Con el disco ya en la calle, a Pink Floyd aún les quedaba la difícil tarea de difundir tanto la obra como su significado. Después de sus últimas experiencias en directo Waters decidió que esta vez no actuarían en grandes recintos por lo que se plantearon construir una gran carpa portátil con forma de babosa y 5000 espectadores de capacidad, para ir montándola en cada ciudad. El excesivo coste que supondría hizo que se desestimara el proyecto, por lo que buscaron recintos de tamaño mediano (entorno a 15000) que se ajustasen a las necesidades del montaje, y al final se decantaron por cuatro únicas sedes en las que actuarían varios días. Al final las fechas se cerraron así:
· “The Sports Arena” de Los Angeles - 6 conciertos entre el 7 y el 13 de febrero de 1980
· “The Nassau Colliseum” de Nueva York – 5 conciertos entre el 24 y 28 de febrero de 1980
· “Earls Court” de Londres – 6 conciertos entre el 4 y el 9 de agosto de 1980
· “Westfallenhalle” de Dortmund – 8 conciertos entre el 13 y el 20 de febrero de 1981
· “Earls Court” de Londres – 5 conciertos entre el 13 y el 17 de junio de 1981
Pero esto es el final de la historia ya que, lo que se encontraron los que asistieron a la primera representación de “The Wall”, hacia más de un año que había empezado a fraguarse en las primeras reuniones de Waters con el dibujante Gerald Scarfle en las que, además de la carpeta, le encargó que diseñase los títeres gigantes (el director de la escuela, la madre y la señora Pink) que utilizarían en los conciertos, y los dibujos animados que se proyectarían sobre el muro que servirían de ayuda para comprender la obra en toda su dimensión (y que también se usaron en la película). Durante ese año Scarfle contó con 20 dibujantes que se encargaron de hacer los dibujos aunque, como en un principio el estilo de estos era demasiado Disney, les costó arrancar.
En cualquier caso todo eso era secundario cuando lo que pretendían era tocar detrás de un muro que los separase del público. Se barajaron varios materiales aunque al final se decantaron por hacer los 340 ladrillos de cartón con un tamaño de metro y medio cada uno que, una vez montados tendrían un tamaño de 49 metros de largo por 11 de alto. Los responsables del escenario fueron Mark Fisher y Jonathan Park y el principal problema con el que se encontraron fue el como irían elevando y colocando cada pieza. Idearon un sistema de montacargas hidráulicos que, además de para izar los bloques, también usarían Waters y Gilmour en varias fases del show, y además la forma de derrumbar el muro al final sin causar daños y los sistemas de seguridad para el público y los trabajadores.
Los ensayos se desarrollaron a lo largo de 10 días en un estudio de cine de Culver City y luego pasaron varias semanas montándolo todo en el “Sports Arena” de Los Angeles. El tiempo se les echaba encima y el llevar a la práctica lo que habían ideado en un papel se hizo más complicado de lo que esperaban. Las animaciones, por ejemplo, finalmente tuvieron que hacerse en tres pantallas diferentes y por triplicado para abarcar la mayor parte del muro en lugar de una sola que fuese capaz de recubrirlo entero. Hasta cuatro días antes no se levantó el muro completo, y 24 horas antes de empezar el show tuvieron que contratar a un experto que solucionase todos los problemas de iluminación que estaban teniendo, lo que da idea del ajetreo y tensiones que se vivieron hasta el último minuto.
Al final todo salió bastante bien en el estreno aunque, como los operarios apenas habían tenido tiempo para entrenarlo y estaban poco rodados, tardaron 8 minutos más de lo debido (el ultimo ladrillo que colocaba Waters para cerrarlo definitivamente) en hacerlo, por lo que la banda tuvo que improvisar una pieza instrumental que habían esbozado por si surgía algún problema y tenían que usarla como comodín hasta que se solucionase. Otro accidente fue que cayeron unas telas que había en la parte alta del recinto y que se habían incendiado con los fuegos artificiales pero en general el resultado fue muy satisfactorio a pesar de que aún tenían muchas cosas por pulir.
Los conciertos empezaban con las fanfarrias de “In the Fresh?” y cuatro músicos con caretas haciendo que tocaban en primer plano del escenario mientras los originales se encontraban en un discreto segundo plano. La gente en principio pensó que se que trataban de Pink Floyd, aunque en realidad eran Endy Brown (bajo), Snowy White (guitarra), Willie Nelson (batería) y Peter wood (teclados) cuya labor era la de apoyar y sustituir a los originales en caso de necesidad. La primera parte del show se desarrollaba con la banda tocando mientras se levantaba pared que los iba ocultando poco a poco de la vista del público.
