Aunque el cuerpo me pide desahogarme y dar rienda suelta a todos los sentimientos que me provoca ese personajillo que dirige la asociación que gestiona los derechos de autor en este país, pero precisamente por eso creo que debo ser breve. Confieso que cada vez me indigna más la actitud chulesca, prepotente y carente de cualquier tipo de vergüenza con la que se mueve por el mundo sin que nadie sea capaz de poner límites a sus despóticos deseos.
El señor de Los Canarios ni me cae bien ni consigue que me crea lo bueno que de el cuentan los que le rodean, y como además supongo que mientras consiga los objetivos que le marcan (o que el mismo se marca) todo el gremio estará feliz y aplaudirá su gestión, pues hay poco que hacer y decir a los músicos que le mantienen ahí, pero yo les aconsejaría que aprendiesen de lo que les rodea y recordasen el viejo refrán que dice eso de que “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”
De Luis Aguilé, una vez repasada su discografía, sólo conozco “Cuando salí de Cuba” por lo que no existe ningún vinculo emocional ni artístico que me lleven a defenderlo, y más cuando su imagen me evoca lo más rancio y oscuro de la historia de este país. Su éxito, además; hizo de él un esclavo de la agrupación de Teddy por la que se partió la cara durante años de una forma tan irracional que a veces le situó en posturas tan deleznables como el tener que defender el alto precio de los discos como un acto de libertad comercial.
La cosa es que este defensor de los derechos de autor falleció el pasado 10 en Madrid a causa de una larga enfermedad, y su familia (por la dedicación del susodicho a la casa y la cantidad de pasta que la ha hecho ganar en más de 50 años de carrera) solicitó a Teddy que les permitiese instalar la capilla ardiente en su sede del Palacio de Longoria, y como todo el mundo sabe, estos defensores de los intereses de los artistas se lo denegó con la excusa de que debería reunirse todo el consejo para tomar esa decisión y a esas horas eso era imposible.
Ya he comentado que a mi la muerte de Luis Aguilé me generado una indiferencia absoluta y nunca me habría planteado escribir media línea de el si no llega a suceder el asunto este, pero aunque así sea hay que reconocer que el agravio comparativo con respecto al caso de Antonio Vega que recibió toda la colaboración por parte de la institución. Supongo que si los dos son miembros, lo mínimo que deberían hacer es tratar a todos por igual, y más cuando posiblemente Aguilé les haya hecho ganar muchísimo mas dinero que mi añorado Antonio…
Por eso los músicos, aunque esta corrida la hayan visto desde la barrera, deberían empezar a pedir explicaciones a sus representantes ya que lo que están consiguiendo es que sobre un gremio como el suyo hasta hace poco admirado y respetado esté cayendo ultimamente el desprecio de la gran mayoría de la población que le desea para su negocio la mayor de las desgracias. En cualquier caso lo que deberían tener claro es que tarde o temprano se van sentir estafados ellos y cuando de verdad los necesiten les dejaran tirados en la cuneta por mucho dinero que hayan ingresado a sus arcas.
Ellos son así…
El señor de Los Canarios ni me cae bien ni consigue que me crea lo bueno que de el cuentan los que le rodean, y como además supongo que mientras consiga los objetivos que le marcan (o que el mismo se marca) todo el gremio estará feliz y aplaudirá su gestión, pues hay poco que hacer y decir a los músicos que le mantienen ahí, pero yo les aconsejaría que aprendiesen de lo que les rodea y recordasen el viejo refrán que dice eso de que “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”
De Luis Aguilé, una vez repasada su discografía, sólo conozco “Cuando salí de Cuba” por lo que no existe ningún vinculo emocional ni artístico que me lleven a defenderlo, y más cuando su imagen me evoca lo más rancio y oscuro de la historia de este país. Su éxito, además; hizo de él un esclavo de la agrupación de Teddy por la que se partió la cara durante años de una forma tan irracional que a veces le situó en posturas tan deleznables como el tener que defender el alto precio de los discos como un acto de libertad comercial.
La cosa es que este defensor de los derechos de autor falleció el pasado 10 en Madrid a causa de una larga enfermedad, y su familia (por la dedicación del susodicho a la casa y la cantidad de pasta que la ha hecho ganar en más de 50 años de carrera) solicitó a Teddy que les permitiese instalar la capilla ardiente en su sede del Palacio de Longoria, y como todo el mundo sabe, estos defensores de los intereses de los artistas se lo denegó con la excusa de que debería reunirse todo el consejo para tomar esa decisión y a esas horas eso era imposible.
Ya he comentado que a mi la muerte de Luis Aguilé me generado una indiferencia absoluta y nunca me habría planteado escribir media línea de el si no llega a suceder el asunto este, pero aunque así sea hay que reconocer que el agravio comparativo con respecto al caso de Antonio Vega que recibió toda la colaboración por parte de la institución. Supongo que si los dos son miembros, lo mínimo que deberían hacer es tratar a todos por igual, y más cuando posiblemente Aguilé les haya hecho ganar muchísimo mas dinero que mi añorado Antonio…
Por eso los músicos, aunque esta corrida la hayan visto desde la barrera, deberían empezar a pedir explicaciones a sus representantes ya que lo que están consiguiendo es que sobre un gremio como el suyo hasta hace poco admirado y respetado esté cayendo ultimamente el desprecio de la gran mayoría de la población que le desea para su negocio la mayor de las desgracias. En cualquier caso lo que deberían tener claro es que tarde o temprano se van sentir estafados ellos y cuando de verdad los necesiten les dejaran tirados en la cuneta por mucho dinero que hayan ingresado a sus arcas.
Ellos son así…
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