miércoles, 24 de septiembre de 2008

De paseo por Hellville


Si no he entrado antes en el asunto del presunto plagio en el nuevo disco de Bunbury ha sido por el enorme respeto y admiración que le tengo. Además creo que no existe como tal, aunque hay mucho que matizar y lo haré un poco mas adelante. Durante su época "héroe" he de reconocer que nunca me interesó. Yo estaba en otra onda y si tuviese que mojarme diría que no me gustaba nada lo que hacia... Y así ha seguido siendo, ya que, a pesar de la reciente reunión, ni me he molestado en sentarme a escuchar nuevamente sus discos (los tengo y los escuche en su época, y si me llega el momento ahí están, pero por ahora...)

Creo que todo habría seguido igual si no llega a ser por una encerrona. Un amigo me dio una cinta sin título diciéndole que la escuchase sin prejuicios. Y lo hice, y no una si no tres veces seguidas... Y me convertí en devoto, primero de "Pequeño", y posteriormente, según iban saliendo discos, de toda su obra. Incluso, a pesar de una frustrante primera experiencia (para mi gusto destroza "Teching" en el penúltimo concierto de Piratas), caí rendido a su religión cuando por fin pude verlo en directo. Fue un 12 de noviembre de 2004 en el Freak Show, y comprobar como se metía a la gente en el bolsillo con un solo gesto, o el dominio de las tablas, de los tempos y los tiempos, o escuchar su torrente de voz, o la pedazo banda que era el "Cabaret Ambulante"... difícilmente podré olvidarlo.

Han pasado cuatro años y pico y muchas cosas desde "El viaje a ninguna parte", y tenia mucha curiosidad e incertidumbre sobre lo que podría encontrar en su nuevo disco. Todos los misterios ya se han resulto y puedo decir que me parece un trabajo fantástico. Llevo tres días sin parar de escucharlo y veo lejano el punto de saturación. Es mas, ya he encargado el doble vinilo (es precioso como puede verse en la web de alguna tienda on-line), y ansío la llegada del día en que pueda escuchar las cuatro canciones que me faltan y de disfrutar de los matices y la magia que me ofrece el tocadiscos...

Es por eso, y por el homenaje a Panero, su admiración a Gil de Biedma y la dedicatoria a Fernando Fernán-Gómez, que no entiendo como hemos llegado a este punto ni por que se niega a acreditar un par de versos ajenos. Si en "Doscientos huesos y un collar de calaveras" y "El hombre delgado que no flaqueará jamás" hay un par de líneas de Casariego se dice y punto. No dejan de ser unas palabras dentro de un tema de siete minutos, y nadie va a criticarle por eso. Creo que lo peor que puede hacerse es enrocarse como parece que está haciendo Enrique. En una entrevista poco afortunada en el diario El Mundo dice "No se nos mide por el mismo rasero a todos. No me parece bien señalar con el dedo, pero 'Donde habita el olvido', de Sabina, es Luis Cernuda" . Lo siento mucho me parecen unas palabras injustas y desafortunadas ya que en los créditos del disco "19 días y 500 noches" aparecía lo siguiente: "Donde habita el olvido, obviamente, debe su título a Luis Cernuda".Y no es la primera vez que lo hace ya que en 1987 en los de "Hotel, dulce hotel" escribía "El sagaz aficionado encontrará algún verso robado a Scott Fitgerald y Camilo José Cela (en Oiga Doctor"), a Manolo Tena (en "Mónica") y a Paco Umbral (en "Así estoy yo sin ti") "Besos de Judas" empezó siendo una versión libre de "Ta liberté" (J.P.Capdevielle). Años después la rehice olvidado del modelo y con un estribillo totalmente nuevo. Hoy soy el menos indicado para juzgar si aún queda en ella algo de Capdevielle. Sirva como homenaje en todo caso". Que no dude Bunbury que, si hubiesen tenido razones, al bueno de Joaquín le habrían despellejado vivo mucho más de lo que han hecho con el.

Llegados a este punto lo único que espero es que, cuando en unos días tenga por fin mi deseado vinilo entre las manos, ya sea en el encarte, o en un papelito o pegatina aparte (entiendo que los discos pueden llevar tiempo editados y fabricados), o simplemente en alguna declaración publica o entrevista, reconozca que esos versos pertenecen a otro autor. Si así no ocurre (supongo que le importará un pito), aunque continuaré amándole como artista (no puedo evitarlo, y el muy cabrón seguirá poniéndome los pelos de punta), pero me sentiré tan decepcionado, que la fe en su religión la habré perdido para siempre.

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