lunes, 30 de noviembre de 2009

El daiquiri musical del Sr. González

Llevo tiempo queriendo escribir una crítica al último disco de Quique González pero últimamente ando poco inspirado. Me he sentado varias veces delante del ordenador y frente a una hoja en blanco, pero en ningún momento el resultado de lo obtenido se acerca a lo que me habría gustado contar. Simplemente no me sale, y eso que tengo bastante clara mi opinión sobre su “Daiquiri blues”. Las musas han pasao de mí (que cantaba Serrat)… No me siento fino y aunque lo intento no me ocurre nada... Así de triste…

Hoy todo ha cambiado aunque por desgracia no ha sido por méritos propios si no porque en el número de diciembre de la revista “Ruta 66” he leído la crítica que Eduardo Izquierdo hace del disco y esta se ajusta bastante a la idea que yo quería transmitir. A continuación reproduciré el texto que aparece en la mencionada publicación, pero antes quiero matizar un par de cosas con las que no estoy del todo de acuerdo.

En un momento dado el autor se pregunta si estamos ante el mejor disco de Quique González, y en este punto yo no tengo esa duda ya que creo que tanto “Salitre 48” como “Avería y redención” (y posiblemente “Pájaros mojados”) están un peldaño por encima del resto de sus trabajos (incluido este). Se que todo depende de gustos y de formas de ver las cosas, pero personalmente me parece que en esto no debería haber discusión…

Lo otro (que como en el caso del mejor disco es opinable) de lo que me gustaría desmarcarme es de que Santi Campos comparte con él la primera posición de los mejores escritores de canciones de este país. Soy muy fan de los discos de Santi “Pequeños incendios” y sobre todo de “El invierno secreto”. Creo que es un letrista excepcional y que su capacidad para hacer canciones está muy por encima de la media a la que estamos acostumbrados por estos lares, pero me parece exagerada una aseveración así de tajante cuando hay gente como Antonio Luque, Lapido o Santi Balmes (y algún otro de cuyo nombre no quiero acordarme) que como mínimo están al nivel de ambos.

Por lo demás nada que objetar, así que ya que no doy más de mi cedo la palabra a Eduardo Izquierdo que, evidentemente, anda mucho más lúcido que yo…

“Hablemos de sensibilidad. De calidad. De saber estar. De madurez. De canciones hermosas. De historias cotidianas. De melodías embriagadoras. De buenos músicos. Para hacerlo es suficiente hablar del nuevo disco de Quique González. ¿Su mejor disco hasta la fecha? Pues no lo sé. Porque la grandeza de González es tener una carrera llena de discos de todos los gustos. Eso sí, manteniendo siempre una coherencia en cuanto estilo y calidad. Unos lo preferirán en su vena más rockera, otros en la más acústica, unos en la parte más comercial y otros en la más introvertida.

Y yo lo disfruto en todas. Daiquiri blues es un excelente conjunto de canciones lleno de grandes momentos. Eso sí, no es un disco de rock al uso. Porque está lleno de detalles que requieren más de una escucha para percibirse. Para empezar a disfrutarlo. Escuchen si no Riesgo y altura o Su día libre. También hay un Quique al uso. Ese capaz de hallar melodías tan pegadizas como el single La luna debajo del brazo, que va directa a su lista de clásicos, o la enorme Cuando estés en vena. Capaz de entrar a la primera. Sin rodeos.

Y eso sin hablar de los excelentes músicos que se han encargado de grabar el disco, porque ahí han estado Al Perkins, miembro original de Manassas, Chris Carmichael, que ha tocado con la flor y nata del rock americano, o Ken Coomer, batería original de Wilco. Todo producido por un acertado Brad Jones que parece la guinda que faltaba en la carrera del madrileño. Junto a Santi Campos es el mejor escritor de canciones de este país. Así lo pienso. Y tenerlo de vuelta me hace feliz”

Eduardo Izquierdo (“Ruta 66” – Diciembre de 2009)

sábado, 28 de noviembre de 2009

El macarra, el capo y la comisaria

El macarra (o el chulo que lo mismo me da) consiguió, tras una denuncia porque se metían con él, que “Youtube” cerrara el canal que la revista satírica tenía allí alojado. La verdad es que al leerlo no me sorprendió demasiado aunque me hubiese gustado saber la opinión del personaje en cuestión cuando los juzgados secuestraron la publicación de los quioscos por colocar en su portada a los príncipes echando un polvo. Hablo por hablar, pero probablemente en alguna de las tertulias a las que era asiduo (desconozco si lo sigue siendo) hiciese un llamamiento a saber reírse de uno mismo como hacían el rey o los diferentes presidentes de gobierno que han sido asiduos de esas páginas.

La historia se ve de forma muy distinta cuando le toca a uno en sus propias carnes, y lo que para otros vale, deja de tener sentido para uno mismo. Se quiere tanto que no acepta que nadie haga humor a su costa, y claro unas viñetas graciosas sin más se convierten de repente en un grave ataque a su honor que no se puede consentir… Al menos, y sin que sirva de precedente, algo de coherencia iluminó su cabeza (o alguien le dijo que se había pasado tres pueblos) y retiró la denuncia que había puesto (al parecer, y para cubrirse las espaldas “Youtube” elimina los videos que reciben más de una denuncia incluso antes de que los tribunales se pronuncien) por lo que, mientras se vuelve a refugiar en sus cuarteles de invierno, el canal vuelve a estar operativo y a reírse (si cabe con más intensidad que antes) de él… Y es que da tantas razones para hacerlo…

Más original e imaginativa es la solicitud que una asociación de hosteleros extremeña ha hecho a la sociedad que con mano de hierro dirige el capo de la música en este país. Hartos de ver como cada día se sacan una nueva escusa para seguir haciendo caja a su costa han solicitado un listado con el nombre de todos los miembros de esa sociedad para dejar de programar sus canciones y así no tener que volver a pagarles ni un duro. No se lo que pensaran los autores de esto pero, si cundiera el ejemplo en todas partes y dejase de sonar su música en bares y discotecas, ellos serian los grandes perjudicados.

La labor promocional que les hacen es equiparable a la de las radios especializadas y muy por superior a lo que puedan conseguir con entrevistas y reportajes en la prensa escrita, y no me imagino al capo pidiendo pasta a “El País” o “El Mundo” por publicar en sus páginas unas líneas de alguno de sus asociados. ¿Qué los bares sacan beneficios a su costa? Pues seguramente si pero tampoco creo que tanto ya que igual que no creo que la gente deje de asistir a ellos cuando no se pueda fumar, tampoco creo que deje de hacerlo si no tienen música o lo que ponen no es del artista mediático del momento. Sigo a la espera de más noticias, pero de momento brindo por ellos…

Y para concluir esta semana, tras la aprobación de la nueva ley de telecomunicaciones, la comisaria europea del ramo ha dado un toque de atención público a nuestro gobierno para que no se extralimiten en la aplicación de la misma. No es mucho lo que he podido leer al respecto, pero al parecer la normativa da los gobiernos la posibilidad de legislar a favor de los cortes de acceso a la red contra los que vulneren los derechos de autor sin sentencia judicial (aunque obligan a escuchar al sancionado).

En su crítica hacía referencia a que esos cortes no se pueden aplicar en ningún caso al usuario, y si bien parece que aquí (no como por ejemplo en Francia donde hay un proyecto que va en esa dirección) nunca se ha hablado del tema en esos términos, algo tienen que haber intuido en Europa de cómo anda el percal por estos lares para expresarse de esa manera. En algún sitio he oído que la señora se equivocó o que no sabia muy bien de lo que hablaba, pero a mi me da la impresión de que lo sabia demasiado bien y alguien la había informado de la fuerza, poder y capacidad que determinadas entidades tienen de influir en la política patria.

En todos los casos se trataba de breves noticias en la prensa, pero todas ellas tienen un denominador común, el hartazgo al que unos pocos han llevado a nuestra sociedad que llega hasta el punto de que un gremio admirado y respetado como es el de los artistas empiece a ser despreciado por una gran parte de la población. Y es que no sólo están consiguiendo que cada vez se les mire con peores ojos si no que incluso, sólo por joderles, la gente se esté alejando cada vez más de las tiendas de discos en favor de algún otro medio de adquisición de música mucho más cómodo y menos lucrativo.

Ellos sabrán lo que se hacen, pero me temo que no dentro de mucho tiempo nos encontraremos con una innumerable cantidad de potenciales clientes que, cansados de capos y macarras, decidan sucumbir definitivamente ante las nuevas tecnologías y el trozo de pastel que ahora se reparten (que ya se ha reducido muucho) se quede en nada… ¿Quién entonará entonces el mea culpa?

viernes, 27 de noviembre de 2009

Bueno, bonito y barato

No es habitual encontrarse en la tiendas libros musicales que cumplan estos tres axiomas, pero en el caso de la colección “Music icons” de la editorial “Taschen” habría que hablar de esa excepción que confirma la regla.

La edición es impecable con un tamaño muy cómodo (mas o menos 15 x 20 y 200 páginas) y la portada en plástico flexible lo que la hace manejable pero a su vez consistente. Además el papel interior tiene buen gramaje y es de gran calidad cosa que es muy de agradecer cuando el valor fundamental de la obra son las fotografías.

La estructura es más o menos igual en todos los libros. Con las imágenes como protagonistas se hace un breve repaso a anécdotas del artista en cuestión colocadas de forma cronológica (en el caso de los artistas vivos llegan hasta 2008), y en los apéndices finales se repasa su discográfica, premios y alguna curiosidad más.

