miércoles, 10 de junio de 2009

Tras el muro de Pink Floyd - II (El disco)

La semana pasada dejamos a los Pink Floyd tras haber decidido trabajar en la idea de Roger Waters de levantar un muro entre el grupo y su público. La base sobre la que había trabajado el bajista era que cada ladrillo que se iba añadiendo al muro representaba un momento se su vida, como la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial al poco de nacer, su relación con una madre muy protectora, el sistema educativo británico... Desde ese momento la historia se centra en los aspectos relacionados con el rock siguiendo la irrupción, éxito caída de una estrella de rock llamada Pink y que acaba imaginándose a si mismo como un dictador fascista capaz de dirigir a las masas a su antojo.

Ya comente que el concepto de la historia y las letras estaban muy bien trabajadas en las maquetas que Waters había grabado, aunque la cuestión musical dejaba bastante que desear y ese era el punto en el que deberían centrarse a la hora de trabajar. Al ser un álbum que tendría alrededor de 26 temas (más que la suma de los 3 discos anteriores) y debido a que el formato de los temas cambiaba completamente respecto a lo que habían hecho anteriormente, con buen criterio decidieron (es una forma de hablar y que el 90% de las decisiones las tomó Waters) contratar a alguien que les ayudara a poner en orden y dar cohesión a todo lo que querían contar, eliminara lo superfluo y pulir el material inicial tanto en lo musical como en la forma de contar la historia. El elegido fue Bob Ezrin.

La fase de preproducción fue muy dura y los enfrentamientos entre Waters y Gilmour fueron constantes. A estas alturas nadie niega que la colaboración del guitarrista y Ezrin fue determinante en el resultado final, no solo por todas las aportaciones que hicieron en casi todos los temas cambiándolos en muchos casos completamente, si no por que esa tensión permanente sobre la dirección que debía tomar las canciones hacían que Waters se creciera y apareciese con nuevo material que se iba incorporando al proyecto sobre la marcha. La parte del trabajo de desarrollar la idea del álbum y grabar las primeras versiones se realizó en los estudios “Britannia Row”, aunque los problemas financieros y con el fisco hicieron que para la grabación tuvieran que trasladar su campo de operaciones primero a Francia (donde se grabó casi todo el material) y posteriormente a Los Angeles (donde acabaron de grabar y se hicieron las mezclas).

Durante el periodo de grabación en Francia quedó claro que la tensión entre los miembros hacían difícil la convivencia entre ellos y más cuando tanto a Richard Wright como Nick Mason (como se le había dicho antes a Ezrin aunque al final con su trabajo se ganó el aparecer) se les informó que no figurarían como productores y no cobrarían nada en ese concepto. Otra victima de Waters en ese disco fue Storm Thorgerson al que, tras años diseñando las portadas de sus discos, no se le permitió participar en el proyecto. En su lugar (a pesar de que el trabajo de Thorgerson junto a Pink Floyd es simplemente soberbio y merece comentario aparte, vistos los resultados finales está claro que su sustitución fue un acierto) contrató al dibujante Gerald Scarfle que ilustró la parte interior del álbum con alguna de sus criaturas y la memorable imagen de los martillos desfilando y diseñó junto la funda exterior que es un simple muro en el que no aparece el nombre ni del disco ni del grupo y que impacta por su sencillez.

Pero la gran crisis no llegó hasta casi el final de la grabación cuando Wright fue despedido fulminantemente por Waters por preferir seguir de vacaciones a regresar a terminar el disco. Como ya he contado, la primera fase de la grabación (en Francia entre abril y julio) había sido complicada por la diversidad de criterios sobre el enfoque de las canciones, lo que había hecho que no se avanzase lo suficiente. En agosto todos se fueron de vacaciones con la idea de regresar en octubre pero, dado que el retraso que llevaban hacia que peligrasen los anticipos que habían cobrado para tener acabado el disco antes de noviembre, se decidió que había que regresar una semana antes cosa que el teclista no hizo. A pesar de ser una decisión personal de Waters, ni Mason ni Gilmour opusieron resistencia alguna, el primero por si él era el siguiente, y el segundo por que era consciente de su falta de implicación y lo veía como una rémora.

El final de la grabación me la imagino como el cierre de un periódico cuando a última hora se produce una noticia bomba. Cuando las carpetas ya estaban impresas con los títulos y las letras se realizaron algunos cambios de última hora lo que hizo que en la primera edición no coincidiese exactamente el contenido con lo que decía el continente. Además de que “Hey you” pasó del final de la cara 3 al principio, resultó que la cara 2 era demasiado larga y, al prensar el vinilo, el sonido perdía bastante calidad, por lo que decidieron eliminar “What shall we do now?” y sustituirla por “Empty spaces”, que tenia la misma música y que por ser una repetición de la misma idea había sido desechada.

Durante años el grupo se había negado a usar un single como forma de promoción, y preferían utilizar otro tipo de medios para hacerlo. Esta vez Ezrin logró logró convencerls de la necesidad de publicar uno como reclamo y el elegido fue “Another brick in the wall, part 2 ” que llegó al numero uno a ambos lados del Atlántico y se hizo muy popular por el coro de niños que gritaba que no necesitaban educación. El álbum se publicó en el Reino Unido el 30 de noviembre y 8 días después en Estados Unidos pero, lejos de ser el final de la historia de “The wall”, esta no había hecho más que empezar ya que en ese momento la banda ya estaba trabajando en el siguiente ladrillo. Dos meses después iban a comenzar su gira promocional en la que tenían planeado levantar físicamente un muro entre la banda y el público...

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