Ayer, mientras buscaba información sobre el nuevo disco que Joaquín Sabina esta grabando en estos mismos momentos (y que en principio se va a titular “Vinagre y rosas”), me encontré en la web de Pancho Varona con este interesantísimo texto en el que, evocando la grabación de “Física y química”, cuenta la forma en la que elaboraban y organizaban los contenidos de un disco en los tiempos del LP (ahora con el CD y su espacio casi ilimitado estos asuntos no son tan importantes).
Hacía tiempo que no recurría a cosas escritas por otros, pero lo que he leído me ha gustado tanto y la defensa que hace del vinilo me ha parecido tan emotiva, que me apetecía compartirlo con los muchos o pocos que lean estas líneas. Para todos los interesados en Sabina creo que es imprescindible pasarse por el blog de Panchito ya que, al margen de la que hoy incluyo, hay bastantes entradas en las que cuenta curiosísimas anécdotas e interioridades de su relación con el maestro. Espero que os guste tanto como a mi.
VINILOS
En el pasado todo eran vinilos.
El otro día fui a la FNAC de Callao, Madrid, porque tenía encargado el Sgt. Peppers en vinilo y me llamaron para que fuera a recogerlo. Qué maravilla ese discazo en vinilo...! qué grandes y hermosas las caras, qué claras las letras, que preciosa superficie redonda negra, tan negra y brillante que deslumbra al mirarla!
Saqué el disco de la funda de papel y lo puse en el plato. Sonó la primera canción y lo volví a guardar en la funda de papel. Para que no se ralle. Mira que soy tonto... tantos años maltratando los discos, los vinilos, y ahora trato de cuidarlos, menudo gilipollas.
No tengo muchos vinilos, creo que no llegan a 500. Y no todos son de primera calidad. Hay mucha bazofia. Tengo alguna perlita pero nunca he tenido lo que se dice una buena colección. Tengo todo lo de la primera época de Joaquín y alguna rareza, algún maxi single. Pero estoy muy orgulloso de ellos. Porque son el principio de mi carrera. En el pasado todo eran vinilos.
El vinilo tenía ciertas características muy curiosas que, ahora, pueden parecer del jurásico. En una cara de un disco de vinilo sonaban bien cierto número de canciones, o, mejor dicho, cierto número de minutos de música, o, mejor dicho, cierto número de surcos.
Creo que la cifra mágica era 18. 18 minutos de música por cara era perfecto. Pero nadie sacaba un disco de vinilo con 18 minutos de música por cara... era impensable. Cada cara solía durar 20, 22, 24 o más minutos...y ahí empezaban los problemas. Porque pasados veintipico minutos, empezaba a sonar mal aquello... los surcos se comprimían mucho y aquello empezaba a sonar a rayos....así que había que medirlo todo con lupa.
Y empezaba la negociación. Y tenías que quitar canciones para que ocuparan menos minutos o cambiar las canciones de sitio, o dejar las peores canciones para la parte final de cada cara. Si aquello empezaba a sonar mal, que fuera en una canción menos importante.
Recuerdo perfectamente el caso de “Física y química”, uno de mis preferidos en la discografía de Joaquín. Había que abrir la cara A con "Y nos dieron las diez". Era descabellado que no fuera así, aunque yo apostaba por "La del pirata cojo" como primer single. Pero como la compañía y Joaquín apostaban por “Las 10” como primer single, se puso la primera de la cara A. Y decidimos que la del pirata abriera la cara B. La segunda canción de cada cara no solía ser un pelotazo. Ya que echabas toda la carne en el asador con la primera, te podías permitir una segunda canción menos importante y así ibas dosificando las importantes. Ahí pusimos "Conductores suicidas" que llegó a ser más importante pasados los años que cuando salió.
