Es fácil imaginar como un grupo de chavales deciden formar una banda en un lugar como San Sebastián para hacer canciones y cantarlas. La bahía de La Concha, el casco viejo, la playa de Gross, un paseo alrededor del Monte Urgull, el mar rompiendo en el peine de los vientos o las vistas de la ciudad desde el Igeldo..., son evocadores rincones capaces de inspirar al más frió de los corazones, por lo que es lógico que con un poco de talento y ganas de hacer cosas la magia tiene que surgir a borbotones por cualquier lugar. Y en esta ocasión lo hizo a principios de los 90 gracias a una serie de grupos que, bajo el paraguas del conocido como “Sonido Donosti”, fueron capaces de ponerle letra y música a todas las imágenes que nos pueden venir a la cabeza cuando pensamos en la capital guipuzcoana.
Ya he hablado de Family y he hecho referencia en alguna ocasión a Le Mans, Las Aventuras de Kirlian, El Joven Brian, AMA... pero de todos entre todos ellos, si tuviese que quedarme con uno solo, lo haría, sin duda, con La Buena Vida. Uno de lo primero que hay que decir es que los miembros de estos grupos (salvo alguna excepción muy concreta) no viven de la música. Todos tienen sus trabajos al margen para ganarse la vida, ya que difícilmente pueden mantenerse 6 personas dentro del circuito indie, y creo que este detalle sirve para engrandecer su carrera y su obra. Todo lo hacen por amor al arte, por que necesitan reunirse para escribir canciones, ensayar o simplemente escuchar un disco... Y luego el fin de semana a tirar millas para actuar allí donde se les reclame, siempre de buen humor aunque acaben de hacerse cientos de kilómetros en una furgoneta.
A lo largo de todos estos años han publicado “La Buena Vida” (1993), “Los mejores momentos” (1994), “Soidemersol” (1997), “Panorama” (1999), “Hallelujah” (2001), “Álbum” (2003) y “Vidania” (2006) en formato de disco grande, y como EP’s con temas no incluidos en los discos “Historia de un verano” (1992), “Mira a tu alrededor” (1994), “Magnesia” (1995), “Eureka” (2000), “Qué nos va a pasar” (2001), “Harmónica” (2002), “Los planetas” (2003) y “La mitad de nuestras vidas” (2006). Son muchos títulos y canciones para un grupo no profesional, y más si lo comparas con sus ilustres paisanos de las narices (o la orejas) que se dedican a la vida contemplativa y a mirarse el ombligo en los años que les sobra entre bodrio y bodrio.
Tal vez su punto flaco haya estado en el directo ya que a veces resulta difícil trasladar sobre un escenario los arreglos instrumentales y orquestales que incluyen en algunos de sus temas. Por mucho que quieran llevar esas partes pregrabadas o utilicen un teclado para intentar reproducir los sonidos, siempre que los he visto en vivo he sentido que el concierto cojeaba en algún punto que no sabría decir cual es pero que yo percibía claramente. Pero es tan poco lo criticable comparado con lo mucho que dan... Sólo por el hecho de atravesarse el país de punta a punta durante un fin de semana por cumplir su sueño de hacernos soñar a los demás y la coleccion de hermosas cancioncillas que han compuesto justifican una carrera.
Por el contrario sus discos son pequeñas joyas para disfrutar en soledad y dejar que sus delicadas melodías te arrastren donde uno quiera. Personalmente no creo que sean dulzones (el llamado “nocilla pop”) y, si bien es cierto que la melancolía sobrevuela toda su obra, no lo es menos que el cielo gris de Donosita fundiéndose en el horizonte con el mar no puede provocar otras emociones que no sean esas. Además, y para acabar de redondear sus trabajos, las portadas que Aramburu les ha hecho (de las mejores de la últimas dos décadas en España) se integran tan bien en la obra que continente y contenido viajan de la mano para conseguir un todo emocionante y precioso.