Ya he dicho que lo mejor son las fotos ya que, junto a alguna clásica que todos tenemos en la retina, se incluyen muchas inéditas y de una calidad que no estamos acostumbrados a ver (el aspecto grafico no suele cuidarse en general demasiado en los libros de música dándose prioridad al texto, y en este caso es al contrario).

He de decir que los contenidos están escritos en castellano, portugués e italiano y que su precio es apenas de 8 euros detalle que los hace, si cabe, más atractivos aún. Lo malo es que de momento han aparecido solo cuatro títulos de la colección (Bob Dylan, Jimi Hendrix, Bob Marley y John Lennon), aunque por lo que he podido averiguar no se van a quedar ahí y que de dos en dos seguirán apareciendo más en los próximos trimestres

Dados los tiempos que corren estamos ante un producto que seguro que hace las delicias de todos los amantes de la música ya que es difícil que nadie ofrezca más por menos y sobre todo teniendo en cuenta a que precios está la literatura (no creo que haya muchos libros de bolsillo más baratos que estos).

Resumiendo: bueno, bonito y barato… ¿Se puede pedir más?

jueves, 26 de noviembre de 2009

Qué nos va a pasar (La Buena Vida)

Cada día trato de acertar por dónde saldrás;
eso es tanto como adivinar qué nos va a pasar.

Has estado, hace tiempo, algo raro por momentos.
Me pregunto algo inquieta qué nos va a pasar.

No recuerdo cuándo decayó la conversación
ni el punto en que dices tú que algo cambió.

Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.

Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas.
Ya no saldré más; dime para qué, si no te voy a ver.

Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.

Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas.
Ya no saldré más; dime para qué, si no te voy a ver.

Cuando pase el tiempo conocerás a alguien más
y me olvidarás, y es que es lo normal.
Aunque nos dé rabia siempre ocurre igual
y nos esforzamos en disimular.

Extraída del álbum “Hallelujah!” / Siesta - 2001)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El último baile de la banda

Hoy se cumplen 33 años del concierto que The Band dio en San Francisco como despedida de los escenarios y que Martin Scorsese inmortalizó en la fabulosa película “The last waltz” (es tan innovadora y espectacular que desde entonces es un referente de obligado visionado para cualquiera que quiera rodar una actuación musical).

Acompañantes durante años como banda de apoyo a Bob Dylan (estaba con ellos en el famoso concierto de la gira de 1966 en la que desde el público le llamaron Judas por colgarse un guitarra eléctrica), además tuvieron tiempo de hacer un puñado de discos (alguno de lo más interesante como el que se llama igual que ellos) pero sobre todo de gastarse el respeto de sus compañeros de profesión como demuéstrale elenco de invitados que pasaron esa noche por el escenario: Van Morrison, Muddy Waters, Dr. John, Ron Wood, Ringo Starr, Joni Mitchel, Eric Clapton, Neil Diamond, Bob Dylan, Muddy Waters, Emmylou Harris, Neil Young…

Me sorprende después de tantos meses no haberme detenido aún en la obra y milagros de The Band (Rick Danko, Levon Helm, Garth Hudson, Richard Manuel y Robbie Robertson), pero me temo que hoy tampoco es el día. El cuerpo me pide sentarme a ver la peli y eso es lo que pienso hacer, aunque lo apunto en mi debe y en algún momento me detendré más extensamente en ellos. Dejo un par de videos extraídos del concierto de esa noche (el “I shall be released” que originariamente grabaron en las sesiones del sótano junto a Dylan y la mejor versión que he escuchado del “helpless” de Neil Young) y os invito (casi diría os exijo) a que os compréis el DVD (se encuentra por menos de 10 euros) y lo disfrutéis como yo lo voy a hacer en unos minutos… No os arrepentiréis…






martes, 24 de noviembre de 2009

Being there (Wilco)

A veces, cuando la gente habla de Wilco parece que lo hace como si la banda de Chicago fuese la nueva promesa de la música americana y su carrera hubiese empezado en 2002 con el “Yankee Foxtrot Hotel”. Es cierto que ese álbum fue con el que lograron por fin el reconocimiento mayoritario de prensa y público, pero no lo es menos que anteriormente a ese ya habían facturado cinco discos (dos de los cuales junto a Billy Bragg musicando textos inéditos de Woody Guthrie) y, a excepción de “A.M.”, el resto mantenían un altísimo nivel de calidad que no tenían nada que envidiar a cualquier cosa publicada en esos años (la segunda mitad de los 90)

El origen de la banda hay que buscarlo en la disolución de la mítica formación de country-rock Uncle Tupelo responsable en gran medida de la renovación y resurgimiento de un género que durante años había permanecido estancado e identificado con un público adulto y conservador. Los problemas entre sus dos cabezas visibles (Jeff Tweedy y Jay Farrar) provocaron una ruptura de la que surgieron dos proyectos: Son Volt de la mano de Farrar y Wilco capitaneado por Tweedy pero al que también se incorporaron de la vieja banda el bajista John Stirratt, el batería Ken Coomer y violinista Max Johnston

El duelo estaba servido y, de entrada, el ganador fue Farrar ya que, con los dos discos debut en el mercado casi al mismo tiempo, el “Trace” de Son Volt se vendió bastante más y recibió mejores críticas que el “A.M.” de Wilco. Ambos álbumes eran claros deudores de lo que había sido la obra de Uncle Tupelo aunque esa herencia, al menos en el caso de la banda de Tweedy, era la última vez que de forma tan manifiesta iba a aparecer en una grabación. A partir de ese momento tocaba llevar a cabo las ideas que un par de años antes les había llevado a iniciar esa aventura. Para ello, y siguiendo el consejo de su manager, incorporaron a la banda a Jay Bennet que en los siguientes años se convertiría en el socio perfecto que Tweedy necesitaba para llevar a cabo todas las ideas que le rondaban por la cabeza. Y que mejor manera de hacerlo que grabando un álbum doble…

La primera vez que escuché “Being there” pensé que esos tíos habían conseguido fusionar a Dylan y a los Dinosaur Jr y confieso que me dejó absolutamente alucinado. Nunca había oído nada parecido, y sobre todo porque, al margen de lo innovador que me parecía el sonido del álbum, era un viaje por toda la tradición musical norteamericana consiguiendo un equilibrio perfecto entre lo nuevo y lo viejo, lo que debía ser el futuro y el pasado más glorioso. Conozco a poca gente que conozca el trabajo de Wilco, pero para todos ellos este es su mejor disco, por encima incluso de lo que vendría más tarde (en mi opinión se disputa con el “A ghost is born” el honroso segundo puesto ya que “Yankee Foxtrot Hotel” se encuentra uno o dos peldaños por encima de ellos).

Si las críticas de su debut fueron bastante tibias (cuando no malas), en esta ocasión la prensa especializada cayo rendida a sus pies y se deshizo en elogios a la evolución que el sonido de la banda había logrado ensalzando la calidad de los temas compuestos por Tweedy y la innegable aportación de Bennet en la forma en estos habían sido vestidos. De todas formas, y aunque pueda parecer lo contrario, este es su disco menos trabajado en el estudio aunque por ello también es que suena más fresco y vivo. Se grabó tocando todos juntos en directo dedicando un día para cada una de las 19 canciones que contiene el disco y tras una breve postproducción el trabajo estaba listo para salir a la venta.

Lo hizo el 29 de octubre de 1996 y, a pesar de todo lo bueno que a través de los medios se dijo de él, muchos seguidores del country alternativo sufrieron un gran shock en el que algunos han querido ver (salvando las distancias) un equivalente a lo que sintió el público del festival de Newport de 1965 vio aparecer sobre el escenario con una guitarra eléctrica colgando de su hombro. La voz, en ambas direcciones, se corrió rápidamente y las ventas volvieron a ser decepcionantes. De todas formas creo que la jugada no le salio nada mal a Wilco ya que si bien perdió a alguno de sus viejos seguidores, también ganó adeptos que encima eran musicalmente más abiertos que el público del country (aunque lleve por detrás la etiqueta de alternativo).

El tiempo acabó dando la razón a Tweedy aunque en ese momento sólo les sirviera para poder mirar hacia al futuro sin ningún tipo de corsé preestablecido para acercarse a otros estilos. Por fin en 2003, tras siete años en el mercado y gracias al impulso del éxito del “Yankee…”, el disco alcanzó el disco de oro en su país y el público empezó a valorarlo como una de sus obras magnas. Si los Beatles tuvieron su “Album blanco”, Dylan el “Blonde on blonde”, Led Zeppelin el “Psysical graffiti” y los Stones el “Exile on main steet”, en el caso de Wilco ese papel de paso al frente lo ejerció “Being there” que, aunque habite en el olvido (cuando no en el desconocimiento) de muchos, sigue igual de vivo que el primer día.

Título: Being there
Producción: Wilco
Grabado en: “Chicago Recording Co” (Chicago), “Warzone Recorders” (Chicago), “The Studio” (Sprigfield, MO) y “Moonshine Studios” (Atlanta)
Editado por: Reprise Records
Canciones:
CD - 1
01 - Misunderstood
02 - Far, far away
03 - Monday
04 - Outtasite (outta mind)
05 - Forget the Flowers
06 - Red-eyed and blue
07 - I got you (at the end of the century)
08 - What's the world got in store
09 - Hotel Arizona
10 - Say you miss me
CD - 2
01 - Sunken treasure
02 - Someday soon
03 - Outta mind (outta sight)
04 - Someone else's song
05 - Kingpin
06 - (Was I) in your dreams
07 - Why would you wanna live
08 - The lonely 1
09 - Dreamer in my dreams

lunes, 23 de noviembre de 2009

Yo no me llamo Ramón... ¿o si?

