En apenas tres años, los que van de 1964 a 1967, el rock sufrió una transformación inimaginable cuando a finales de los 50 Elvis y Bill Haley terminaban de sentar las bases de ese nuevo sonido surgido de la evolución de la música negra de décadas anteriores. En poco tiempo se pasó del pop ligero de letras simplonas, la beatlemanía, los trajes de chaqueta con los que se vestían los artistas y los ritmos limpios y suaves a las largas melenas, la psicodelia, guitarras distorsionadas, las drogas y la fusión de todo tipo de músicas.
Los jóvenes empezaron a tomar las riendas de su vida al margen de lo que su entorno determinase y el rock fue el medio a través del cual todas esas ideas de ejercicio activo y consciente de las libertades individuales se transmitieron a toda esa generación rebelde. Ese cambio social y generacional necesitaba un hecho a partir del que esa revolución tomara identidad de forma homogénea y coherente, y ese evento fue el Monterrey Pop Festival en el que participaron casi todos los que darían forma al movimiento hippie, Mamas and The Papas, Jefferson Airplane, Simon and Garfunkel, The Steve Miller Band, The Byrds, Otis Reading, Janis Joplin, Grateful Dead… y por supuesto The Who y la Jimi Hendrix Experience.
La noche del domingo 18 de junio de 1967 entre 55000 y 90000 personas se reunieron frente al escenario principal para disfrutar de la última jornada del festival y comprobar que todo lo que se venia diciendo de esas bandas británicas era cierto (Hendrix tubo que exiliarse a Londres buscando la oportunidad que se le negaba en su país). En cualquier caso no llegaban los dos en las mismas circunstancias a Monterrey ya que, mientras The Who habían sido invitados tras una exitosa gira por Estados Unidos donde empezaban a hacerse un nombre, Hendrix lo hacia por imposición del mismísimo Paul McCartney que formaba parte del comité organizador y le consideraba el mejor guitarrista del mundo.
En el backstage, antes de la actuación, saltaron chispas cuando Hendrix y Pete Townshend se enfrentaron a la hora de decidir quien seria el encargado de cerrar la velada. Al final la suerte acompaño al genio de Seattle pero ambos se acusaron mutuamente, de forma airada y ante muchos testigos, de tramposos y de querer robar el protagonismo del show… Decir que este no era el primer enfrentamiento entre ambos ya que estaban picados desde unos meses antes (el 29 de enero) cuando en un concierto compartido en el Saville Theater de Londres (ese día la prensa tituló “Jimi Hendrix contra los Who”) se produjo un autentico choque de trenes en el que Keith Moon acabó con una ceja rota tras destrozar su batería y Hendrix dio un incendiario concierto que dejó a todos estupefactos.
A las 11 de la noche The Who saltaron al escenario y Eric Burdon los presentó diciendo “a continuación una banda que va a destrozaros de muchas más maneras de las que podáis imaginar…” Y así fue ya que, reconvertidos al estilo hippie con un look muy diferente al que venían usando, desde la primera nota se mostraron con una actitud bastante más agresiva de lo habitual manteniendo esa intensidad a lo largo de los seis temas que interpretaron (Substitute, Summertime blues, Picture of Lily, A quick one while he’s away, Happy Jack y My generation).
Cuando acababa la última canción, y mientras Daltrey agitaba el micrófono sobre su cabeza como si fuese un lazo, estallaron unas bombas de humo en el escenario y fue el pistoletazo de salida para el caos…. Pete Townshend empezó a golpear la guitarra contra el suelo y, como no se rompía, la arrojó contra la torre de los amplificadores como si de una lanza se tratase, mientras que Keith Moon siguió atizando a su batería hasta que la destrozó. Sólo John Entwistle se mantuvo impertérrito mirando a su alrededor como si la cosa no fuera con él y no conociese de nada a esos tipos enloquecidos con los que compartía escenario.
The Who habían ofrecido una de sus actuaciones más apocalípticas y acababan de reinventarse de una manera apabullante (ya no volverían a ser esos chicos mod), así que habían dejado el listón muy alto para que el hijo pródigo tratara de superarlo… Pero lo hizo… Sin la violencia tanto física como emocional de los británicos, la actuación de Jimi fue una de las mejores de toda su carrera. Los temas que interpretó fueron “Killing floor”, “Foxey lady”, “Like a rolling stone”, “Rock me baby”, “Hey Joe”, “Can you see me”, “The wind cries Mary”, “Purple haze” y “Wild thing”, mostrándose magnífico durante todo el concierto construyendo muy hábilmente el clímax final que llegó cuando al terminar la última canción vertió un poco de gasolina sobre la guitarra y la prendió fuego antes de hacerla pedazos. Fue un acto de pura destrucción que dejó al público pasmado por la incredulidad y la consciencia de estar asistiendo a un hecho que pasaría a los anales de la historia el rock como uno de sus momentos de máxima emoción…
Para los espectadores y la prensa el resultado de este enfrentamiento se saldó con tablas aunque con ligera ventaja para The Who, pero para los músicos que asistieron al evento (tanto participantes como invitados) Jimi Hendrix fue el absoluto vencedor, hasta el punto que Mama Cass se acercó a Pete cuando se producía el numerito de la guitarra incendiada para decirle “os ha robado el show, ¿eh Pete?”, a lo que este respondió afirmativamente aunque no sin cierta chulería la dijo que “si esto lo hace en mi país me habría liado a puñetazos con él, pero aquí el buen rollito de Monterrey me lo impide…”
Lo que nos ha quedado de esa noche, que más o menos se ha podido ver en distintos documentales y reportajes, es uno de los duelos más épicos y emotivos que se recuerdan sobre un escenario, con dos de los artistas más incendiarios de la historia realizando unos shows a la altura de los mejores que realizaron en su vida. Mientras, el público, se frotaba los ojos sin poder creer el maravilloso espectáculo del que estaban siendo testigos. La puerta de los Estados Unidos y del mundo se abría definitivamente para los dos grupos, aunque eso ya es otra historia…
Texto publicado en la revista Culturamas