El 22 de mayo de 1974, el productor y crítico musical John Landau escribía en el The Real Paper tras ver un concierto de un joven artista algo así como: “He visto el futuro del rock’n’roll. Su nombre es Bruce Springsteen. En una noche en la que necesitaba sentirme joven, él me ha hecho sentir como si escuchara música por primera vez”. El tipo en cuestión no se puede decir que fuese un lumbrera ya que años antes había machacado en la “Rolling Stone” el “Sticky fingers” de los Stones y después de esta cita hizo lo propio con el “Blonde on blonde” de Dylan, por lo que cuando menos habría que decir que tiene un criterio muy particular. Y a eso voy. Al margen de la opinión y de que se comparta o no, Landau consiguió dar con una frase lapidaria, que ya ha alcanzado la categoría de mítica, y que a todos los que escribimos sobre música nos hubiese gustado ser su autor.
Hoy me gustaría ser capaz de poder empezar a hablar del concierto que anoche dio Wilco en el “Teatro Calderón” de Madrid con una frase rompedora del tipo de la de Landau, pero nunca he sido demasiado bueno en esto de hacer crónicas de conciertos y hoy, que todavía no he sido capaz de reponerme, me temo que lo seré menos que nunca. He visto un par de veces su reciente DVD y, aunque es muy bueno, ni de lejos es capaz de reflejar lo que supone un espectáculo de los chicos de Jeff Tweedy, y mi mono por volver a verles de nuevo en lugar de mitigarse se hace más grande. Es cierto que no es una situación desconocida para mi, ya que las anteriores veces que les vi tuve sensaciones similares, pero esta vez es distinta, más intensa tal vez...
Todo lo que me viene a la cabeza son ideas inconexas y muchas emociones así que, para leer algo más coherente y profesional, lee la crónica aparecida en “El País” que seguro que es más imparcial ya que, lo que continuación vienen son las reflexiones de un fan confeso y rendido a los pies del grupo más grande de la última década. Y es que hoy por hoy que nadie dude que Wilco se han convertido en el referente más importante del rock de este siglo, y si lo de ayer lo repiten cada noche no soy capaz de imaginar donde van a ser capaces de llegar.
Es cierto que el entorno (un teatro que no llega a mil localidades) ayudó y que la percepción de que están tocando sólo para ti genera una subida extra de adrenalina, pero en cualquier caso, esa capacidad para mantener durante casi dos horas y media la emoción a flor de piel pasando en segundos de los guitarrazos y distorsión a la melodía más dulce que se pueda imaginar (dios, casi me muero con la versión que se sacaron de “Via Chicago”) solo ellos son capaces de conseguirlo. Creo que sobra la puntualización, pero Wilco no es un grupo ni para todos los públicos ni fácil para quien no tenga una cierta formación auditiva así que seguidores de OT o de grupos prefabricados (esos que difícilmente son capaces de captar la emoción más allá de un guiño del triunfito de turno) absteneros, estamos hablando de palabras mayores...
Por empezar por algo, diré que el repertorio seleccionado rozó la perfección, y a pesar de eso, si hubiesen elegido otras 25 canciones distintas con toda seguridad estaría hablando en los mismos términos. Además cada concierto es un misterio en si mismo, y como tienen preparadas prácticamente todas las canciones que han grabado (el año pasado dieron 4 conciertos seguidos en los que repasaron toda su discografía) nunca sabes por donde pueden salir (en el DVD de “Ashes of american flags” se ve comoen la prueba de sonido cogen un papel con los títulos de todas sus canciones y van marcando las elegidas). Anoche el gran peso del show lo llevaron los temas de “A ghost is born” que, sumados a los de “Yankee hotel foxtrot”, supusieron más de la mitad de los que sonaron, aunque al final a excepción de su primer trabajo (“AM” – 1995) todos se vieron representados con al menos un par de canciones (incluido el que aparecerá a finales de junio del que interpretaron tres).
La gran sorpresa fue la aparición, al inicio del segundo bis, de “A magazine called Sunset”, un tema que descartaron del “Yankee” y que posteriormente incluyeron en una edición especial para Australia. Desde entonces solo la habían interpretado 29 veces en directo y fue realmente maravilloso el momento en el que sonaron los primeros compases y fui consciente del regalo que nos estaban obsequiando Tweedy y los suyos. Otros momentos estelares (por destacar alguno) fueron la ya mencionada “Via Chicago” (en la que se reúnen todas las señas de identidad del grupo), “Misunderstood” abriendo el primer bis, “Impossible Germany”, “Hoodoo voodoo” o el apoteósico final con “I'm a wheel”, aunque, la verdad, en justicia debería nombrar todas por que juntas formaron una unidad que rozó la perfección a lo largo de las dos horas y veinte que duró el show.
Y que decir de la banda... Hace tiempo (concretamente desde el 21 de marzo de 2005) que pienso que Glenn Kotche es el mejor batería del mundo y una vez más volvió a demostrarlo. El es el hecho diferencial, la base sobre la que se sustenta el sonido de la banda no sólo porque está permanentemente inventando algo, si no por ser capaz de llevar al resto de la banda a su terreno y guiarlos de una forma magistral hacia el objetivo final. Sólo por verlo en acción merece la pena pagar el precio de la entrada. Destaca también la labor de Nels Cline y sus estratosféricos punteos que, cuando se sienta a la steel guitar, se transforman en música celestial. Sus duelos con Pat Sansone hay veces que rozan lo increíble dejando al propio Tweedy (que no es mal guitarrista) en mero comparsa en bastantes fases del concierto. Tanto Stirratt como Jorgensen están a la altura de sus compañeros aunque claro, no destacan tanto como los otros (el bajo y el teclado tampoco dan para muchos alardes) y a veces son injustamente desplazados a un segundo plano que en absoluto merecen.
Creo que resulta difícil brillar más, ejecutar un repertorio con mayor precisión y tocar la fibra de la audiencia con mayor acierto, pero es que además lo hacen con tanta clase que acojona. Sublimes e impecables no puedo imaginar que a nadie le puedan dejar indiferente... El domingo veré a Neil Young y ahora me aterra pensar que me decepcione y no aguante la comparación con ellos. Siento que he sido testigo de algo realmente grande y, como le pasó a Landau hace 35 años, que ha pasado ante mis ojos el pasado, el presente y el futuro del rock... Su nombre Wilco.
Hace 1 año
1 comentario:
Estimado Mctell, el concierto de Wilco en Madrid (Castilla) fue muy emocionante. Tanto como la posibilidad que tenemos los castellanos de votar por nuestra tierra en las siguientes elecciones europeas. Votemos a la Iniciativa Internacionalista - Solidaridad entre los Pueblos!!!
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