Después del descanso, con el grupo tras el muro, llegaba la hora de las proyecciones (antes habían sido en la clásica pantalla circular que usaban ellos), los títeres y algún momento espectacular como cuando se abría una parte del muro y aparecía una habitación de hotel en la que Waters cantaba “Nobody home” o el impresionante solo de “Comfortably numb” con Gilmour en lo más alto del muro y un foco a su espalda que hacia que su sombra se proyectase sobre todo el auditorio... El fin de fiesta se producía con la caída definitiva del muro y la interpretación de “Outside the wall”.
Se ha utilizado como crítica a los shows la excesiva rigidez del espectáculo y que los tiempos tan medidos para que todo encajase restaba frescura a la interpretación. Yo creo que a ese argumento se la puede dar la vuelta y aceptar que, más que un concierto de rock, aquello fue una auténtica representación teatral que, probablemente, ha sido el montaje más espectacular que se ha presentado nunca sobre un escenario. Y en este punto es donde hay que destacar nuevamente la presencia de un Gilmour que se ocupó de la dirección musical y de controlar y dirigir todo lo que sucedía detrás del muro.
El último ladrillo de esta entrada se lo quiero dedicar a Richard Wright que al final fue el único Floyd que ganó dinero con este montaje. En octubre de 1980 fue expulsado aunque se llegó al acuerdo de que participase en los conciertos como músico asalariado para luego desaparecer sin hacer ruido. Al final los altos costes del montaje hicieron que los gastos superasen a los beneficios por lo que los ya tres miembros del grupo tuvieron que hacer frente a las deudas. Como casi desde el principio se vio que eso iba a ser así, al final de la parte americana del tour la banda se plateó la oferta de dos millones de libras por hacer dos conciertos en el estadio RFK de Filadelfia. Bueno, se lo plantearon Gilmour, Mason y el manager ya que Waters se negó en redondo ya que el sentido original de “The Wall” era presentar una declaración en contra del rock de estadios. Al principio se revelaron y amenazaron con hacerlo ellos solos, pero al final y según palabras del bajista “no tuvieron cojones de hacerlo sin mi”... Al menos, aún no...
Pero antes de que ese momento llegase todavía tenían que hacer una película y adaptar y grabar su banda sonora. Esperaban que el éxito de publico y crítica viniese acompañado del beneficio económico ya que, tras el escándalo “Warburg” y las pérdidas en los conciertos, sus arcas estaban vacías aunque, para ser sinceros, hay que decir para ser justos que los derechos por sus álbumes (se seguían vendiendo a muy buen ritmo) nunca llegaron a amenazar su bienestar económico...
· “The Sports Arena” de Los Angeles - 6 conciertos entre el 7 y el 13 de febrero de 1980
· “The Nassau Colliseum” de Nueva York – 5 conciertos entre el 24 y 28 de febrero de 1980
· “Earls Court” de Londres – 6 conciertos entre el 4 y el 9 de agosto de 1980
· “Westfallenhalle” de Dortmund – 8 conciertos entre el 13 y el 20 de febrero de 1981
· “Earls Court” de Londres – 5 conciertos entre el 13 y el 17 de junio de 1981
Pero esto es el final de la historia ya que, lo que se encontraron los que asistieron a la primera representación de “The Wall”, hacia más de un año que había empezado a fraguarse en las primeras reuniones de Waters con el dibujante Gerald Scarfle en las que, además de la carpeta, le encargó que diseñase los títeres gigantes (el director de la escuela, la madre y la señora Pink) que utilizarían en los conciertos, y los dibujos animados que se proyectarían sobre el muro que servirían de ayuda para comprender la obra en toda su dimensión (y que también se usaron en la película). Durante ese año Scarfle contó con 20 dibujantes que se encargaron de hacer los dibujos aunque, como en un principio el estilo de estos era demasiado Disney, les costó arrancar.
En cualquier caso todo eso era secundario cuando lo que pretendían era tocar detrás de un muro que los separase del público. Se barajaron varios materiales aunque al final se decantaron por hacer los 340 ladrillos de cartón con un tamaño de metro y medio cada uno que, una vez montados tendrían un tamaño de 49 metros de largo por 11 de alto. Los responsables del escenario fueron Mark Fisher y Jonathan Park y el principal problema con el que se encontraron fue el como irían elevando y colocando cada pieza. Idearon un sistema de montacargas hidráulicos que, además de para izar los bloques, también usarían Waters y Gilmour en varias fases del show, y además la forma de derrumbar el muro al final sin causar daños y los sistemas de seguridad para el público y los trabajadores.
