Por mucho que estemos acostumbrados a este tipo de movimientos por parte de las compañías de discos, no puedo dejar de indignarme cada vez que leo que tal o cual artista va a reeditar su último trabajo con algún tipo material de extra. La jugada es sencilla. Después de unos meses de la publicación del disco y tras dos o tres singles, ya todos los fans lo tienen y se han olvidado del pastón que se gastaron con el CD original. El artista, en el mejor de los casos, ha estado de gira por lo que no ha tenido tiempo de componer y no hay material nuevo (ni interesa ya que la época dorada de disco por año pasó hace mucho). Por otro lado la gente demanda más, así que la opción es obvia. Reeditan el mismo disco, meten unos temas nuevos (maquetas, versiones en directo, algún descarte...) y si hay suerte pican unos cuantos . Además, como la primera edición no puedes venderla al mismo precio y la pasas a serie media, aún consigues colocar alguna copia más.
Esto, que ya está prácticamente institucionalizado (incluso diría que ya se planifica que canciones irán en la primera edición y cuales en la segunda), algunas compañías lo hace con más clase que otras. Las más cutres (creo que los próximos son "El canto del loco") sacan el CD sencillo con los temas extras, los 40 minutos de duración pasan a ser 55 y ya está. Luego están los que, ya que te van a meter la clavada, al menos dan otro disco con descartes y temas en directo o un DVD con los vídeos y un concierto, por poner un ejemplo. En este punto me gustaría decir que GASA el subsello de DRO (al menos que recuerde sobre la marcha "Lo siento Frank" de Ariel Rot, "Eco" de Drexler y "Ciudades de paso" de Mikel Erentxun) a pesar de hacer esto, daba la posibilidad de comprar el material extra por separado, con lo que el comprador no tiene que comerse una segunda copia del disco que ya tiene... Y eso es de agradecer. Ahora se ha puesto de moda hacerlo con discos clásicos que, una vez que todos los viejos compradores han sustituido el vinilo por el nuevo formato, te los vuelven ofrecer con el caramelo de la remasterización (en general se hicieron grandes chapuzas en el paso de analógico a digital) y alguna joyita más a precios atracativos.
Y llegados a este punto me pregunto quien es aquí el malo de la película. Voy a poner un ejemplo extremo que hemos sufrido en el último año. Miguel Bosé publicó a principios de 2007 "Papito" en dos versiones: una sencilla y otra doble con los temas extras de los que hablaba antes. Hasta hay perfecto. Cuando lo vi aplaudí la decisión. Creo que la forma de cuidar al seguidor (el que espera el disco con deseo y va a comprarlo cuando sale) es ofreciéndole lo bueno en la primera edición y, el que no lo compre al principio, que se conforme luego con el CD pelado. Pero por desgracia para sus fans (entre los que gracias a dios no me encuentro) la sangría no había hecho más que empezar. Después de verano apareció el "Papitour" con el DVD del concierto de regalo; para navidades el pack de lujo con todos los formatos del disco y un bolsito de diseño de regalo; y rizando el rizo, a principios de este año, el "Papito TV" con el extra del programa especial que había hecho en navidades para la televisión pública. Cinco versiones distintas del mismo disco. ¡Ole sus cojones!
He de confesar que, a menos que me interese mucho un artista, últimamente suelo esperar unos meses para comprarme las novedades discográficas. Se que así, o me ahorro una pasta o me llevo el regalito sin sentirme atracado. Por suerte para mi la gente que hace que me lance a la tienda el mismo día que sale a la venta, no suele hacer perrerías de ese tipo y lo bueno lo dan al principio. No me creo que (siguiendo con el ejemplo de antes pero recordando que, por desgracia, no es ni mucho menos el único) alguien como Miguel Bosé no tenga nada que decir en la forma de vender su obra y todo sea culpa de la multinacional de turno. Si es así ya saben a quien tienen que pedir responsabilidades, ya que, si yo soy seguidor suyo puede estar seguro que, a partir de ahora me descargo de forma gratuita todo lo que saque. Y será al final, con todo el material en la calle cuando decidiré que me compro (y mucho más barato que si lo hago en el momento de salir).
Está muy bien que los artistas exijan el respeto y control sobre su obra a la hora de publicar lo que quieran, como quieran y con quien quieran, pero no estaría de más que ese mismo interés lo tuviesen en las condiciones en que se va a vender su producto. Por que si los que amamos la música y aún compramos discos empezamos a sentir que nos roban, que no harán los que consumen canciones como quien se come un paquete de pipas... Entiendo y considero imprescindible que un creador viva de su obra y que lo haga con holgura para seguir creando y dando satisfacción a los que le siguen, pero que lo haga sin aprovecharse de sus compradores. Por que la reflexión que se hace cualquiera es sencilla: entre que tu me atraques y atracarte yo a ti, me quedo con lo segundo. La gallina de los huevos de oro está muerta y yo, ni la he matado, ni pienso asumir ninguna responsabilidad al respecto...
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