Pero ya llevábamos 10 minutos en dos canciones y había que tener cuidado porque 5 canciones podían durar 25 minutos y eso era mucho para una sola cara. “La chica Almodóvar” se colocó la tercera. Era una de las últimas canciones que había hecho Joaquín y estaba encoñado con ella. Además estaba deseando enseñársela a Pedro Almodóvar y la pusimos la tercera que era un lugar importante en la cara A de un vinilo. Luego pusimos "A la orilla de la chimenea" y buscamos un cierre movidito para la primera cara y que al mismo tiempo no nos supusiera un disgusto si se escuchaba un poco peor: "Todos menos tú", una canción fiestera, menos importante o trascendente que otras que exigían un mejor lugar y una mayor calidad de sonido. Hicimos la suma: 22 minutos y 46 segundos... mmmm... no estaba mal teniendo en cuenta que las canciones de Joaquín son infinitas en el espacio y en el tiempo, sobre todo en el tiempo porque duran una eternidad...! pero bueno, con casi 23 minutos estábamos en el límite pero no lo sobrepasábamos.
Para la segunda cara decidimos un principio apabullante: "La del pirata cojo". Luego decidimos cambiar el tono con "La canción de las noches perdidas" y el patito feo del disco (no para mí, que conste, pero me da la impresión de que sí para Joaquín): "Los cuentos que yo cuento" que, por cierto, llegó a tener con la misma música, la letra de "Medias Negras". Creo que ya os dije un día que hicieseis la prueba de cantar con la música de “Los cuentos” la letra de “Medias”... y ahí se ve. El siguiente plato fuerte del disco era "Peor para el sol" y la situamos en el cuarto lugar de la cara B. Por cierto, durante la grabación Joaquín invitó a Christina Rosenvinge para que cantara la parte de la chica en "Peor para el sol". Y llegó a cantarla pero la cosa no funcionó. Para que a ella le quedara bien de tono, Joaquín tenía que cantarla en un tono altísimo. Y era muy cómico oír a Joaquín cantando fuera de su tesitura, pobrecito mío...
"Amor se llama el juego" entró en penúltimo lugar y cerramos la cara B pasadísimos de tiempo con la fiestecita de "Pastillas para no soñar". Ahí ya valía todo porque el final apoteósico con la banda municipal de Getafe denotaba ambiente fiestero. Si sonaba peor por calidad de sonido, importaba menos dado que era el follón, el lío, la juerga.
Recuerdo que cuando grabábamos los coros de "Pastillas" Antonio y yo junto a Calamaro, teníamos que frenar a Andrés porque se quería comer el micro por la euforia y el buen rollo y las ganas de cantar y de participar. Pero habíamos pasado de 25 minutos!!!!!
En la compañía nos dijeron que estábamos locos y que "Pastillas" iba a sonar a rayos... daba igual, ese era nuestro orden y si sonaba un poco peor el final del disco, qué se le iba a hacer. Joaquín se negaba a quitar alguna canción para reducir el minutaje y creíamos que las caras estaban así mas compensadas. Tras este gran lío de la repartición de canciones por caras, llegaba el último proceso: el corte del acetato. Glups. Nunca hemos tenido ni puta idea de lo del corte del acetato. Pero hacíamos como si supiéramos.
Para que nos entendamos, nos daban una plancha de vinilo para que oyéramos cómo iba a quedar el disco tras el corte del plástico. Osea, ahí se veía si sonaba bien o si sonaba mal. Creo que nunca pusimos pegas porque no entendíamos. No teníamos ni puta idea de cómo debía sonar aquello. Pensábamos que sonaba bien y ya está.
A fábrica y a las tiendas.
Era una inmensa alegría pasar por la compañía y llevarte la primera copia de "Física y Química" en vinilo. Con esa foto maravillosa de Joaquín en la portada que está sin retocar. Por el interés de la información, repito: La foto de portada de Física y Química está sin retocar!
Y llegabas a casa acojonado por si ponías el disco en el plato y en "Pastillas" empezaba a sonar a rayos y a saltar la aguja... pero nunca pasó, por suerte. En el pasado todo eran vinilos. No hay nada comparable al sonido de un disco de vinilo en un plato. Nada comparable. Ni la tecnología digital ni sus muertos machacaos. Y la foto bien grande. Y las letras bien grandes. Y las canciones tan bonitas. Y vosotras tan guapas. Y vosotros tan vosotros.