No conozco a nadie que le guste la llamada música moderna y no le gusten Los Ramones. Son probablemente la única banda de la historia capaz de agrupar entre sus seguidores a punkies, hippies, rockeros, metaleros, alternativos e incluso popies sin que por ello ninguno se sienta fuera de lugar o crea que esa no es su guerra. Ellos son el rock and roll y punto, y aunque ese reconocimiento no les llegó hasta el final de su carrera (se separaron en 1996), nadie duda que su influencia en el devenir de los acontecimientos musicales de las cuatro siguientes décadas habría tomado otros derroteros si no llega a ser por ellos…

Recuerdo haberles visto en Valladolid a principios de marzo de 1991 y, a pesar de no estar en ni mucho menos en su mejor momento, sentir que estaba siendo testigo de un espectáculo irrepetible de la mano de un mito viviente del rock. Sólo quedaban de formación original Joey y Johnny (a Tommy y a Dee Dee les habían sustituido Marky y C.J. respectivamente) pero creo que a los que allí estábamos esos pequeños detalles (o no tan pequeños) en el fondo no nos importaban teniendo en cuenta de a quien teníamos sobre un escenario ante nuestros ojos.

Este fin de semana he estado leyendo una biografía de ellos, y entre la infinidad de anecdotas e información la que sin duda más me ha llamado la atención ha sido el del origen del nombre del grupo que, pásmese todo el mundo, se lo deben a alguien tan aparentemente distinto a ellos como Sir Paul McCarney. Surgidos en Forest Hill (Queens, Nueva York) les tocó vivir su adolescencia en un momento en el que el espíritu del rock and roll y su glorioso legado había sido relegados a un segundo termino por la músico disco y su única aspiración al montar una banda de rock era precisamente devolver a Chuck Berry, Buddy Holly o a los chicos de la “British invasion” al sitio del que no debieron salir.

Hijo de militar Dee Dee (nacido como Douglas Glenn Calvin) pasó en Alemania gran parte de su infancia y adolescencia y allí (y más concretamente en Berlín) se empapó del rock de los 50 y descubrió al grupo que cambiaria definitivamente su vida: los Beatle. Buscando un poco de glamour en su existencia (a los 12 años descubrió casi simultáneamente la violencia y las drogas) decidió cambiarse el nombre por el de Dee Dee, y como apellido eligió uno tan simbólico como el de Ramone que allí cobraba un sentido especial por ser el mismo que utilizaba McCartney en los primeros momentos de la banda cuando se instalaron allí para curtirse y aprender algo antes de intentar el gran salto (lo volvió a recuperar en 1969 cuando escribió “My dark hour” para el álbum “Brave new wold” de la Steve Miller Band y que en esa ocasión firmó como Paul Ramon)

Cuando a los 14 años volvió con su madre a Estados Unidos y se instalaron en Queens de las pocas cosas que trajo fue su nombre artístico al que, como un juego, se apuntaron sus nuevos amigos…

Y para finalizar no me resisto a reproducir el comentario que Captian Sensible de Damned hizo durante su funeral: “la pérdida de Joey Ramone prueba fehacientemente que Dios no existe. Si existiese hubiese elegido a Phil Collins y no a Joey…”

Pues eso…

domingo, 22 de noviembre de 2009

Tokyo, 2 – Noviembre – 1988 (Eric Clapton)

Ni me gusta Eric Clapton ni creo en él. Es cierto que me encantan sus trabajos con los Yardbirds, John Mayall y sus Bluesbreakers, Cream junto Jack Bruce y Ginger Baker, Blind Faith en compañía de Steve Winwood y Derek and The Dominos con Duane Allman, pero en solitario me deja frío y me parece que su obra como autor está sobrevalorada. Claro que es un gran guitarrista con una técnica fuera de lo normal y en su época aportó mucho al desarrollo de la eléctrica, pero no me transmite ninguna emoción, y creo que la música sin emoción no es nada.

A pesar de todo hoy quiero comentar un bootleg suyo de finales de los 80 en primer lugar porque es el único suyo que tengo, y después porque pertenece al momento de su carrera en que pasó de ser una vieja gloria a encontrar un hueco en la industria a costa de darla lo que reclamaba y de explotar su glorioso pasado. En los 70 se había hundido en el alcohol y las drogas, y tras tocar fondo (llegó a mal vender su colección de guitarras) en la siguiente década empezó a levantar cabeza con discos mediocres que le permitían girar y recuperar algo de su prestigio y su autoestima.

De esa época data la tradición (que la verdad no se si ahora continua) de una vez al año actuar durante varias noches seguidas en el “Royal Albert Hall” cambiando de un día a otro la formación y el repertorio demostrando su versatilidad con distintos estilos y sobre todo un aliciente para el espectador que podía ir en varias fechas y un concierto distinto cada una de ellos. La idea me parece buena y de agradecer, aunque creo que también le sirvió para darse cuenta del camino que tenia que seguir para volver al éxito masivo (ese mismo que en su juventud le acabó arrastrando al infierno) a pesar de con ello traicionar muchos de los principios musicales que hasta ese momento le habían guiado (ya se sabe eso de “estos son mis principios pero si quieres tengo otros…”)

En junio de 1988 Mark Knopfler (del que se había hecho gran amigo) le invito a acompañarle en el concierto que los Dire Straits iban a dar en el estadio londinense de Wembley con motivo de un macrofestival en homenaje a Nelson Mandela. Aquella noche ejerció de segundo guitarrista de la banda (que se reunió exclusivamente para ese evento) aunque el amistoso duelo que tuvo con su anfitrión hizo que millones de personas en todo el mundo (se retransmitió en directo para todo el planeta) disfrutaran de uno de los mayores espectáculos que en ese momento podían darse sobre un escenario.

El resultado fue tan satisfactorio que, con vistas a la gira que iba iniciar para presentar “Crossroads” (una caja antológica de cuatro LP´s repasando toda su carrera), decidiera invitar a Knopfler para que le acompañara en algunas fechas. La parte del tour elegida fue la que se desarrollo por Japón en noviembre de ese año, y a uno de esos conciertos pertenece el bootleg de hoy. Celebrado en el “Tokoy Dome” cuenta además con la presencia de Elton John lo que hizo que la repercusión mediática se disparara y que el éxito de público superase todas las expectativas previas.

El show dejaba poco espacio a la sorpresa con prácticamente el mismo repertorio en todas las fechas y los arreglos típicos de la época (saxofón incluido), aunque al menos el duelo vivido en Londres unos meses antes volvió a repetirse ante los ojos de un público entregado de antemano y al que poco le importaba que la noche siguiente repitiesen lo mismo que estaban viendo en ese momento. El show, como no, hacia concesiones a sus invitados interpretando Knopfler “Money for Nothing” y “Rolid rock” y Elton John “Saturday night’s alright”, “Daniel” y “Candle in the wind”, aunque lógicamente el peso lo tenían sus propios temas.

Los largos desarrollos instrumentales y los ya mencionados arreglos ochenteros están a lo largo de toda la grabación, a pesar de lo cual, algunos momentos como el final de “Layla” están entre lo mejor que he escuchado de él. El triunfo fue tal que una vez más Clapton se coló en la primera plana del panorama musical a pesar de que su siguiente disco (“Journeyman” - 1989) fuese bastante flojo y no se vendiese tanto como se podía esperar y el directo “24 nights” (1991) se quedara a medio camino de ninguna parte. Le faltaba un éxito comercial que apoyase la labor en vivo, y este llegó en 1992 con la publicación del “Unplugged” del vendió todo lo que quiso y le sitúo por fin más allá del bien y del mal.

El resto de lo que ha hecho desde entonces está plagado de colaboraciones (B.B.King o J.J.Cale), homenajes a los héroes clásicos del blues (uno lleno de versiones de varios aristas y otro en exclusiva a Robert Johnson), un directo y algún disco de temas nuevos, lo que no ha hecho más que incrementar la sensación en mí de que su talento creativo (si es que alguna vez lo tuvo) hace tiempo que desapareció y de que ahora le vale con mantener el prestigio de su nombre para seguir adelante…

Título del bootleg: On the crossroads
Lugar y fecha: “The Tokyo Dome”, Tokyo, 2 – Noviembre – 1988
Listado de canciones:
CD - 1

01 - Crossroads
02 - White room
03 - I shot the sheriff
04 - Lay down Sally
05 - Wonderful tonight
06 - Tearing us apart
07 - After midnight
08 - Can't find my way home
09 - Money for nothing
10 - Candle in the wind
CD - 2
01 - I guess that's why they call
02 - I don't wanna do like that
03 - I'm still standing
04 - Daniel
05 - Band introduction
06 - Cocaine
07 - Layla
08 - Solid rock
09 - Saturday night
10 - Sunshine of your love

sábado, 21 de noviembre de 2009

Vendiendo a Nick Drake

Creo que si Nick Drake empezase en esto de la música hoy en día tendría muy difícil abrirse paso en la industria. Hoy, a cuatro días del trigesimoquinto aniversario de su muerte y por casualidad, me he encontrado con un texto que escribió hace casi 40 años David Standison (encargado de prensa de “Island Records” a principios de los 70) para la promoción de “Pink moon”, y como la historia que lo rodea me ha gustando tanto la contaré someramente antes de reproducirlo.

