su idea de fusionar estilos para crear algo nuevo. Un día decidieron organizar una sesión para ver que salía y el productor le propuso llamar a un joven que unos meses antes había grabado un single para su madre. El chaval tenía una voz tremenda y podría ajustarse a lo que buscaba. Se trataba de Elvis Aarón Presley que, junto a Scotty y el bajista Bill Black, se reunió la jornada anterior a la grabación para consensuar el material que tocarían y cómo lo harían.
El día 5, 6 ó 7 de julio (dependiendo de la fuente consultada) se reunieron en el estudio los tres músicos y desde casi el primer momento las dudas que Scotty había manifestado a Sam sobre ese chaval parecieron confirmarse. Elvis cantaba bien pero ni de lejos aportaba ese cambio revolucionario que buscaba el productor. Con cada toma del tema que habían elegido para improvisar (“I love you because”) los resultados eran más frustrantes. Se cuenta que tras varias horas decidieron hacer un pequeño descanso y que, mientras el resto se tomaban un refresco, Elvis se quedó en el estudio jugueteando con la guitarra.
Libre de la presión de grabar con gente más o menos profesional, empezó a cantar un tema de Arthur Big Boy Crudup llamado That´s alright. Y lo hizo con alegría y energía, como si intentase espantar toda la frustración acumulada previamente, siguiendo el ritmo con su guitarra pero cantando con un sentimiento y una seguridad que le daban al tema un toque completamente distinto al exhibido hasta ese momento. Primero Bill y luego Scotty se unen a la interpretación. Sam, que se encuentra en la puerta, súbitamente se da cuenta de que por fin estaba escuchando lo que había estado soñando. Tras pedir al guitarrista que se ahorrara las florituras, les invitó a que volvieran a empezar y, cuando finalmente todos juntos escucharon la toma definitiva, se quedaron de piedra. Aquello no era ni blues, ni country, ni bluegrass. Aquello era algo nuevo. Aquello era rock and roll.
Esa misma noche Sam llamó al dj Dewie Phillips a su emisora para que cuando acabase su programa se pasase por el estudio para escuchar la canción. Sam pensó que, como Dewie era otro entusiasta y estudioso de la música, sabría identificar si That´s allright sería un éxito o no. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando tras escucharla tres veces se marchó a su casa sin decir nada. A primera hora de la mañana es Dewie el que llama a Sam Phillips: no había podido dormir en toda la noche y quería poner el tema en su programa.
“Ey, chicos, escuchad atentamente porque os voy a poner un disco nuevo. Bueno, en realidad ni siquiera es un disco, es sólo una maqueta que ha grabado Sam y que saldrá la próxima semana. Es de un chico de aquí, de Memphis, que se llama Elvis Presley. El tema es That´s allright y va a ser un éxito, dee-waw”.
El tema sonó 7 veces en las 3 horas de programa y el impacto fue total. El 19 de julio el single That´s allright / Blue moon of Kentucky llegaba a las tiendas como la referencia 209 de Sun Records y desde el principio es un gran éxito. Casi inmediatamente, Elvis, Scotty y Bill empezaron a actuar en directo para promocionarlo y Sam recorrió miles de kilómetros vendiendo el disco de tienda en tienda, por cadenas de jukebox y convenciendo a los dj´s para que lo pincharan en todas las emisoras posibles. Al final el esfuerzo mereció la pena.
Elvis grabó un total de 5 sencillos y 19 canciones para Sun Records, antes de que vendiera los derechos a la multinacional RCA. Desde ese momento la carrera del rey del rock fue meteórica. Mientras, el productor continuó con el trabajo en su estudio, al que empezó a acercarse gente como Carl Perkins, Johnny Cash o Jerry Lee Lewis buscando la piedra filosofal que Elvis Presley había encontrado entre esas cuatro paredes. Las cuatro paredes que fueron testigo de como a veces los sueños pueden hacerse realidad.
Texto publicado en la revista Culturamas
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