miércoles, 11 de febrero de 2009

El que este libre de pecado...

Tal vez sea un cascarrabias y busque pegas para todo, pero es que las tiendas de discos en general hacen su trabajo bastante mal. La ausencia casi total de sitios donde comprar música en mi ciudad hace que cada vez visite con mas frecuencia las grandes superficies y raro es el día que no salgo echando pestes. La verdad es que tengo la sensación que no tienen ningún interés en vender y que dedican un espacio a los discos como podrían hacerlo a las bolsas de plástico (si es que hubiese demanda)

Al margen del criterio con el que suelen estar colocados o la ausencia de preparación casi total del vendedor, lo peor llega cuando por fin tienes entre las manos el CD que te interesa. Para empezar te lo sueles encontrar protegido por una carcasa de plástico duro que en la parte de atrás tiene un gran logotipo del centro que suele tapar (¿Ley de Murphy?) parte los títulos de las canciones. Además si llevan el precio (que muchas veces no lo tienen y te toca acercarte a la caja para que un dependiente con gesto de contrariedad lo mire en el ordenador) la etiqueta es enorme y no te deja ver el resto de información de interés de la contraportada.

Llegados a ese punto a uno, que le gusta saber este tipo de cosas (seguramente mucha gente piense que lo que cuento es una chorrada y lo único que interesa conocer es el precio), no le queda más remedio que intentar separar un poco la carcasa para tratar de ver algo detrás de la marca de la tienda o levantar el precio, y es entonces cuando el encargado, que lleva un rato observándote, se acerca para preguntarte si buscas algo o hay algún problema... ¡Pues claro que lo hay!, le digo, y a continuación le planteo mi queja... Al final buenas palabras y gesto de incredulidad del vendedor que no entiende como le pueden tocar todos los raros a él.

Ya digo que no entiendo por que no facilitan al máximo al que compra la posibilidad de hacerlo en las mejores condiciones posibles ya que hay mucha gente (o alguna) a la que estos pequeños detalles les echa para atrás a la hora de comprar un disco (a menos que lo tenga claro y vaya a tiro hecho). Es evidente que lo que quieren es que pase el menor tiempo posible entre que ves el disco y decides comprarlo. Si alguien lo mira y remira tiene tiempo de pensar y de echarse atrás así que abreviando los plazos dejas todo en manos del impulso consumista que al final suele ganar.

Por desgracia esto que sucede en grandes comercios, con frecuencia también pasa en los pequeños que en teoría tienen una clientela más especializada y que busca algo que no sea el superventas de turno. Pero es que además estas tiendas pequeñas, en su gran mayoría, tienen la costumbre de pegar el precio y el logo directamente sobre la funda del disco con lo que al quitarla tienes e riesgo de que se lleve un trocito de cartón y se estropee la contraportada. Es decir en lugar de cuidar el producto ponen la primera piedra para que se deteriore.

Todo esto lo que me hace pensar es que no conocen al que compra su producto y que, si bien es cierto que hay mucho artista carente de talento que pretende vender mucho, que las discográficas son una mafia y dan asco, que los distribuidores son jetas que hacen que el precio se dispare y los compradores cada vez se descargan más cosas de internet, también lo es que el comerciante en la mayoría de los casos no está a la altura de las circunstancias. Todas las partes de cadena del negocio musical tendrían que mirar más hacia dentro y preguntarse que parte de culpa tienen en el desastre actual, y luego el que este libre de pecado...

1 comentario:

the ghotic dijo...

Estoy de acuerdo. Fíjese en Mastropiero, viejo conocido de la afición. Al principio, su costumbre de tener los discos desprecintados me parecía bárbara, antihigiénica, pero con el tiempo lo agradezco. Esa táctica te permite ver el disco del derecho y del revés , sacar el libreto, pedirle que como gurú nuestro hombre nos ponga el cd en su equipo para probar si nos convence su contenido. Todo son ventajas, familiaridad, sensación de estar como en casa amiga. Sí, ya sé que en esa tienda no hay casi nada de rock, pero no me negará la valía de la propuesta.