Se cuenta que un día de finales de 1971 Nick se presentó en las oficinas de su discográfica y en la recepción pidió hablar personalmente con Chris Blackwell (su propietario). Cuando este apareció le entrego una cinta que había grabado en un par de noches y en la que se encontraba su nuevo disco, y tras entregárselo y sin apenas decir palabra se marchó.

El primer movimiento de “Island Records” fue contratar al fotógrafo Keith Morris para que tomara unas instantáneas para la portada y el diseño de la carpeta. Una tarde gris y lluviosa se llevó a Drake a dar paseo para sacarle unas fotos, y una vez concluidas desapareció. Esas imágenes finalmente no aparecieron en el disco y fueron sustituidas por un cuadro de Michael Trevithick, pero su cuerpo encorvado y la expresión vacía de su rostro captaban perfectamente el punto en el que en ese momento se encontraba el cantante.

La factura de 500 libras que les presento de la grabación era tan baja que Blackwell sabía que no le podía exigir que hiciese una gira o cientos de entrevistas para promocionarlo así que decidieron buscar una alternativa. La decisión que Standison tomó fue gastar todo el dinero que tenían en un anuncio en todos los medios escritos especializados con un texto escrito por él (acompañado con una foto de Nick alejándose de la cámara mientras un perro ladra a sus pies) con el fin de convencer a los lectores de que se compraran el disco.

No funcionó, pero ese alegato tan apasionado y personal de Standison debería servir para que los que cuatro décadas después se dedican a vender discos reflexionasen un poco sobre si mantienen esa misma actitud de entrega hacia el trabajo de los artistas o lo suyo es sin más un mero ejercicio de cuadrar balances. Por desgracia la respuesta es que ahora la pela es lo único que importa, y tal vez por eso el negocio musical se encuentra en una vía muerta y sin posibilidad de retorno…


PINK MOON – EL NUEVO DISCO DE NICK DRAKE: NO SUPIMOS NADA DE EL HASTA QUE YA ESTABA HECHO

La primera vez que escuché la música de Nick Drake fue cuando entré en “Island Records” y cogí de una estantería su primer disco “Five leaves left” y decidí escucharlo porque me gustaba la portada.

Desde las primeras notas de “Time has told me” hasta los últimos acordes de “Saturday sun”, el sentimiento de esta música, completamente personal, me atrapó, así como las letras y esa extraña sensación que se tiene cuando se oye sin querer una conversación privada de otra persona.

La primera vez que vi a Nick Drake fue en el Queen Elizabeth Hall. Salió a escena con su guitarra, se sentó en su taburete, fijó la mirada en el suelo y cantó toda una serie de canciones apagadas, salpicadas de vez en cuando con un “gracias” apenas murmurado cuando el público, aquí y allá, aplaudía desconcertado (no sabían quien era, y tampoco parecía que les importase mucho). Cuando terminó su última canción (la guitarra todavía mantenía las notas finales), se levantó y se fue. Sus hombros estaban echados hacia delante, como si pudieran evitar que su dueño tuviera que encontrarse con nadie.

Conocí a Nick Drake la misma semana en que salía al mercado su segundo disco “Bryter later”. Llegó una hora tarde y no mostró mucho interés en tomar nada, ni té, ni café, ni nada de comer. Durante la siguiente media hora sólo pronuncio un par de palabras. Al final me quedé sin nada que decir, así que pagué la cuenta y lo acompañé de regreso a Witchseason.

La última vez que vi a Nick Drake fue hace una semana más o menos. Entró sonriendo, con esa extraña sonrisa suya, y entregó su nuevo disco. Había ido a un estudio y lo había grabado sin decírselo a nadie (salvo al ingeniero de sonido). Desde entonces no hemos vuelto a saber de él.

Lo importante de esta historia es lo siguiente: ¿por qué (cuando hay gente dispuesta a casi cualquier cosa por un contrato discográfico o por tocar en el Queen Elizabeth Hall) vamos a sacar al mercado el siguiente (si es que quiere hacer otro)?

La respuesta es sencilla: porque creemos que Nick Drake tiene un talento enorme. Sus dos primeros discos no han vendido una mierda, pero si los seguimos sacando a lo mejor algún día hay algún personaje de gran autoridad que se tomo la molestia de escucharlos de la manera apropiada y decide que está de acuerdo con nosotros. A lo mejor entonces hay mucha más gente que llega a escuchar las fantásticas canciones de Nick Drake y su forma increíble de tocar la guitarra. Y a lo mejor compran un motón de sus discos y hacen que nuestra e en la promesa de Nick Drake dé sus frutos.

Entonces habremos hecho nuestro trabajo

Dave Sandison, diciembre de 1971

viernes, 20 de noviembre de 2009

El demonio tricolor

Resulta que una fecha como la de hoy coincide que toca recordar una historia de la censura made in Spain así que he seleccionado una que, al margen de vivir entre la leyenda urbana y la realidad, nos muestra como una inapropiada selección de colores (según algunos) podría llevar a que se tambaleasen los sentimientos estéticos e ideológicos de un país.

A veces una imagen habla por si sola y no resulta difícil imaginar la cara que se les puso a los censores cuando a finales de 1974 se encontraron de frente con la portada de “Dylan” el recién publicado disco de Bob Dylan. Los colores de la bandera republicana sobre la cara del cantante debieron atragantársele a más de uno aunque, como en esta ocasión no había nada que quisiesen ocultar (salvo la tricolor), se limitaron a pedir que quitaran el color y así podría mantenerse el resto del diseño de la carpeta tal cual estaba.

El problema surge cuando mis distintas fuentes no se ponen de acuerdo en si esto sucedió realmente o es una leyenda que en realidad no tuvo lugar. Personalmente nunca he visto físicamente ese disco y, aunque conozco agente que dice haberlo tenido entre sus manos, otros niegan la mayor y dicen que finalmente esa edición no llegó a lanzarse al mercado (incluso he leído que en realidad la primera tirada salio así pero no fue de forma intencionada si no por un error en la impresión).

Sea como fuere, y a pesar de que los argumentos que he leído en ambas direcciones resultan convincentes, a mi me resulta difícil creer que durante el régimen franquista (que como en toda dictadura la propaganda tiene una importancia fundamental) pasaran por alto aspectos como este y más cuando venia de un artista que era el máximo exponente de la canción protesta.

Por desgracia el disco es uno de los peores de su discografía por lo que, a pesar de la curiosidad (durante años España fue un paraíso para los coleccionistas británicos que organizaban viaje ex profeso para comprar discos aquí), sus ventas fueron mínimas y localizar un ejemplar de estos resulta casi imposible…

jueves, 19 de noviembre de 2009

Kashmir (Led Zeppelin)

Oh, let the sun beat down upon my face, stars fill my dreams
I am a traveller of both time and space, to be where I have been
To sit with elders of the gentle race, this world has seldom seen
They talk of days for which they sit and wait, all will be revealed

Talk and song from tongues of lilting grace, sounds caress my ears
But not a word I heard could I relay, the story was quite clear
Ohh

Oh, oh
Oh, oh

Oooh, baby I've been flying... Mama, there ain't no denying
Oooh yeah, I've been flying, Mama ain't no denying, no denying

All I see turns to brown, as the sun burns the ground
And my eyes fill with sand, as I scan this wasted land
Nobody, nobody where I've been.

Oh, pilot of the storm that leaves no trace, like thoughts inside a dream
Heed the path that led me to that place, yellow desert stream
My Shangri-La beneath the summer moon, I will return again
Like the dust that lufts high in June, when moving through Kashmir.


Oh, father of the four winds, fill my sails, across the sea of years
With no provision but an open face, along the straits of fear
Ohh

When I'm on, when I'm on my way, yeah
When I see, when I see the way they stay, yeah

Ooh, yeah-yeah, ooh, yeah-yeah, when I'm down...
Ooh, yeah-yeah, ooh, yeah-yeah, well I'm down, so down
Ooh, my baby, ooh, my baby, let me take you there

Let me take you there
Let me take you there

Extraída del álbum “Physical graffiti” / Swan Song - 1974)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La niña rockera - XIV

Hoy mi niña rockera ha cumplido cuatro añitos y para celebrarlo quería fotografiarla con la portada del primer disco de Neil Young. El problema ha surgido cuando al verla ha dicho que no la gustaba (cría cuervos…) y que prefería hacérsela con la del primer álbum de Harla Horror (un grupo vallisoletano más que recomendable) que, al parecer, se ajusta más a sus preferencias. Me autoengaño pensando que la resaca de Halloween está demasiado cerca y que la sensación de miedo, a pesar de todo, a los pequeñajos les suele poner, pero la realidad es bien distinta.

Desde muy niña las chapas que se llevaba cuando íbamos a “Charly blues” eran las de The Cramps, Misfits o Dinosaurs Jr (y la provocadora lengua de los Stones), sus heroínas no son las princesas de las películas de Disney si no Cruella De Vil, la madrastra de “La cenicienta” y las brujas de “La sirenita”, “Blancanieves” y “La bella durmiente”, y si de elegir una portada se trata cuanto mas siniestra y oscura sea a ella la gusta más... Alguno estará pensando que vistos los precedentes en unos años me puedo encontrar en una situación parecida a la de ZP con sus hijas, y aunque no se puede descartar nada, la ropa que la gusta ponerse (la tía ya la quiere elegir y encima lo hace con criterio) y la música que me pide escuchar, de momento, me hacen respirar tranquilo y pensar que sólo se trata de algo pasajero.

Pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy si no de la primera experiencia de la niña rockera en un estudio de grabación. La verdad es que en el momento de estar allí se mostró más bien fría, como si lo que estuviese haciendo y viendo fuese el pan suyo de cada día, pero con el paso del tiempo cada vez que lo recuerda lo hace diciendo que quiere volver para grabar ella sus canciones. La cosa es que en las galerías comerciales donde se encuentra el “Charly blues” (recuerdo que es la tienda de discos de segunda mano a la que voy cada semana con mis niñas), hay también un pequeño estudio de grabación, y hace tres semanas cuando volvíamos de comprar la puerta se encontraba entreabierta y al oír que salía música de dentro se coló.

Yo me quedé indeciso sin saber muy bien que hacer (estaba con la pequeña dormida en su sillita), y cuando al cabo de un minuto mas o menos decidí asomar la cabeza por la rendija de la puerta me la encontré con un micrófono agarrado en una mano y con la otra golpeando uno de los tambores de la batería mientras una chica y tres chicos la rodeaban mientras la hacían preguntas…

- ¿Te gusta cantar?
- Si
- ¿Y quién te gusta más los lunnis o el cantajuegos? (aquí el chaval dio muestras de conocer el terreno del entretenimiento infantil)
- Los dos y también Bob Dylan y Pink Floyd (evidentemente la aburren, pero la tengo bien educada y sabe lo que tiene que decir)
- ¡Joder con la niña!...

Entonces levanto la cabeza y a través de la cristalera me vio y me dijo que la mirase que iba a cantar una canción, mientras a grito pelado empezaba a entonar con el micrófono en la boca eso de “Tu que eres tan guapa y tan lista, tu que te mereces un príncipe o un dentista…” ante la sonrisa de todos los allí presentes. Salimos con los bolsillos llenos de caramelos y la invitación del técnico a que nos pasásemos a verle también a él en nuestra siguiente visita para comprar discos, aunque luego (para decepción de la niña rockera) las tres veces que hemos vuelto a pasar por delante del estudio este se encontraba cerrado. La he contado que en sitios como esos se graban los discos que tenemos en casa y eso no ha hecho más que aumentar su deseo de volver, aunque de momento me temo que la tocará esperar…

Podría contar alguna anécdota más como su descubrimiento del video (me pide que la grabe cantando con el móvil) o que ya es capaz de reconocer a Dylan por su voz (la pongo varias canciones de distintos artistas y es capaz de decirme cual era la del contutor de Duluth), pero es tarde y me toca madrugar así lo dejo hasta el próximo mes, que ya será navidad y, para mi desgracia, en lo musical los villancicos volverán a reinar...

martes, 17 de noviembre de 2009

Diez años atrás…

Diez años ya… Yo me entere relativamente tarde ya que no escuché la noticia hasta que encendí la radio del coche al salir del trabajo. Eran las tres y cuatro minutos del 18 de noviembre de 1999, y sentí como si me dieran con un mazo en el estómago.

En ese momento no lloré. Lo hice más tarde, los días sucesivos mientras me grababa una cinta con mis temas favoritos y que no llegue a poner nunca… Ese día en la solapa (a todas las ponía un nombre que se ajustase al contenido), no se por que, escribí un título: Canciones para después del último viaje…

Poco puedo decir que no se haya dicho ya (incluyendo lo que escribí hace un año en este mismo blog y que mantiene su vigencia). Ahora no se me ocurre nada que pueda añadir, aunque gracias a la música y a pesar de su ausencia a lo largo de todo este tiempo no he dejado de sentir el calorcito que transmitía su voz cada vez que recurría a él.

Podría escribirle una carta contándole lo que ha pasado en su ausencia o hacer un semblante de su figura exaltando la importancia de su legado, o incluso podría desnudarme ante todos vosotros y contar en que momentos de mi vida fue determinante alguna de sus canciones… Podría pero no lo haré…

Estoy cansado y tengo sueño, y lo que ahora pueda escribir no va a mejorar nada de lo ya expuesto aquí mismo cada vez que su nombre ha salido a colación… Eso si, dejo mi foto favorita y la que mejor refleja la imagen que conservo de la ultima vez que le vi. Estaba en la calle después del concierto que comente antes de ayer como esperando a alguien. Yo salía del bar y al girar la cabeza le vi con la guitarra en la mano y la mirada triste, como si de un perrillo desvalido se tratara. Me despedí y el simplemente sonrió…

Y ya han pasado diez años…

lunes, 16 de noviembre de 2009

Alumnos y maestros



Lo bueno que tienen los que aman la música es que al poco de empezar a hablar del tema con ellos enseguida aparecen los nombres de la gente que admiran. Si además esa persona es un artista que habla con el corazón (muchos no se mojan o son políticamente correctos) la pasión, admiración y respeto suele ser superior a la del fan más acérrimo. Enrique pudo conocer a alguno de sus ídolos, pero con el único con el que logro mantener una relación de amistad y un roce más o menos permanente fue Joaquín Sabina.

Pero antes de hablar de esa relación quiero referirme a la que mantuvo con Quique González que podría decirse que es igual pero a la inversa. En otoño de 1996 Quique estaba recién aterrizado en Madrid tras un año en Londres y trataba de hacerse un hueco en el circuito de locales pequeños. La segunda vez que actuó en “El rincón del arte nuevo” lo hizo como telonero de Enrique, y enseguida conectaron. Durante esos meses se dedicó a aconsejarle y a mostrarle los entresijos del negocio, y cuando en primavera Quique se marchó a trabajar a Mallorca como animador le dijo que si le componía una canción que le gustase la metería en el disco que estaba empezando a preparar con Los Problemas.

El por entonces joven cantautor se esmeró en el empeño, y en unos días libres que regresó a Madrid llamó a Enrique para enseñarle una cinta que había grabado con tres temas. Al ponerle la cinta lo primero que sonó fue “Aunque tú no lo sepas” y ya no quiso escuchar más. Esta noticia animó a Quique que entró en contacto con la editorial “Peer Music” que le ofrecio un contrato para componer canciones para otros, pero cuando Enrique se enteró le amenazó con no grabar la canción si lo hacia. El había tenido problemas al principio por firmar lo primero que le pusieron delante y los derechos de sus primeras canciones pertenecían a otros y no estaba dispuesto a que delante de sus narices Quique cometiera el mismo error.

Le presentó a Manuel Notario (su manager) para que se encargara de él y finalmente la canción entró en el disco. Todavía recuerda Quique la emoción que sintió cuando, estando todavía en la isla, Enrique le llamó desde el estudio para ponerle por el teléfono como había quedado su canción y el espaldarazo que eso supuso para su carrera ya que, tras el éxito de la canción, se le abrió la puerta de grabar su primer disco. Además, cuando aún nadie sabia quien era, le llevó de invitado con el al programa “Séptimo de caballería” (que presentaba el inefable Miguel Bosé) para que interpretara en directo con él “Aunque tú no lo sepas” logrando una publicidad que, si bien no le sirvió para vender muchos discos, al menos le situó en la difícil línea de salida…

Su influencia creo que no quedó ahí ya que, desde entonces, la relación de Quique con la industria ha sido difícil (precisamente por seguir los consejos de su mentor de dar prioridad a su propia integridad como músico que a los cuatro duros más o menos que se pueden ganar vendiéndose y la última muestra está en su último trabajo que lo iba a editar Warner pero como quería que le cediese un porcentaje de sus actuaciones decidió romper con ellos) y con sus fans de absoluto respeto y cariño lo que ha generado una relación de complicidad que hace que estos sean los que mejor promoción le hacen. El resto es historia y, aunque diez años después no sea el Quique que era, la semilla que Enrique ayudó a germinar ahora ejerce de faro paro los que vienen por detrás…

A Joaquín lo conoció en Almería en 1985, y desde el primer momento le mostró su admiración cosa que sorprendió a Sabina por que “era un cantautor after-hippy y ellos eran unos modernos”. Ambos andaban en ese momento aproximándose a la música mejicana y eso en cierto modo abrió una vía de comunicación. Esta relación se afianzó en 1987 cuando coincidieron grabando ellos “Continuará” y el editando “Hotel dulce hotel” con el mismo productor y posteriormente en los locales de ensayo a los que se cambiaron donde también estaban los Viceversa (con los años Paco Beneyto acabó como batería la banda) con los que hicieron amistad.

A partir de ahí Sabina y enrique se hicieron por épocas inseparables ya que, además del amor que sentían por Chavela Vargas, también compartían su afición por los excesos. Esto les llevó a compartir noches interminables en el piso de Tirso de Molina en una época que el propio Sabina describía así en el libro “Adiós tristeza” de Miguel A. Bargueño: “Enrique aparecía por aquí de madrugada y me pareció siempre el ser más dulce, más tímido, más sensible del mundo. Era para comérselo. Aquí venia y se podía quedar 48 horas. Hablaba poco, fumaba mucho, bebía mucho… Yo también…”

Una de esas noches Enrique le pidió una letra, y Joaquín le dio una que acababa de empezar y que de la no tenia aun el final. De ella surgieron “Ojos de gata” (“Adiós tristeza” de 1991) e “Y nos dieron las diez” (“Física y química” de 1992) en lo que es un claro ejemplo de lo que eran las personalidades de ambos ya que mientras Sabina terminaba la canción acostándose con la chica en una historia feliz, Enrique lo hacia quedándose dormido sobre ella dejando un regusto de fracaso. Otra que pudo haber sido y no fue es “Por el bulevar de los sueños rotos” cuya letra le entrego Sabina para que le hiciera una música y así homenajear juntos a su admirada Chavela, pero siendo incapaz de hacerlo (con frecuencia la presión le paralizaba), acabó escribiéndola su hermano en la versión por todos conocida.