Hoy se ha conocido la noticia de que su vocalista, Irantzu Valencia, ha abandonado el grupo ahora que es inminente la aparición de su nuevo EP (marzo) y disco (abril). Al menos no harán el papelón de buscar otra cantante y Mikel Aguirre (que ya lo hacia en alguna canción) se encargara de las voces. Soy adicto a la buena vida, lo reconozco, y a pesar de todo lo ocurrido espero seguir siéndolo todavía durante muchos años...
Ya he hablado de Family y he hecho referencia en alguna ocasión a Le Mans, Las Aventuras de Kirlian, El Joven Brian, AMA... pero de todos entre todos ellos, si tuviese que quedarme con uno solo, lo haría, sin duda, con La Buena Vida. Uno de lo primero que hay que decir es que los miembros de estos grupos (salvo alguna excepción muy concreta) no viven de la música. Todos tienen sus trabajos al margen para ganarse la vida, ya que difícilmente pueden mantenerse 6 personas dentro del circuito indie, y creo que este detalle sirve para engrandecer su carrera y su obra. Todo lo hacen por amor al arte, por que necesitan reunirse para escribir canciones, ensayar o simplemente escuchar un disco... Y luego el fin de semana a tirar millas para actuar allí donde se les reclame, siempre de buen humor aunque acaben de hacerse cientos de kilómetros en una furgoneta.
A lo largo de todos estos años han publicado “La Buena Vida” (1993), “Los mejores momentos” (1994), “Soidemersol” (1997), “Panorama” (1999), “Hallelujah” (2001), “Álbum” (2003) y “Vidania” (2006) en formato de disco grande, y como EP’s con temas no incluidos en los discos “Historia de un verano” (1992), “Mira a tu alrededor” (1994), “Magnesia” (1995), “Eureka” (2000), “Qué nos va a pasar” (2001), “Harmónica” (2002), “Los planetas” (2003) y “La mitad de nuestras vidas” (2006). Son muchos títulos y canciones para un grupo no profesional, y más si lo comparas con sus ilustres paisanos de las narices (o la orejas) que se dedican a la vida contemplativa y a mirarse el ombligo en los años que les sobra entre bodrio y bodrio.
Tal vez su punto flaco haya estado en el directo ya que a veces resulta difícil trasladar sobre un escenario los arreglos instrumentales y orquestales que incluyen en algunos de sus temas. Por mucho que quieran llevar esas partes pregrabadas o utilicen un teclado para intentar reproducir los sonidos, siempre que los he visto en vivo he sentido que el concierto cojeaba en algún punto que no sabría decir cual es pero que yo percibía claramente. Pero es tan poco lo criticable comparado con lo mucho que dan... Sólo por el hecho de atravesarse el país de punta a punta durante un fin de semana por cumplir su sueño de hacernos soñar a los demás y la coleccion de hermosas cancioncillas que han compuesto justifican una carrera.
Por el contrario sus discos son pequeñas joyas para disfrutar en soledad y dejar que sus delicadas melodías te arrastren donde uno quiera. Personalmente no creo que sean dulzones (el llamado “nocilla pop”) y, si bien es cierto que la melancolía sobrevuela toda su obra, no lo es menos que el cielo gris de Donosita fundiéndose en el horizonte con el mar no puede provocar otras emociones que no sean esas. Además, y para acabar de redondear sus trabajos, las portadas que Aramburu les ha hecho (de las mejores de la últimas dos décadas en España) se integran tan bien en la obra que continente y contenido viajan de la mano para conseguir un todo emocionante y precioso.
Hoy se ha conocido la noticia de que su vocalista, Irantzu Valencia, ha abandonado el grupo ahora que es inminente la aparición de su nuevo EP (marzo) y disco (abril). Al menos no harán el papelón de buscar otra cantante y Mikel Aguirre (que ya lo hacia en alguna canción) se encargara de las voces. Soy adicto a la buena vida, lo reconozco, y a pesar de todo lo ocurrido espero seguir siéndolo todavía durante muchos años...
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