No es ni mucho menos la primera vez que se pasa por aquí uno de los pioneros del rock and roll pero, de todos ellos, he de confesar que es por Gene Vincent por el que siento una especial simpatía que va más allá de lo meramente musical y se instala en lo personal. Ya he contado en alguna ocasión (y creo que con la clase de contenidos de este blog queda bastante claro) que, decantándome por sonidos menos puros y más evolucionados y fusionados, no puedo dejar disfrutar del autentico rock de los 50, más si tenemos en cuenta que mi proceso de aprendizaje musical hace 25 años (y hoy en día también) lo viví rodeado de rockers y, aunque yo no caí en las garras de Presley, Holly, Berry, Perkins, Lee Lewis, Domino, Cochran, Diddley, Richard o Vincent, aprendí a amarlos y respetarlos como los padres que son de todo lo que vino después…
Lo que sucede es que de entre todos ellos uno destacaba ante mis ojos adolescentes (y supongo que ante el de todos mis colegas que empezaban a imitarle) y no era otro que el gran macarra del rock and roll metido en la piel de Gene Vincent que, al margen de su imagen de tipo duro siempre enfundado en cuero negro y metido en problemas, vivía atormentado por las bofetadas constantes que había ido recibiendo y que hizo que se le conociese como el “Príncipe negro”, aunque también (y que me gustan más) como “The catman” o “El gato salvaje de Norfolk”.
De sus orígenes se sabe que nació en una familia muy humilde en 1935 en Norfolk (Virginia). Cuenta la leyenda que se aproximó a la música a través del gospel y el blues, y que a los 12 años mientras paseaba por su pueblo vio a un cantante callejero aporreando un bidón y cantando algo así como lula lula lula (anécdota en la que muchos estudiosos del rock han creído ver el origen del “Be-bop-a-lula”). A los 17 se enroló en la marina y durante cuatro años recorrió el mundo empezando a actuar en pequeños conciertos para sus compañeros en los que tocaba temas de country y blues.
Pero si eso fue importante para coger tablas y ver que era capaz de enfrentarse al público, más si cabe lo fue el accidente de moto que sufrió en 1955 cuando se encontraba destinado en la base de Norfolk y que le rompió el fémur izquierdo. Durante varios meses quedó postrado en cama así que para matar el tiempo se dedicó a practicar con la guitarra y mejorar su técnica, por lo que cuando a finales de año es licenciado con una pensión vitalicia (lo que económicamente le solucionaba la vida) decidió que intentaría abrirse camino en el mundo de la música.
En la emisora de radio local le conceden un show y una banda de acompañamiento, pero como sus miembros vienen del country por lo que no conecta con ellos así que contacta con la gente de “The Virginians” (un grupo local) que se rebautizan como The Blue Caps (siempre actúan con viseras azules) y con los que hará la transición al rockabilly. Y es que al margen de otras cosas, a Vincent una de las cosas que hay que aplaudirle es que, lejos de repetir las formulas de éxito que Elvis acababa de instaurar, el siempre buscó hacer algo nuevo y lo consiguió gracias a la originalidad de los arreglos musicales, las improvisaciones de las partes instrumentales y la gran calidad de los músicos que le acompañaban (Cliff Gallup a la guitarra, Jack Neal con el bajo y Dickie Harrell en la batería).
Un discjockey local amiguete de Gene envió a Ken Nelson (director artístico de Capitol) una maqueta que habían grabado, y como estos andaban buscando algo que repitiese el éxito que RCA había logrado con Elvis, deciden contratarle mientras se frotan las manos convencidos de que con el darán un nuevo pelotazo. La discográfica contrató a varios músicos profesionales para sustituir a los Blue Caps, pero cuando la banda aterriza en Nashville y se enteran de los planes Vincent se niega a grabar con nadie que no sea su grupo ya que al fin y al cabo sólo ellos tocan rockabilly. Finalmente “Capitol” cede y el 4 y 5 de mayo de 1956 graban “Be-bop-a-lula”, “Race with the devil”, “I sure miss you” y “Woman love” en las que sobre todas las cosas destacan la salvaje voz de Vincent y los enloquecidos punteos de Gallup.