Su relación se mantuvo así hasta el final, con altibajos en los que podían verse mucho durante una temporada para luego tirarse meses sin saber nada el uno del otro. Hace poco leía no se donde un análisis de Sabina muy acertado y que podría resumir perfectamente y en pocas palabras como era: “Enrique Urquijo era un tipo de una tiernísima tristeza, tan desvalido, tan dulce, tan buena gente, y tan automaltratado. No conozco a nadie que no le quisiera.... El era el único que no se quería…” Y como no podía ser de otra manera en su libro de sonetos le dedicó dos que para terminar hoy reproduzco a continuación



LXX

Benditos Malditos - IV

In memoriam

Bendita sea la chusma con problemas,
los hermanos carnales de su hijo,
los póstumos Enriques anatemas,
los nombres de María made in Urquijo.

Bendito sea Argüelles con andenes,
las Rickembácker viudas de secretos,
los almanaques del año que vienes,
el sino de los Alvaros discretos,

las greñas de los ángeles malditos
que enseñan a volar a quien no sepa
y salen moviditos en las fotos,

la flema de la Tos de los Canitos,
el primo del bordón de Lady Pepa,
los bulevares de los sueños rotos.


LXXI

Malditos Benditos - IV

Para Enrique Urquijo

Maldita sea el alma desalmada
de quien tizna el idioma en cada verso,
el zumo de carcoma congelada,
las vírgenes de Lourdes del Inserso.

Maldita sea España con verrugas,
la infame Malasaña - malasombra,
el sol que te aplicó la ley de fugas,
el traidor inconfeso que te nombra.

Malditos sean los daños a terceros,
las once de los doce de febreros,
el nudo de la soga que nos atas,

las puertas de portales sin salida,
los pianos mellados de la vida,
las uñas de los ojos de las gatas.


Extraídos de “Ciento volando de catorce” de Joaquín Sabina (Editorial Visor – 2001)

domingo, 15 de noviembre de 2009

Valladolid, 26 – Febrero - 1997 (Enrique Urquijo)

Hacia tiempo que quería hablar de este bootleg y por fin ha llegado el momento de hacerlo. Para empezar es de los pocos que he comentado (y comentaré) a los que he asistido en persona, pero es que además este probablemente yo sea la única persona que lo tiene ya que la mía fue la única grabadora que aquella noche funcionó en “La Salamandra”. Lo cierto es que esta cinta es la mayor joya de mi discoteca ya que, además de lo que contiene, el sonido es bastante bueno y creo que es un documento único para entender esta etapa en la vida de Enrique y el camino que había decidido tomar.

Si cuando empezó a tontear con Los Problemas a principios de los 90 era él el que estaba saturado de la banda y necesitaba un desahogo exterior, tras la gira de “Dos caras distintas” eran todos sus miembros los que precisaban de ese descanso por lo que se planteo una parada indefinida. Como en realidad no se sabia lo que duraría esa separación, a finales de 1996 su discográfica planeo sacar el primer recopilatorio de Los Secretos, y lo hizo por todo lo alto con una preciosa caja con tres CD’s en los que, además de todos sus éxitos, se incluían temas inéditos, maquetas, caras B, en directo, regrabados… Apareció además una versión más modesta en un solo disco, y esta despachó casi medio millón de copias por lo que a Enrique no le quedó más remedio que retrasar sus planes y dedicar gran parte del año 1997 a girar una última vez con su grupo.

La gira comenzó el 17 de enero y se prolongo hasta el 4 de octubre (hay una fuente que dice que fue el 7 de noviembre) a lo largo de 43 conciertos. El hartazgo fue tal que tras esa última actuación fueron contadas las ocasiones en las que como grupo se les volvió a vez r juntos (la presentación de un disco, una entrega de premios…) y aunque no se anuncio oficialmente la disolución esta en la practica era una realidad. En cualquier caso ese año Enrique no dejó de aprovechar los huecos que le dejaban Los Secretos para seguir tocando en pequeños locales en compañía de Begoña Larrañaga (el a la guitarra y ella con el acordeón) ya que eso era lo que más satisfacción le producía. Cosas que le habrían irritado en un concierto con el grupo pasaban a un segundo plano si sucedían cuando estaba solo, y una prueba de esto se puede ver en esta grabación de Valladolid.

Enrique apareció en el local con casi una hora de retraso, y tras disculparse empezó con su actuación, auque desde la primera canción un problema de acoples provocó molestos ruidos que tras seis temas le hicieron parar para que se solucionasen. Lejos de hundirse y dar por perdido el concierto (como le sucedía otras veces) cuando regresó al rato continuo como si nada y se metió en el bolsillo a un público que, tras la espera y la pausa nada más empezar, se había quedado un poco frío (cosa que por otro lado no es extraño en esta mi ciudad). Lo que sucede es que su carisma y entrega era tal y su voz transmitía un sentimiento y emoción tan grande que en cuando empezaba a cantar todo lo que hasta ese momento había sucedido dejaba de ser importante y el mundo dejaba de girar hasta él diera nueva orden.

Era la cuarta (y fue la última) vez que le veía en ese formato, y sin duda fue la mejor. No recuerdo haberle visto nunca tan contento sobre el escenario, sonriendo y bromeando con algún comentario desde el público. Además tanto la espera en lo que solucionaban los problemas de sonido como al final se dedicó a hablar con la gente, a firmar discos y a hacerse fotos con ellos dando una sensación de proximidad que no he vuelto a ver con un artista de su nivel. Luego, mientras se tomaba algo, me comentó que noches como esas eran lo que realmente le hacia disfrutar, y que salir de gira con Los Secretos cada vez le aburría más. “No sé si volveré a grabar con ellos. Cuando acabemos con esto ya se verá que pasa, pero ahora lo que me apetece es seguir tocando con Begoña en sitios como este…”, me dijo antes de acabar de firmarme la caja de su grupo y de que dos chicas lo secuestrasen para hacerse una foto con él.

No he olvidado esa noche y, gracias a esta grabación, la he podido revivir cientos de veces. No volví a verle con vida, y el recuerdo que me queda es la enorme vitalidad que nos transmitió a todos lo que allí estábamos. Sus canciones no eran la juerga padre y cuando las cantaba lograba que todos lo que le escuchaban se conmovieran, pero al acabar el regusto que te dejaba era de absoluta felicidad. Algún día venceré este egoísmo que me invade (y del que me avergüenzo) y compartiré con el mundo esta grabación, pero hasta que ese momento llegue ese instante robado al pasado será la piedra en la que me agarre cuando lo eche me menos para que me transmita en exclsiva una vez más toda su magia…

Título del bootleg: Valladolid 1997
Lugar y fecha: “Café La Salamandra”, Valladolid, 26 – Febrero – 1997
Listado de canciones:
01 – Por el túnel
02 – La última vida de un gato
03 – Amor se escribe con llanto
04 – El primer cruce
05 – Mundo raro
06 – Sólo pienso en ti
07 – No me falles
08 – Hoy no
09 – Corazones de cartón
10 – Se me hizo fácil
11 – El hospital
12 – Colgado
13 – No digas que no
14 – Quiero beber hasta perder el control
15 – Agarrate a mi Maria
16 – Buena chica
17 – Ya me olvide de ti
18 – Por el puente
19 – Ojala que te vaya bonito

viernes, 13 de noviembre de 2009

Dos hombres y un destino

El martes se cumplen diez años de la muerte de Enrique Urquijo, y los próximos días los dedicaré a contar algo sobre él, colgar alguna foto que me guste y recordando la grabación de uno de sus conciertos en solitario en una pequeña sala de Valladolid…

Y para empezar que mejor forma de hacerlo que recuperando un par de fotos de dos de los grandes escritores de canciones que ha dado este país y probablemente los mejores transmitiendo emociones sobre un escenario.

Se conocieron a finales de los 70 en unas fiestas que se celebraban en un chalet de la sierra conocidas como “mítines de rock and roll” y en la que se reunían jóvenes de clase media-alta interesados en la música para hablar, bailar y tocar (y supongo que beber). El primer encuentro se produjo en una de esas fiestas y a fuerza de ir coincidiendo por la noche o en conciertos fue surgiendo un vinculo mayor en el que, además de la admiración mutua, entró el componente de las adicciones (aunque uno lo fuese a la heroína y el otro al alcohol y los fármacos es probable que sólo con mirarse entendieran perfectamente lo que estaba sintiendo y pensando el otro).

La primera de las fotos pertenece a los felices 80 y la de abajo a la grabación de una versión a dúo de “Desordenada habitación” que apareció en su segundo disco en compañía de Los Problemas. Y de postre un video que alguien ha hecho de esa canción que cantaron juntos mezclando fotos de Enrique y Antonio con otras seleccionadas por el autor que para mi gusto lo estropean.

