viernes, 8 de mayo de 2009

El año que amé a Carole King

No puedo dejar de sentir cierta conmoción cada vez que el “Trapestry” se cruza en mi vida. Lo cierto es que esta es más bien la historia de un niño de 11 años que por primera vez se siente fascinado por la portada de un disco, pero también la de una relación que 27 años después se mantiene como el primer día. Fue el año del mundial de España y por la razón que fuese apareció por casa una colección de unos 20 vinilos entre los que había uno en cuya carpeta aparecía una mujer sentada junto a una ventana con un gato a sus pies mirando a la cámara.

El único tocadiscos que teníamos en esos momentos era uno de esos que juntando el plato con los altavoces se transformaban en una maleta y por mi edad aún tenia vetado poner yo solo. Tras semanas observando la portada y mientras mi curiosidad crecía, decidí que ese disco le tenia que escuchar pero, como no me atrevía a pedir a mis padres que me lo pusiesen, haría yo solo cuando no hubiese nadie que me pusiese molestar. Ya no recuerdo las circunstancias que hicieron que me quedara solo aquella tarde, pero si que después de tanto tiempo esperando que llegase el momento cuando por fin llegó no sentí una emoción especial.

Todo cambio cuando conseguí posar la aguja sobre el vinilo sin problemas y empezaron a sonar las primeras notas del piano de Carole King en “I feel the earth move”. No sabría expresar lo que sentí por que no era comparable con nada de lo que había sentido hasta ese momento, pero hizo que una gran felicidad recorriera mi cuerpo. El disco me gustó sin más, pero me sentí bien y me animó a seguir investigando, un poco a escondidas, entre la colección de vinilos de mis padres. Fue un año maravilloso ya que buscaba cualquier ocasión para poder escuchar a escondidas música en el tocadiscos y fue ahí cuando empecé a enamorarme perdidamente no de una portada si no de lo que había dentro de ella, pero todo lo bueno tiene su fin.

Un día me pillaron y, aunque la bronca fue por que debería estar estudiando en lugar de perder el tiempo, tardé en volver a hacerlo. Cuando por fin decidí pinchar otra vez un disco volví a elegir el “Trapestry” y esta vez lo hice abiertamente en un momento en el que no tenia nada que hacer y estaban mis padres en casa. Ese día si que estaba nervioso y es que esperaba que estallase la tormenta, pero finalmente no fue así. Cuando acabé de escucharlo respiré aliviado y eufórico, tanto por lo que había hecho sentir el disco como saber que podría escuchar libremente música en el tiempo libre sin tener que recurrir a nadie (mi madre me dijo que recogiese el tocadiscos y no que no lo pusiese).

Nunca me molestado en investigar demasiado la biografía de Carole y no he vuelto ni a comprar ni a escuchar otro disco suyo que no fuese este. Tras años escribiendo éxitos para otros empezó a interpretar sus propias canciones, y después de un dubitativo debut publicó “Trapestry” en 1971. Fue numero uno en su país y esta 15 en el ranking de disco más vendido de los 70, y desde ese momento se convirtió en una de las mujeres más respetadas de la música americana con una carrera de bastante éxito... Y poco más puedo decir de ella...

Desde entonces su voz y piano me han acompañado, siempre con cuanta gotas, a lo largo de los años provocando siempre sensaciones parecidas. Todos los platos que he tenido los he estrenado con ese disco y al final su contenido también ha conseguido enamórame, pero si por algo es importante en mi vida es por que el año que lo deseé fue también en el que la música se coló por mis venas para no salir de ellas nunca más.

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