viernes, 15 de mayo de 2009

Nacha Pop, como la lluvia al sol

Estos días me está costando sentarme a escribir más de lo habitual, y creo que parte de la culpa la tiene la gran cantidad de cosas que me gustaría contar y el poco espacio del que dispongo. Nada me impide llenar folios y folios y luego colgarlos, pero me marqué el límite de dos hojas como máximo, y eso me obliga a resumir los contenidos. En el caso de Nacha Pop (como en el de algún artista más) la dificultad de recortar contenidos es mayor que en otros casos ya que mis conocimientos sobre su carrera y su obra es bastante grande, y me cuesta pasar por alto anécdotas o hechos que yo considero determinantes aunque tal vez no lo fueran de forma inmediata.

Supongo que con el tiempo iré centrándome en momentos y hechos más puntuales y concretos (empezaré el domingo hablando del origen de la banda, antes de que Ñete sustituyera a Jaime Conde en la batería, con el concierto en el Teatro Barceló de teloneros de Siouxsie & The Banshees como excusa), pero hoy me limitaré a trazar un pequeño perfil del grupo, lo que significaron en ese Madrid que despertaba y lo que lo fueron después una vez que se separaron. Los logros, discografía y demás datos biográficos han aparecido estos días en todos los medios y todo el mundo se ha declarado ferviente seguidor de la banda de toda la vida, pero no nos engañemos, la realidad con la que se encontró la banda desde el principio fue bien distinta.

Nacha Pop fue, durante sus diez años de vida, un grupo minoritario que nunca vendió más de 20000 copias (y eso que en los 80 muchos grupos alcanzaron al menos el disco de oro sin demasiados problemas) y que si se mantuvo unido durante tanto tiempo fue gracias a unos seguidores muy fieles y al apoyo de la crítica especializada para los que siempre fueron sus niños mimados. La formación histórica de la banda que grabaría casi todos los discos estaba compuesta por Ñete a la batería, Carlos Brooking en el bajo y los primos Antonio Vega y Nacho García Vega que tocaban la guitarra y se repartían las tareas de composición, interpretación vocal, y vino forzada por la exigencia por parte de la compañía del cambio del batería por su baja calidad. Esa fue, como veremos más tarde, la única vez que los Nacha se plegaron a las exigencias de la industria lo que seguramente provocó que nunca tuviesen el éxito que su calidad merecía.

Con nuevo dueño en la baquetas y Teddy Bautista de productor entraron a grabar su primer disco y, aunque parezca increíble, gracias a la labor de Teddy consiguieron que al menos sonara a lo que ellos querían. En aquellos años lo normal era que las compañías impusieran al productor y que este hiciese con las canciones lo que le diera la gana, lo que llevó a que muchos grupos (el caso más claro es el de Mamá) se estrellaran en el primer LP y desaparecieran de la circulación tras el segundo (si es que lo llegaban a grabar). En ese sentido ellos tuvieron suerte ya que él les dejo manga ancha y se limitó a darles consejos y a tratar de que sonasen como lo hacían los discos de los artistas ingleses que les gustaban.

La ventaja que tenían respecto al resto de la primera oleada de grupos que grabaron su primer disco a principios de los 80 era que ellos sabían tocar y dedicaban casi todo el tiempo a ensayar por lo que, a pesar de no vender tanto como esperaban, su fama como grupo de directo empezó a crecer y eso les llevó a ser cabeza de cartel de prácticamente todos los festivales que se organizaron en Madrid a lo largo de esos años. Su segundo trabajo también pinchó en ventas pero, una vez más, la crítica se entusiasmó y sus conciertos, llenos de fuerza e intensidad, les sirvieron para responder con hechos a los que les tachaban de blandos. Como “Hispavox” no estaba satisfecha con sus resultados ni ellos con el trato recibido decidieron romper relaciones y dar el salto a DRO, una compañía independiente recién nacida en la que esperaban encontrar el cariño que no habían encontrado en la multinacional.

Con ellos grabaron “Más números, otras letras” y el maxi de “Una décima de segundo” cuyos buenos resultados les llevaría en 1985 de nuevo a una multinacional. Y es que ellos desde el principio lo que buscaban era el éxito y la repercusión, no tanto por la fama y el dinero sino porque querían que su música llegase a todo el mundo, y lograr eso en una empresa con más medios resultaría más sencillo. Lo que sucede es que para alcanzar ese objetivo tenían que plegarse a demasiadas exigencias y ellos, aunque querían triunfar, no estaban dispuestos a ceder en nada en lo que no creyeran, lo que les creo en las compañías y en algunos medios de comunicación generalistas una fama de difíciles que no se correspondía con la realidad. El caso más sonado es su negativa a ceder los derechos de sus canciones a “Los 40 Principales” como condición para ser numero uno en sus listas. Esto hizo que nunca alcanzaran un puesto destacado en esa lista (eran la emisora musical que casi todo el mundo escuchaba y lo que no sonaba en “Los 40” no existía) y que, aunque mantenían a sus fieles, no lograran incrementar sus ventas.

Este no llegar a ningún sitio y un cambio de orientación en los gustos (sobre todo en los de Nacho) de sus compañeros hizo que Ñete dejara la banda y se convirtieran en trío. Después de eso sólo grabaron “El momento” en 1987 y el directo un año después, pero en muchos aspectos la banda ya estaba tocada de muerte. Estas primeras disputas, unido a la adicción de Antonio, hacían difícil mantener el equilibrio en el seno de Nacha Pop y más cuando, por mucho que hiciesen no lograran la repercusión que otros grupos de su generación que habían sobrevivido si que estaban alcanzando. Sabían que la calidad de sus discos estaban muy por encima de la media, que sus directos eran potentes y que además estaban dispuestos a trabajar todo lo que fuese necesario para alcanzar su objetivo (aunque no a venderse), pero a pesar de eso no lograban dar el gran salto así que el desánimo y cierta frustración empezaron a instalarse en el grupo.

Antonio se fue encerrando más en si mismo, y el contar con él para ensayar cada vez se hizo más complicado. Además el ego de los primos habían hecho que desde la llegada de nuevo a una multinacional (en este caso Polydor) se repartieran los temas del disco al cincuenta por ciento lo que marcó definitivamente la dualidad entre la lluvia y el sol que formaban Nacha Pop. El fin fue inevitable aunque algunos no fuimos conscientes hasta que la separación era un hecho. En mi caso fue paseando por la Gran Vía mientras escuchaba el estreno en la radio del primer single del “80 – 88” y desde entonces nada volvió a ser lo mismo. Unos meses después empecé la universidad y con ella una nueva etapa en perdí gran parte de mi ingenuidad y la creencia de que todo es eterno. Pero de lo que ya en ese momento fui consciente fue de que esa música era parte de mi y que, aunque siguiese escuchándola el resto de mi vida, el instante al que irremisiblemente me conduciría siempre seria a esos años que ellos y yo dejábamos atrás...


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