Dos hombres y un mismo destino…



jueves, 12 de noviembre de 2009

Tu tristeza (Enrique Urquijo y Los Problemas)


Un arcoiris de color
así entendías tú el amor.
Todo brillaba bajo el Sol
hasta que un lunes se nubló.
Después un avioncito de papel
se destrozó contra el mantel,
yo lo cogí
y leí tu adiós escrito en él

No quise ser tu dueño
sólo vigilar tus sueños.
Ser el guardián de tu sonrisa
pero tu tenías prisa.
Y poco a poco te cansabas,
hasta cambió el color de tu mirada.
Entonces supe
que todo quedó en nada

Un mes de mayo, un mes de abril
no sé qué tren fue el que perdí.
Yo no te supe hacer feliz,
pero estas cosas son así…
Luego llegó la despedida.
Le pregunté ¿por qué me dejas?
Ella me contestó: por tú tristeza

(Extraída del álbum “Desde que no nos vemos” / DRO - 1998)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La santísima trinidad


Deambular sin rumbo por la red a veces da sus frutos y hoy en “Youtube” me he encontrado con este bombón en el que, curiosamente, confluye mi santísima trinidad musical. Papa Dylan aporta la magistral “I shall be released” y Neil Young junto a Wilco (en los estelares papeles de hijo y espíritu santo) la interpretan…

El acontecimiento se produjo el 26 de octubre de 2008 en el “Shoreline Amphitheatre” en Mountain View (California) con motivo de la celebración de la edición número 22 del “Bridge School Benedit” que organiza cada año Neil Young. La calidad de imagen y sonido no es demasiado buena (esta grabada con una cámara desde el público), pero que leches, están los tres juntos sobre un escenario, y eso es más que suficiente...

Como bonus track dejo unas fotos del último concierto de una mini gira conjunta que hicieron Young y Wilco (11 conciertos por el norte de Estados Unidos y Canadá) en el “Madison Square Garden” de Nueva York el 16 de diciembre del pasado año. En las dos primeras se ve a Jeff Tweedy viendo la actuación del tío Neil desde el mismo escenario, y en la última a las dos bandas despidiéndose del público. Me hubiese gustado poder asistir a alguno de esos conciertos (además tuve una entrada a tiro de ratón y si se me hubiese cruzado el cable en ese momento…) aunque al menos este año me he resarcido viéndoles a cada uno por su lado con apenas cinco días de separación entre uno y otro (a Wilco en Madrid el 26 de mayo y aNeil Young en San Sebastián el 31).

Al menos por una vez la diosa del destino se ha apiadado de mí…

martes, 10 de noviembre de 2009

80 / 88 (Nacha Pop)

Hoy, más que rescatar del olvido un disco arrinconado por la gloria de otro más exitoso dentro de la vida de su autor, voy a reivindicar la grandeza de uno que ha sido sistemáticamente vilipendiado y destrozado por la crítica y que para mi (con permiso tal vez del “A por ellos que son pocos y cobardes” de Loquillo y sus Trogloditas) es el gran disco en directo de los 80 tanto por su calidad musical y técnica como por su gran valor como documento histórico. Hablo, claro está, del “80 / 88” de Nacha Pop en el que aparece la grabación de los últimos dos conciertos que dio la banda (lo ocurrido hace un par de años prefiero verlo como un mal sueño que en realidad nunca existió)

La gira de presentación de “El momento” a lo largo de 1987 no fue fácil. El formato trío dificultaba el hecho de reunirse a ensayar (y más cuando Antonio cada vez pasaba cada vez más tiempo medio desaparecido) por lo que tres semanas antes de comenzarla empezaron a ensayar con los músicos que habían contratado para completar la banda. Antonio apenas apareció y acabó repercutiendo en unas primeras actuaciones muy flojas que les dejó un mal sabor de boca, por lo que cuando se anuncio que no habría conciertos de la banda al año siguiente (a excepción de dos en Méjico donde fueron a promocionar el disco) todos lo celebraron con cierto alivio.

No se puede decir que hubiese desavenencias en el seno del grupo, pero lo cierto es que el distanciamiento de Antonio Vega con su primo Nacho y Carlos Brooking era más que evidente y probablemente todo habría ido a mayores de no ser por el parentesco que les unía. En ese momento ya existía la conciencia de que, a pesar de no haber sido un grupo vendedor, Nacha Pop transcendía lo musical y una lenta agonía que echara al traste tanto trabajo e ilusión era lo último que deseaban. La separación (seguramente en ese momento no se plantearan que fuese a ser definitiva) empezó a flotar en el ambiente, aunque de inicio la idea era simplemente grabar un directo con el que terminar su contrato con “Polydor” y hacer un resumen de los años vividos.

Con el anuncio de los conciertos los rumores empezaron a dispararse, y más cuando se supo que Carlos Narea se encargaría tanto de la producción como de la organización. Tras la gira de “El momento” habían roto con su representante por lo que el hecho de no contratar a otro (a Méjico fueron con todo organizado por la compañía) y dejarlo en manos de una persona que no se dedicaba a eso dejaba claro la banda había dejado de pensar en el futuro. Los ensayos se desarrollaron igual que lo habían hecho los de los últimos tiempos, con Antonio presentándose de vez en cuando y con nervios ya que esta vez se trataba de la grabación de un disco y nada podía salir mal.

Una de las cosas que más se criticaron fue la selección del repertorio, y creo que es aquí donde falla fundamentalmente el disco. Me parece incomprensible que la base fuesen los temas de sus dos últimos trabajos (y de estos encima se dejaron fuera “Lucha de gigantes” y “Desordenada habitación”) arrinconando los de los primeros de los que interpretaron sólo tres de “Nacha Pop” (“Chica de ayer”, “Nadie puede parar” y “Antes de que salga el sol”) y metiendo en un medley los dos de “Buena disposición” (“Atrás” y “Alta tensión”) y el de “Más números…” (“Como hasta hoy”). Me temo que el tratar de buscar un equilibrio en tre los temas de uno y otro hicieron que se primaran otras cosas antes que la calidad de las composiciones y claro, si al final el reparto de temas era al cincuenta por ciento, en los del principio los de Antonio eran la gran mayoría por lo que la solución fue correr un tupido velo sobre esa etapa de la banda (y que encima es la mejor).

También recibieron críticas por el formato elegido pero, dadas las circunstancias tampoco se podia elegir otro. Habían pasado de ser un cuarteto a incorporar teclados y un saxofón (¿existe algún instrumento más genuinamente ochenteno? En los 80 daba la sensación de que si tu banda no tenia un saxo directamente no existías…), por lo que parecía lógico que tratasen de reproducir sobre el escenario como sonaban sus últimos discos por lo que incluyeron un segundo teclado, y un tercer guitarrista por si las moscas, y unas coristas (otro elemento imprescindible de la época)… Incluso en algún tema un segundo bajo y otra batería… Y la verdad es que sonaron de miedo…

Personalmente me gustan más otros conciertos que tengo de ellos en los que suenan igual de potentes pero más frescos e inspirados a pesar de los defectos que a veces se descubren (por ejemplo uno en rockola en 1983 que además tiene un buen sonido y limpiándolo un poco se podría publicar perfectamente) pero, a pesar de su perfección y ese sonido tan compacto que tiene creo que consigue transmitir la emoción que se vivieron aquellas noches. Y es que, si el grupo tenía un estricto guión que seguir y del que no debían salirse, el público no, y ellos son precisamente los que con su pasión desbordada dotan de magia y emoción la grabación.

Desde la primera canción se les escucha de fondo acompañar al grupo (y eso que limpiaron todo lo posible las cintas) consiguiendo que lo que de entrada estaba condenado a ser un frío disco en directo se transformara en algo orgánico con vida propia que reflejase a la perfección el momento histórico preciso en el que el mejor grupo de los 80 interpretaba sus últimas notas. Todo eso sucedió el 19 y 20 de octubre de 1988 (la segunda noche fue mejor y prácticamente todas las tomas del disco son de esa noche)… Ese último día el sol se ocultó antes de tiempo y, aunque volvió a salir a la mañana siguiente, en muchos aspectos de momento seguimos a oscuras.

Título: 80 / 88
Producción: Carlos Narea
Grabado en: “Jácara Plató” (Madrid) con la “Fleetwood Movile Studio”
Editado por: Polygram Ibérica
Canciones:
Cara A
- Puertas abiertas
- Grité una noche
- Relojes en la oscuridad
- Sentado al borde de ti
- No me olvido
Cara B
- Cada uno su razón
- Nuevo plan
- Medley (Con tal de regresar + Como hasta hoy + Atrás + Miedo al terror + Pagas caro mi humor + Alta tensión)
- Nadie puede parar
Cara C
- Asustado estoy
- Lo que tú y yo sabemos
- Chica de ayer
- Una décima de segundo
Cara D
- Vístete
- Quien soy
- Déjate ver ya
- Antes de que salga el sol
- Sol del Caribe

lunes, 9 de noviembre de 2009

La resurrección del muro sobre Berlín

Han pasado 20 años de la caída del muro así que hoy toca poner un granito de arena para este coñazo colectivo que venimos sufriendo esta última semana y contar como casi un año después de su desaparición (el 21 de julio de 1990) se levantó en la Potsdamer Platz, ante la misma Puerta de Brandenburgo y por obra y gracia de Roger Waters, uno nuevo de 170 metros de largo y 25 de alto para mayor gloria del rock como espectáculo global.

Todo comenzó varios años antes cuando Waters conoció a Leonard Cheshire (un héroe de la Segunda Guerra Mundial que a la vuelta de la contienda fundó un hogar para discapacitados y que en la actualidad cuenta con cerca de 200), y este le propuso hacer algo para impulsar una nueva obra benéfica que se traía entre manos para crear una reserva económica para asistir a las victimas en desastres y catástrofes futuras. Era septiembre de 1989 y su idea consistía en volviera a montar “The Wall” como reclamo publicitario y económico asociación. En principio la respuesta fue negativa ya que había jurado no volver a interpretarlo hasta que cayera el de Berlín (su padre murió en la guerra y siempre ha vivido obsesionado con ella), aunque se ofreció para dar algún concierto convencional o cualquier otra cosa que se le pudiese ocurrir.