El 2 de junio aparece el primer single del grupo, con “Woman love” en la cara A y “Be-bop-a-lula” en la B, y nada habría ocurrido si a un dj no se le ocurre pinchar la cara B (que Vincent queria que fuese la A) que inicia una carrera vertiginosa del tema de emisora en emisora que acaba metiendo el 10 de julio la canción en el “Top 20”. Desde ese momento todo cambia para ellos y empiezan a recorrer el país con un caché de 1500 dólares por concierto que hace que todos abandonen sus trabajos. En uno de esos conciertos las fans asaltan el escenario tratando de desnudar a la banda (que pasa la noche en los calabozos), dando origen a la leyenda de rebeldía que desde entonces acompañará al grupo para siempre (y que hace que algunos artistas se nieguen a compartir escenario con ellos)
Empiezan a sucederse algunos éxitos, los discos, las giras y muchas polémicas, y poco a poco, al ritmo en el que los Blue Caps originales empiezan a abandonar y son sustituidos por músicos profesionales, Estados Unidos comienza a olvidarse de él. Ayuda bastante que los problemas en la pierna le obligan a reducir las giras, que su mala fama haga que mucha gente se la tenga jurada y que “Capitol” se niegue a pagar a los críticos (que conscientes de su influencia querían entrar en el reparto del pastel), pero sobre todo es su actitud autodestructiva que le empuja a gastarse todo el dinero (el suyo y el de la banda) en vicios lo que finalmente dinamita su carrera y le obliga a un exilio artístico a Europa.
Se instala en Inglaterra y realiza giras periódicas por el continente hasta que en 1960 sufre el accidente en el que muere su amigo Eddie Cochran que hace que hunda totalmente. Cuando años más tarde intenta volver a la música el pop británico ha cambiado completamente así que a lo largo de los 60 sobrevive de apariciones en directo en Europa y de grabar en multitud de pequeños sellos mientras va perdiendo el poco encanto que le quedaba. Su vida se convierte en una huida hacia delante con amores pasajeros y líos judiciales con sus ex mujeres, conciertos repetitivos y carentes de alma (fracasa en el revival rocanrolero de 1968 en USA) y cientos de litros de alcohol y gramos de droga circulando por su sangre…
Un día como hoy de 1971 murió en Los Angeles solo y olvidado con apenas 36 años, y desde ese momento, como por desgracia suele suceder, nació un mito que todavía hoy continua muy vivo gracias a su música... Y si las chicas de mi adolescencia preferían a Elvis (en el mejor de los casos ya que la gran mayoría perdían la cabeza con Hombres G) y los chicos se quedaban con Vincent y Cochran, yo me decantaba por otras cosas políticamente más incorrectas dentro de mi cuadrilla aunque en el fondo (y sobre todo por que mi carácter no daba para eso), siempre desee ser ese tipo atormentado que vestido de negro inventó su propia forma de ver el rock and roll.
Lo que sucede es que de entre todos ellos uno destacaba ante mis ojos adolescentes (y supongo que ante el de todos mis colegas que empezaban a imitarle) y no era otro que el gran macarra del rock and roll metido en la piel de Gene Vincent que, al margen de su imagen de tipo duro siempre enfundado en cuero negro y metido en problemas, vivía atormentado por las bofetadas constantes que había ido recibiendo y que hizo que se le conociese como el “Príncipe negro”, aunque también (y que me gustan más) como “The catman” o “El gato salvaje de Norfolk”.
De sus orígenes se sabe que nació en una familia muy humilde en 1935 en Norfolk (Virginia). Cuenta la leyenda que se aproximó a la música a través del gospel y el blues, y que a los 12 años mientras paseaba por su pueblo vio a un cantante callejero aporreando un bidón y cantando algo así como lula lula lula (anécdota en la que muchos estudiosos del rock han creído ver el origen del “Be-bop-a-lula”). A los 17 se enroló en la marina y durante cuatro años recorrió el mundo empezando a actuar en pequeños conciertos para sus compañeros en los que tocaba temas de country y blues.
Pero si eso fue importante para coger tablas y ver que era capaz de enfrentarse al público, más si cabe lo fue el accidente de moto que sufrió en 1955 cuando se encontraba destinado en la base de Norfolk y que le rompió el fémur izquierdo. Durante varios meses quedó postrado en cama así que para matar el tiempo se dedicó a practicar con la guitarra y mejorar su técnica, por lo que cuando a finales de año es licenciado con una pensión vitalicia (lo que económicamente le solucionaba la vida) decidió que intentaría abrirse camino en el mundo de la música.
