viernes, 19 de septiembre de 2008

David Bonilla: el disquero bueno

Ya que en un futuro no muy lejano me dedicare a criticar muy duramente a la industria , me gustaría empezar mostrando mi reconocimiento y admiración hacia David Bonilla de Dro, un personaje que ahora se me antoja imprescindible dentro del panorama musical patrio. El hecho de que su nombre aparezca vinculado a gente como Calamaro, Rot, el Loco o Quique González ya deja bien a las claras que la calidad y la independencia artística están presentes en su forma de entender el negocio.

En un mundo en el que lo único que parece importar (y más cuando hablamos de una multinacional) es el balance y cuenta de resultados, habría que levantar un monumento a los que aun siguen criterios estrictamente musicales a la hora de editar un disco. Creo que por obvio debería ser lo habitual, pero desgraciadamente no es así. Si tienes que hacer un disco deja que lo haga alguien que sepa de música y no se lo encargues a un especialista en números.

No le conozco personalmente y apenas hemos cruzado un par de llamadas telefónicas y unos mails, pero es un tío agradable y accesible, y me consta que se deja los cuernos por sus artistas. Además el hecho de que un sector tan rastrerillo como este todo el mundo hable bien de el es un indicio bastante claro de que estamos ante una rara avis. Y que coño, edita unos discos que cuando los ves en el estante de la tienda te apetece comprar por que sabes que el contenido es lo que el artista quería publicar, y el continente es lo suficientemente bonito para no deslucir entre tu colección de vinilos. Seguro que con más Bonillas la cultura rock en este país se acercaría mas a la británica, en la que se considera que es un arte y no algo que se consume y se olvida al mismo ritmo que te lo descargas y lo almacenas en el ipod.

1 comentario:

heriberto goticon dijo...

Soy Heriberto Goticón. A mí me parece bien que usted le de a los músicos modernos esos, pero sin dejar en el olvido a las más grandes glorias del arte musical, como el gran Bach, el divino Beethoven, el etéreo Mozart. Mientras usted no toque a estos egregios maestros, su blog no sólo será de medio pelo sino uno más en la grisura posmoderna de nuestro nuevo siglo. Y se lo dice un zahorí que percibe en usted al periodista innato, que quizá echó los dientes en alguna revista universitaria, veo en usted oficio, pasión, buenas maneras, y amor ilimitado por la música. Pero amplíe sus horizontes, amigo, no convierta su madurez en un segundo parvulario consentido.