Hoy mi niña rockera ha cumplido cuatro añitos y para celebrarlo quería fotografiarla con la portada del primer disco de Neil Young. El problema ha surgido cuando al verla ha dicho que no la gustaba (cría cuervos…) y que prefería hacérsela con la del primer álbum de Harla Horror (un grupo vallisoletano más que recomendable) que, al parecer, se ajusta más a sus preferencias. Me autoengaño pensando que la resaca de Halloween está demasiado cerca y que la sensación de miedo, a pesar de todo, a los pequeñajos les suele poner, pero la realidad es bien distinta.
Desde muy niña las chapas que se llevaba cuando íbamos a “Charly blues” eran las de The Cramps, Misfits o Dinosaurs Jr (y la provocadora lengua de los Stones), sus heroínas no son las princesas de las películas de Disney si no Cruella De Vil, la madrastra de “La cenicienta” y las brujas de “La sirenita”, “Blancanieves” y “La bella durmiente”, y si de elegir una portada se trata cuanto mas siniestra y oscura sea a ella la gusta más... Alguno estará pensando que vistos los precedentes en unos años me puedo encontrar en una situación parecida a la de ZP con sus hijas, y aunque no se puede descartar nada, la ropa que la gusta ponerse (la tía ya la quiere elegir y encima lo hace con criterio) y la música que me pide escuchar, de momento, me hacen respirar tranquilo y pensar que sólo se trata de algo pasajero.
Pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy si no de la primera experiencia de la niña rockera en un estudio de grabación. La verdad es que en el momento de estar allí se mostró más bien fría, como si lo que estuviese haciendo y viendo fuese el pan suyo de cada día, pero con el paso del tiempo cada vez que lo recuerda lo hace diciendo que quiere volver para grabar ella sus canciones. La cosa es que en las galerías comerciales donde se encuentra el “Charly blues” (recuerdo que es la tienda de discos de segunda mano a la que voy cada semana con mis niñas), hay también un pequeño estudio de grabación, y hace tres semanas cuando volvíamos de comprar la puerta se encontraba entreabierta y al oír que salía música de dentro se coló.
Yo me quedé indeciso sin saber muy bien que hacer (estaba con la pequeña dormida en su sillita), y cuando al cabo de un minuto mas o menos decidí asomar la cabeza por la rendija de la puerta me la encontré con un micrófono agarrado en una mano y con la otra golpeando uno de los tambores de la batería mientras una chica y tres chicos la rodeaban mientras la hacían preguntas…
- ¿Te gusta cantar?
- Si
- ¿Y quién te gusta más los lunnis o el cantajuegos? (aquí el chaval dio muestras de conocer el terreno del entretenimiento infantil)
- Los dos y también Bob Dylan y Pink Floyd (evidentemente la aburren, pero la tengo bien educada y sabe lo que tiene que decir)
- ¡Joder con la niña!...
Entonces levanto la cabeza y a través de la cristalera me vio y me dijo que la mirase que iba a cantar una canción, mientras a grito pelado empezaba a entonar con el micrófono en la boca eso de “Tu que eres tan guapa y tan lista, tu que te mereces un príncipe o un dentista…” ante la sonrisa de todos los allí presentes. Salimos con los bolsillos llenos de caramelos y la invitación del técnico a que nos pasásemos a verle también a él en nuestra siguiente visita para comprar discos, aunque luego (para decepción de la niña rockera) las tres veces que hemos vuelto a pasar por delante del estudio este se encontraba cerrado. La he contado que en sitios como esos se graban los discos que tenemos en casa y eso no ha hecho más que aumentar su deseo de volver, aunque de momento me temo que la tocará esperar…
Podría contar alguna anécdota más como su descubrimiento del video (me pide que la grabe cantando con el móvil) o que ya es capaz de reconocer a Dylan por su voz (la pongo varias canciones de distintos artistas y es capaz de decirme cual era la del contutor de Duluth), pero es tarde y me toca madrugar así lo dejo hasta el próximo mes, que ya será navidad y, para mi desgracia, en lo musical los villancicos volverán a reinar...
Desde muy niña las chapas que se llevaba cuando íbamos a “Charly blues” eran las de The Cramps, Misfits o Dinosaurs Jr (y la provocadora lengua de los Stones), sus heroínas no son las princesas de las películas de Disney si no Cruella De Vil, la madrastra de “La cenicienta” y las brujas de “La sirenita”, “Blancanieves” y “La bella durmiente”, y si de elegir una portada se trata cuanto mas siniestra y oscura sea a ella la gusta más... Alguno estará pensando que vistos los precedentes en unos años me puedo encontrar en una situación parecida a la de ZP con sus hijas, y aunque no se puede descartar nada, la ropa que la gusta ponerse (la tía ya la quiere elegir y encima lo hace con criterio) y la música que me pide escuchar, de momento, me hacen respirar tranquilo y pensar que sólo se trata de algo pasajero.
Pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy si no de la primera experiencia de la niña rockera en un estudio de grabación. La verdad es que en el momento de estar allí se mostró más bien fría, como si lo que estuviese haciendo y viendo fuese el pan suyo de cada día, pero con el paso del tiempo cada vez que lo recuerda lo hace diciendo que quiere volver para grabar ella sus canciones. La cosa es que en las galerías comerciales donde se encuentra el “Charly blues” (recuerdo que es la tienda de discos de segunda mano a la que voy cada semana con mis niñas), hay también un pequeño estudio de grabación, y hace tres semanas cuando volvíamos de comprar la puerta se encontraba entreabierta y al oír que salía música de dentro se coló.
Yo me quedé indeciso sin saber muy bien que hacer (estaba con la pequeña dormida en su sillita), y cuando al cabo de un minuto mas o menos decidí asomar la cabeza por la rendija de la puerta me la encontré con un micrófono agarrado en una mano y con la otra golpeando uno de los tambores de la batería mientras una chica y tres chicos la rodeaban mientras la hacían preguntas…
- ¿Te gusta cantar?
- Si
- ¿Y quién te gusta más los lunnis o el cantajuegos? (aquí el chaval dio muestras de conocer el terreno del entretenimiento infantil)
- Los dos y también Bob Dylan y Pink Floyd (evidentemente la aburren, pero la tengo bien educada y sabe lo que tiene que decir)
- ¡Joder con la niña!...
Entonces levanto la cabeza y a través de la cristalera me vio y me dijo que la mirase que iba a cantar una canción, mientras a grito pelado empezaba a entonar con el micrófono en la boca eso de “Tu que eres tan guapa y tan lista, tu que te mereces un príncipe o un dentista…” ante la sonrisa de todos los allí presentes. Salimos con los bolsillos llenos de caramelos y la invitación del técnico a que nos pasásemos a verle también a él en nuestra siguiente visita para comprar discos, aunque luego (para decepción de la niña rockera) las tres veces que hemos vuelto a pasar por delante del estudio este se encontraba cerrado. La he contado que en sitios como esos se graban los discos que tenemos en casa y eso no ha hecho más que aumentar su deseo de volver, aunque de momento me temo que la tocará esperar…
Podría contar alguna anécdota más como su descubrimiento del video (me pide que la grabe cantando con el móvil) o que ya es capaz de reconocer a Dylan por su voz (la pongo varias canciones de distintos artistas y es capaz de decirme cual era la del contutor de Duluth), pero es tarde y me toca madrugar así lo dejo hasta el próximo mes, que ya será navidad y, para mi desgracia, en lo musical los villancicos volverán a reinar...
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