Guitarrista insurgente Varona
Hacía tiempo que no recurría a cosas escritas por otros, pero lo que he leído me ha gustado tanto y la defensa que hace del vinilo me ha parecido tan emotiva, que me apetecía compartirlo con los muchos o pocos que lean estas líneas. Para todos los interesados en Sabina creo que es imprescindible pasarse por el blog de Panchito ya que, al margen de la que hoy incluyo, hay bastantes entradas en las que cuenta curiosísimas anécdotas e interioridades de su relación con el maestro. Espero que os guste tanto como a mi.
VINILOS
En el pasado todo eran vinilos.
El otro día fui a la FNAC de Callao, Madrid, porque tenía encargado el Sgt. Peppers en vinilo y me llamaron para que fuera a recogerlo. Qué maravilla ese discazo en vinilo...! qué grandes y hermosas las caras, qué claras las letras, que preciosa superficie redonda negra, tan negra y brillante que deslumbra al mirarla!
Saqué el disco de la funda de papel y lo puse en el plato. Sonó la primera canción y lo volví a guardar en la funda de papel. Para que no se ralle. Mira que soy tonto... tantos años maltratando los discos, los vinilos, y ahora trato de cuidarlos, menudo gilipollas.
No tengo muchos vinilos, creo que no llegan a 500. Y no todos son de primera calidad. Hay mucha bazofia. Tengo alguna perlita pero nunca he tenido lo que se dice una buena colección. Tengo todo lo de la primera época de Joaquín y alguna rareza, algún maxi single. Pero estoy muy orgulloso de ellos. Porque son el principio de mi carrera. En el pasado todo eran vinilos.
El vinilo tenía ciertas características muy curiosas que, ahora, pueden parecer del jurásico. En una cara de un disco de vinilo sonaban bien cierto número de canciones, o, mejor dicho, cierto número de minutos de música, o, mejor dicho, cierto número de surcos.
Creo que la cifra mágica era 18. 18 minutos de música por cara era perfecto. Pero nadie sacaba un disco de vinilo con 18 minutos de música por cara... era impensable. Cada cara solía durar 20, 22, 24 o más minutos...y ahí empezaban los problemas. Porque pasados veintipico minutos, empezaba a sonar mal aquello... los surcos se comprimían mucho y aquello empezaba a sonar a rayos....así que había que medirlo todo con lupa.
Y empezaba la negociación. Y tenías que quitar canciones para que ocuparan menos minutos o cambiar las canciones de sitio, o dejar las peores canciones para la parte final de cada cara. Si aquello empezaba a sonar mal, que fuera en una canción menos importante.
Recuerdo perfectamente el caso de “Física y química”, uno de mis preferidos en la discografía de Joaquín. Había que abrir la cara A con "Y nos dieron las diez". Era descabellado que no fuera así, aunque yo apostaba por "La del pirata cojo" como primer single. Pero como la compañía y Joaquín apostaban por “Las 10” como primer single, se puso la primera de la cara A. Y decidimos que la del pirata abriera la cara B. La segunda canción de cada cara no solía ser un pelotazo. Ya que echabas toda la carne en el asador con la primera, te podías permitir una segunda canción menos importante y así ibas dosificando las importantes. Ahí pusimos "Conductores suicidas" que llegó a ser más importante pasados los años que cuando salió.