Los ensayos se desarrollaron a lo largo de 10 días en un estudio de cine de Culver City y luego pasaron varias semanas montándolo todo en el “Sports Arena” de Los Angeles. El tiempo se les echaba encima y el llevar a la práctica lo que habían ideado en un papel se hizo más complicado de lo que esperaban. Las animaciones, por ejemplo, finalmente tuvieron que hacerse en tres pantallas diferentes y por triplicado para abarcar la mayor parte del muro en lugar de una sola que fuese capaz de recubrirlo entero. Hasta cuatro días antes no se levantó el muro completo, y 24 horas antes de empezar el show tuvieron que contratar a un experto que solucionase todos los problemas de iluminación que estaban teniendo, lo que da idea del ajetreo y tensiones que se vivieron hasta el último minuto.
Al final todo salió bastante bien en el estreno aunque, como los operarios apenas habían tenido tiempo para entrenarlo y estaban poco rodados, tardaron 8 minutos más de lo debido (el ultimo ladrillo que colocaba Waters para cerrarlo definitivamente) en hacerlo, por lo que la banda tuvo que improvisar una pieza instrumental que habían esbozado por si surgía algún problema y tenían que usarla como comodín hasta que se solucionase. Otro accidente fue que cayeron unas telas que había en la parte alta del recinto y que se habían incendiado con los fuegos artificiales pero en general el resultado fue muy satisfactorio a pesar de que aún tenían muchas cosas por pulir.
Los conciertos empezaban con las fanfarrias de “In the Fresh?” y cuatro músicos con caretas haciendo que tocaban en primer plano del escenario mientras los originales se encontraban en un discreto segundo plano. La gente en principio pensó que se que trataban de Pink Floyd, aunque en realidad eran Endy Brown (bajo), Snowy White (guitarra), Willie Nelson (batería) y Peter wood (teclados) cuya labor era la de apoyar y sustituir a los originales en caso de necesidad. La primera parte del show se desarrollaba con la banda tocando mientras se levantaba pared que los iba ocultando poco a poco de la vista del público.
Después del descanso, con el grupo tras el muro, llegaba la hora de las proyecciones (antes habían sido en la clásica pantalla circular que usaban ellos), los títeres y algún momento espectacular como cuando se abría una parte del muro y aparecía una habitación de hotel en la que Waters cantaba “Nobody home” o el impresionante solo de “Comfortably numb” con Gilmour en lo más alto del muro y un foco a su espalda que hacia que su sombra se proyectase sobre todo el auditorio... El fin de fiesta se producía con la caída definitiva del muro y la interpretación de “Outside the wall”.
Se ha utilizado como crítica a los shows la excesiva rigidez del espectáculo y que los tiempos tan medidos para que todo encajase restaba frescura a la interpretación. Yo creo que a ese argumento se la puede dar la vuelta y aceptar que, más que un concierto de rock, aquello fue una auténtica representación teatral que, probablemente, ha sido el montaje más espectacular que se ha presentado nunca sobre un escenario. Y en este punto es donde hay que destacar nuevamente la presencia de un Gilmour que se ocupó de la dirección musical y de controlar y dirigir todo lo que sucedía detrás del muro.
El último ladrillo de esta entrada se lo quiero dedicar a Richard Wright que al final fue el único Floyd que ganó dinero con este montaje. En octubre de 1980 fue expulsado aunque se llegó al acuerdo de que participase en los conciertos como músico asalariado para luego desaparecer sin hacer ruido. Al final los altos costes del montaje hicieron que los gastos superasen a los beneficios por lo que los ya tres miembros del grupo tuvieron que hacer frente a las deudas. Como casi desde el principio se vio que eso iba a ser así, al final de la parte americana del tour la banda se plateó la oferta de dos millones de libras por hacer dos conciertos en el estadio RFK de Filadelfia. Bueno, se lo plantearon Gilmour, Mason y el manager ya que Waters se negó en redondo ya que el sentido original de “The Wall” era presentar una declaración en contra del rock de estadios. Al principio se revelaron y amenazaron con hacerlo ellos solos, pero al final y según palabras del bajista “no tuvieron cojones de hacerlo sin mi”... Al menos, aún no...
Pero antes de que ese momento llegase todavía tenían que hacer una película y adaptar y grabar su banda sonora. Esperaban que el éxito de publico y crítica viniese acompañado del beneficio económico ya que, tras el escándalo “Warburg” y las pérdidas en los conciertos, sus arcas estaban vacías aunque, para ser sinceros, hay que decir para ser justos que los derechos por sus álbumes (se seguían vendiendo a muy buen ritmo) nunca llegaron a amenazar su bienestar económico...
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