lunes, 19 de octubre de 2009

La niña rockera - XIII

Una cosa que no deja de sorprenderme de los niños en general y de mi niña rockera en particular es la facilidad que tienen para asimilar cosas que aparentemente no han visto o no les ha llamado la atención y lo rápido que se olvidan de otras que, desde la lógica de un adulto, debería parecerles la bomba. Lo cierto es que ellos en ningún momento nos engañan, y ya con el primer regalo que les haces te dejan claro que les divierte más la caja o el papel de envolver que el súper regalo que va dentro, pero a pesar de todo nosotros no aprendemos y seguimos empeñándonos en complicarnos (y complicársela a ellos) la vida…

Pero hoy no quiero hablar de esa estúpida costumbre de los adultos y si de la facilidad de quedarse con las cosas que tienen… Y es que hace varias semanas la niña rockera y yo íbamos paseando tranquilamente (bueno, la verdad es que íbamos con prisa y yo un poco estresado por que ella y su hermana me estaban dando la mañana) cuando al pasar delante del escaparate de una tienda de enmarcar cuadros y láminas se paró en seco y se quedó mirando fijamente al interior. Tiré de ella y la dije que me estaba empezando a cansar, y fue entonces cuando señalando una reproducción a gran escala de “El grito” de Munch me dijo “Mira papi, ese disco lo tenemos nosotros…”

Miré el cuadro mientras repasaba mentalmente las portadas de los discos, y cuando al cabo de unos segundos localicé al que creía que ella se refería la dije “no es un disco si no un CD de un concierto pirata de un grupo que se llamaba Héroes Del Silencio…” Pero ella me cortó e insistió con un “no papa, es un disco de color marrón, ¿no te acuerdas?...” Y claro, no me acordaba, aunque como la veía tan convencida preferí no llevarla más la contraria y esperar a llegar a casa para que me enseñara la portada en cuestión…

Ni que decir tiene que lo primero que hicimos nada más atravesar la puerta fue dirigirnos a la estantería de los vinilos y empezar a repasar uno por uno todos los discos hasta que al cabo de unos minutos nos dimos de frente con el “In the court of de Crimson King” de los King Crimson, e inmediatamente comprendí lo estúpido que había sido al no darme cuenta de que ese era el disco al que se refería… “Ves papi, es igual”, me dijo sonriendo mientras le señalaba.

Pero entonces cometí el error de patético adulto cuadriculado herido en su orgullo y encendí el ordenador para buscar una imagen del cuadro y mostrarla como claramente no se parecían en nada más que las dos estaban gritando… Y por desgracia me cargué la magia ya que en silencio las observó y al cabo de unos segundos y sin decir nada se dio la vuelta y se marchó a su habitación… Fue entonces cuando me di cuenta de que la había cagado y que para ella lo divertido y estimulante era creer que eran iguales y haberse dado cuenta mientras paseábamos por la calle.

Cuando volvió su madre a casa intenté remediar mi error contándola que la niña se había dado cuenta de que el disco y el cuadro de Munch eran iguales, pero para mi salvación ya era demasiado tarde y la peque no estaba muy dispuesta a ponérmelo fácil… Sin siquiera mirarme respondió que no eran iguales y que la dejase en paz mientras se abrazaba a su madre y a mi me dejaba compuesto y sin anécdota…

Han pasado tres semanas desde aquello y ahora si se los enseño no reconoce (o más bien no quiere reconocer) ni el cuadro ni el disco. Se que lo hace por despecho y para castigarme pero, dado que en esta ocasión tiene razón para hacerlo, lo mejor es dejarlo estar ya que todo ha vuelto a la normalidad hasta el punto de que me ha pedido que la ponga el disco de King Crimpson (cuando hasta ese momento nunca se había detenido en él aunque está claro que si se había fijado)

Tendrá que esperar un poco a que acaben de arreglarnos el amplificador (llevo un par de meses sin el aunque parece que por fin ya se ve la luz al final del túnel) y, aunque se que no la va a gustar, al menos ha recuperado el interés por escuchar algo nuevo y mío… Y eso que a día de hoy lo que más la gusta es escuchar las canciones de la serie “Lazy town”…

Sin duda dios me está castigando por algo malo que hice en otra vida…

2 comentarios:

gotiquillo dijo...

Willie, te quedaste en la superficie, en las formas, mientras la niña roquera llegó a la esencia, a la idea. Quién fue el adulto y quién el niño? Quién vio simples molinos y quién vio gigantes?

Anónimo dijo...

Willie,reconoce que Mara te da mil vueltas y que te puede la envidia.
La raza mejora de generación en generación.
Curro.