Lo que ocurre es que la propuesta puso a trabajar el cerebro de Waters, y empezó a sopesar la propuesta como respuesta a la gira triunfal (de la que el mismo había sido victima al coincidir en el tiempo con la suya presentando “Radio KAOS” y que fue un fracaso) que acababan de dar sus antiguos compañeros de Pink Floyd. Se dio cuenta de que el impacto de volver a representar “The Wall” diez años después seria una respuesta incontestable a la osadía de resucitar a la banda (la que el consideraba su banda) sin él, por lo que empezó a darle vueltas a como y donde se podría montar ese concierto benéfico…

Y el milagro sobrevino de repente una noche como la de hoy y todas las piezas encajaron de pronto en la cabeza de Waters. Se puso en contacto inmediato con Cheshire y empezaron a preparar la que estaba llamada a ser la más espectacular producción musical de la historia y una firme aspirante a superar a Woodstock o el Live Aid como mayor acontecimiento global, cultural y político del siglo XX. Las influencias del antiguo militar, además de para conseguir los permisos para realizarlo donde y como querían, fueron claves para incorporar al espectáculo el coro de Alemania Oriental, a los miembros de la Banda de Marchas de la Unión Soviética y dos helicópteros norteamericanos para sobrevolar la plaza mientras sonaba “Another brick in the wall”.

Los poco más de nueves meses que pasaron entre la caída del muro y el concierto de la Potsdamer Platz, Waters los dedico a poner de nuevo en marcha la maquina y adaptar el montaje a unas dimensiones ostensiblemente superiores a las que había utilizado en las 30 representaciones previas de “The Wall” (49 metros de largo por 11 de alto frente a los 170 por 25, de los 340 ladrillos a 2500…). Todo en el show tuvo que ajustarse a las nuevas dimensiones por lo que las marionetas se hicieron el doble de grandes, los equipos de luces se multiplicaron por cuatro, e incluso las proyecciones tuvieron que ser retocadas para no perder definición sobre una pantalla bastante más grande que para la habían sido concebidas.

Los ensayos duraron semanas y el trabajo de los técnicos repasado los equipos y los mecanismos para levantar el muro se repasaron hasta la saciedad ya que no podían permitirse que nada saliese mal. En la anterior gira necesitaron varios conciertos para ajustarlo todo, pero en esta ocasión había una sola oportunidad y un fallo podía suponer pasar de un éxito absoluto a un fracaso garrafal… Y a pesar de todo (y tal vez por la experiencia adquirida diez años antes) dicen Waters no perdió los papeles en ningún momento y capitaneo en proyecto de una forma impecable hasta el punto de que el éxito del evento supuso el suyo propio devolviéndole por méritos propios y por la puerta grande al olimpo del rock.

Cuando por fin llegó el día 250000 personas en directo y 8 millones en todo el mundo por televisión pudieron ver como un enorme muro volvía a levantarse poco a poco en el centro de Berlín a son de las notas de “The Wall” interpretadas por algunos de los artistas más importantes del momento y algunas leyendas vivas del rock (Van Morrison, Sinéad O'Connor, Cyndi Lauper, Scorpions, Bryan Adams, Joni Mitchell, Paddy Moloney, The Band, Marianne Faithfull, Paul Carrack, Thomas Dolby…). Todas las expectativas se vieron superadas tanto en afluencia de publico (la mayor parte acabó colándose por que tuvieron abrir las puertas ante la marea humana que se acercaba a la Potsdamer Platz) como en repercusión mediática gracias a la cual (y a la posterior venta del disco y el video) se pudo recuperar la gran inversión que supuso el montaje y dejar mucho dinero en las arcas de la asociación.

En lo meramente personal hay que reconocer que Waters obtuvo una gran victoria sobre sus ex compañeros ya que, aunque la gira de reunificación concluida un año antes había ido muy bien con más de cinco millones de entradas vendidas y un apoteósico final en Venecia sobre el Gran Canal, sus shows no aportaron nada nuevo y como el disco que presentaban (que era la base de la primera parte del concierto) era bastante flojo, en lo musical dejó un poco frío a los que buscaban a los Floyd de antaño y quedando sólo satisfechos los profesionales de la nostalgia que, eso si, hicieron su agosto.

El en cambio sin traicionarse a si mismo (además dejó claro que el “no iba a celebrar una victoria del capitalismo sobre el socialismo si no la del individuo frente a la tirania que no tiene color”) logró que no se notase la ausencia de los otros y que, mientras cientos de focos recorrían el cielo mezclados con castillos de fuegos artificiales, el ejercito soviético desfilaba bajo el muro y el parodiaba al führer haciendo el paso de ganso, 250000 berlineses acompañaran a gritos el estribillo final de “Tear down the wall!” (Derribad el muro) mientras el tiempo se detenía durante unos instantes para observarles…

sábado, 7 de noviembre de 2009

El fracaso triunfal de Brighton 64

Curiosa esta semana en la me he vuelto a topar con el lado más duro y a la vez más romántico de la mitología del rock. El triunfo y el éxito están bien y supongo que es lo que buscan todos los que se acercan a este mundo, pero el fracaso y la vida en la segunda o tercera división de la música tiene ese halo de romanticismo y añoranza nostálgica que transmiten los perdedores y que al menos a mi me provocan mayor simpatía y credibilidad.

El jueves me contaba Josete de Nutopia lo mal que andan las cosas y por lo que tienen que pasar los que tratan de abrirse un hueco en la música. Si cada día salen en la prensa noticias en las que se cuenta como a gente consagrada la piden porcentajes de los conciertos, congelan la edición de sus discos por falta de liquidez o directamente rompen sus contratos, que no estará pasando con los que empiezan y tratan de meter la cabeza por algún lado… Al menos ellos cuentan con buenas canciones, un cantante como Gelo dotado de una voz con una personalidad arrolladora y la posibilidad de subirse a escenarios de cierto renombre de Madrid, para tratar de buscar ese toque de suerte imprescindible para que un día les cambie la vida... Y a pesar de todo, es tan difícil...

Eso me llevó de nuevo a un libro que leí hace años en el que Ricky Gil cuenta sus recuerdos y la historia de Brighton 64, una de las grandes bandas de los 80 en este país cuyo éxito reside en un fracaso que les ha convertido en auténticos mitos vivientes del rock patrio. Titulado “Bola y cadena” y publicado por la editorial “Milenio”, ya desde las primeras líneas de la introducción nos deja claro el camino por el que nos adentramos y que la suya no es la historia de un paseo entre la nada y el todo si no más bien uno por la nada hacia la nada:

“Escribir unas memorias a los 36 años es una imprudencia. Me da igual. En ningún momento lo hice pensando que se iban a publicar. También puede parecer absurdo relatar la historia de unos grupos tan poco populares como Brighton 64 o Matamala, pero creo sinceramente que aquí radica el posible interés de este libro. Todos hemos oído hablar de los caminos del éxito. En cambio, pocas veces se ha explicado con detalle los entresijos del fracaso. Esta es la historia de cómo disfrutar al máximo de un proyecto eternamente fallido, de cómo ser feliz quedándose a medias, de cómo convertir la frustración en energía para seguir adelante…”

Formada la banda en Barcelona por los hermanos Albert y Ricky Gil a comienzos de los 80, su pop con toques soul directo y eficaz les hizo acreedores a una merecida fama que nunca llegó a trascender más allá de algunos círculos especializados ni a materializarse en ventas. Tal vez “La casa de la bomba” sea la excepción (sonó bastante y consiguió un cierto éxito de ventas), pero no fue suficiente para dar el gran salto que merecían y volvieron a tierra de nadie en la que acabaron quemándose y prefundándose en Brigatones o Malamata para seguir intentándolo una y otra vez… Y así hasta nuestros días…

Se acaban de reeditar en vinilo (lo habían hecho en CD hace unos años en un recopilatorio con el mismo título del libro) sus dos primeros singles grabados en 1983 (“Barcelona blues” y “Deja de tocar a mi chica) y, aunque parezca mentira, la demanda por este material existe hasta el punto de que es probable que en poco tiempo se agote la edición. La historia dice que no triunfaron, pero creo que la realidad dice todo lo contrario. No llegaron a ganarse la vida con su pasión mientras veían que a su lado pasaban otros que con menos cualidades y méritos lograban el éxito que a ellos les era esquivo, pero más de 25 años después habitan en la memoria y los corazones de unos cientos o miles de fans y eso, al final para un creador debería ser más que suficiente.

Tengo compañeros y amigos que entre semana trabajan en fábricas y oficinas oscuras y los fines de semana se montan en la furgoneta para dar un concierto en algún pueblo perdido o se reúnen con sus grupos para ensayar. Gracias a la democratización que las nuevas tecnologías han traído con pocos medios casi todos han podido grabar sus discos con una calidad de sonido más que aceptable que, aunque no les suponen ingresos, al menos tampoco les genera gastos y les permiten así poder seguir tirando.

No llenaran ni estadios, ni palacios de los deportes ni siquiera, en muchos casos, las pequeñas salas en las que tocan, pero eso no merma un ápice su entusiasmo y pasión. Juegan en las ligas menores, pero al subirse al escenario se sienten igual que el más grande de los artistas y al menos así alimentan sus sueños de rock and roll… ¿Existe algo que sea más autentico y real dentro del podrido mundo del rock?