En la emisora de radio local le conceden un show y una banda de acompañamiento, pero como sus miembros vienen del country por lo que no conecta con ellos así que contacta con la gente de “The Virginians” (un grupo local) que se rebautizan como The Blue Caps (siempre actúan con viseras azules) y con los que hará la transición al rockabilly. Y es que al margen de otras cosas, a Vincent una de las cosas que hay que aplaudirle es que, lejos de repetir las formulas de éxito que Elvis acababa de instaurar, el siempre buscó hacer algo nuevo y lo consiguió gracias a la originalidad de los arreglos musicales, las improvisaciones de las partes instrumentales y la gran calidad de los músicos que le acompañaban (Cliff Gallup a la guitarra, Jack Neal con el bajo y Dickie Harrell en la batería).
Un discjockey local amiguete de Gene envió a Ken Nelson (director artístico de Capitol) una maqueta que habían grabado, y como estos andaban buscando algo que repitiese el éxito que RCA había logrado con Elvis, deciden contratarle mientras se frotan las manos convencidos de que con el darán un nuevo pelotazo. La discográfica contrató a varios músicos profesionales para sustituir a los Blue Caps, pero cuando la banda aterriza en Nashville y se enteran de los planes Vincent se niega a grabar con nadie que no sea su grupo ya que al fin y al cabo sólo ellos tocan rockabilly. Finalmente “Capitol” cede y el 4 y 5 de mayo de 1956 graban “Be-bop-a-lula”, “Race with the devil”, “I sure miss you” y “Woman love” en las que sobre todas las cosas destacan la salvaje voz de Vincent y los enloquecidos punteos de Gallup.
El 2 de junio aparece el primer single del grupo, con “Woman love” en la cara A y “Be-bop-a-lula” en la B, y nada habría ocurrido si a un dj no se le ocurre pinchar la cara B (que Vincent queria que fuese la A) que inicia una carrera vertiginosa del tema de emisora en emisora que acaba metiendo el 10 de julio la canción en el “Top 20”. Desde ese momento todo cambia para ellos y empiezan a recorrer el país con un caché de 1500 dólares por concierto que hace que todos abandonen sus trabajos. En uno de esos conciertos las fans asaltan el escenario tratando de desnudar a la banda (que pasa la noche en los calabozos), dando origen a la leyenda de rebeldía que desde entonces acompañará al grupo para siempre (y que hace que algunos artistas se nieguen a compartir escenario con ellos)
Empiezan a sucederse algunos éxitos, los discos, las giras y muchas polémicas, y poco a poco, al ritmo en el que los Blue Caps originales empiezan a abandonar y son sustituidos por músicos profesionales, Estados Unidos comienza a olvidarse de él. Ayuda bastante que los problemas en la pierna le obligan a reducir las giras, que su mala fama haga que mucha gente se la tenga jurada y que “Capitol” se niegue a pagar a los críticos (que conscientes de su influencia querían entrar en el reparto del pastel), pero sobre todo es su actitud autodestructiva que le empuja a gastarse todo el dinero (el suyo y el de la banda) en vicios lo que finalmente dinamita su carrera y le obliga a un exilio artístico a Europa.
Se instala en Inglaterra y realiza giras periódicas por el continente hasta que en 1960 sufre el accidente en el que muere su amigo Eddie Cochran que hace que hunda totalmente. Cuando años más tarde intenta volver a la música el pop británico ha cambiado completamente así que a lo largo de los 60 sobrevive de apariciones en directo en Europa y de grabar en multitud de pequeños sellos mientras va perdiendo el poco encanto que le quedaba. Su vida se convierte en una huida hacia delante con amores pasajeros y líos judiciales con sus ex mujeres, conciertos repetitivos y carentes de alma (fracasa en el revival rocanrolero de 1968 en USA) y cientos de litros de alcohol y gramos de droga circulando por su sangre…
Un día como hoy de 1971 murió en Los Angeles solo y olvidado con apenas 36 años, y desde ese momento, como por desgracia suele suceder, nació un mito que todavía hoy continua muy vivo gracias a su música... Y si las chicas de mi adolescencia preferían a Elvis (en el mejor de los casos ya que la gran mayoría perdían la cabeza con Hombres G) y los chicos se quedaban con Vincent y Cochran, yo me decantaba por otras cosas políticamente más incorrectas dentro de mi cuadrilla aunque en el fondo (y sobre todo por que mi carácter no daba para eso), siempre desee ser ese tipo atormentado que vestido de negro inventó su propia forma de ver el rock and roll.
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