Pero ya llevábamos 10 minutos en dos canciones y había que tener cuidado porque 5 canciones podían durar 25 minutos y eso era mucho para una sola cara. “La chica Almodóvar” se colocó la tercera. Era una de las últimas canciones que había hecho Joaquín y estaba encoñado con ella. Además estaba deseando enseñársela a Pedro Almodóvar y la pusimos la tercera que era un lugar importante en la cara A de un vinilo. Luego pusimos "A la orilla de la chimenea" y buscamos un cierre movidito para la primera cara y que al mismo tiempo no nos supusiera un disgusto si se escuchaba un poco peor: "Todos menos tú", una canción fiestera, menos importante o trascendente que otras que exigían un mejor lugar y una mayor calidad de sonido. Hicimos la suma: 22 minutos y 46 segundos... mmmm... no estaba mal teniendo en cuenta que las canciones de Joaquín son infinitas en el espacio y en el tiempo, sobre todo en el tiempo porque duran una eternidad...! pero bueno, con casi 23 minutos estábamos en el límite pero no lo sobrepasábamos.
Para la segunda cara decidimos un principio apabullante: "La del pirata cojo". Luego decidimos cambiar el tono con "La canción de las noches perdidas" y el patito feo del disco (no para mí, que conste, pero me da la impresión de que sí para Joaquín): "Los cuentos que yo cuento" que, por cierto, llegó a tener con la misma música, la letra de "Medias Negras". Creo que ya os dije un día que hicieseis la prueba de cantar con la música de “Los cuentos” la letra de “Medias”... y ahí se ve. El siguiente plato fuerte del disco era "Peor para el sol" y la situamos en el cuarto lugar de la cara B. Por cierto, durante la grabación Joaquín invitó a Christina Rosenvinge para que cantara la parte de la chica en "Peor para el sol". Y llegó a cantarla pero la cosa no funcionó. Para que a ella le quedara bien de tono, Joaquín tenía que cantarla en un tono altísimo. Y era muy cómico oír a Joaquín cantando fuera de su tesitura, pobrecito mío...
"Amor se llama el juego" entró en penúltimo lugar y cerramos la cara B pasadísimos de tiempo con la fiestecita de "Pastillas para no soñar". Ahí ya valía todo porque el final apoteósico con la banda municipal de Getafe denotaba ambiente fiestero. Si sonaba peor por calidad de sonido, importaba menos dado que era el follón, el lío, la juerga.
Recuerdo que cuando grabábamos los coros de "Pastillas" Antonio y yo junto a Calamaro, teníamos que frenar a Andrés porque se quería comer el micro por la euforia y el buen rollo y las ganas de cantar y de participar. Pero habíamos pasado de 25 minutos!!!!!
En la compañía nos dijeron que estábamos locos y que "Pastillas" iba a sonar a rayos... daba igual, ese era nuestro orden y si sonaba un poco peor el final del disco, qué se le iba a hacer. Joaquín se negaba a quitar alguna canción para reducir el minutaje y creíamos que las caras estaban así mas compensadas. Tras este gran lío de la repartición de canciones por caras, llegaba el último proceso: el corte del acetato. Glups. Nunca hemos tenido ni puta idea de lo del corte del acetato. Pero hacíamos como si supiéramos.
Para que nos entendamos, nos daban una plancha de vinilo para que oyéramos cómo iba a quedar el disco tras el corte del plástico. Osea, ahí se veía si sonaba bien o si sonaba mal. Creo que nunca pusimos pegas porque no entendíamos. No teníamos ni puta idea de cómo debía sonar aquello. Pensábamos que sonaba bien y ya está.
A fábrica y a las tiendas.
Era una inmensa alegría pasar por la compañía y llevarte la primera copia de "Física y Química" en vinilo. Con esa foto maravillosa de Joaquín en la portada que está sin retocar. Por el interés de la información, repito: La foto de portada de Física y Química está sin retocar!
Y llegabas a casa acojonado por si ponías el disco en el plato y en "Pastillas" empezaba a sonar a rayos y a saltar la aguja... pero nunca pasó, por suerte. En el pasado todo eran vinilos. No hay nada comparable al sonido de un disco de vinilo en un plato. Nada comparable. Ni la tecnología digital ni sus muertos machacaos. Y la foto bien grande. Y las letras bien grandes. Y las canciones tan bonitas. Y vosotras tan guapas. Y vosotros tan vosotros.
Guitarrista insurgente Varona
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