Hacer una pequeña semblanza de un grupo que lleva casi 35 años de carrera más o menos continuada (debe ser junto a Burning el grupo de rock más longevo) y 19 discos editados a sus espaldas se me antoja un tanto complicado y además no me apetece demasiado. Lo que sucede es que hoy por casualidad me he encontrado en una tienda de discos de segunda mano (a un precio absolutamente prohibitivo) con una copia del primer disco de los Ñu “Cuentos de ayer y de hoy”, y me han venido de golpe a la cabeza los primeros años 90 en los que de una forma machacona me los tuve que tragar cada vez que coincidía con mi primo Lucas, y me han entrado ganas de comentar algunas anécdotas de sus orígenes como banda (los recuerdos de esos años me los guardo para mi)
He de decir que para él junto a La Banda Trapera del Río y Manolo Kabezabolo eran lo más en aquella época y, si bien a mi el que más me llamaba la atención e interesaba era el primer cantautor punk (algún día tendré que dedicarle un hueco para analizar y reconocer el gran valor de sus letras), aprendí a convivir con ellos e incluso a apreciarlos un poquito por lo que acabé buceando en la obra y biografía que, como ocurre con todos los pioneros (por que ellos lo fueron), en muchos casos las suyas parecen historias de Paco Martínez Soria en “La ciudad no es para mi”...
Para los que no sepan nada de este grupo madrileño diré (pecando de reduccionista) que son la versión española de los Jethro Tull y que José Carlos Molina es nuestro Ian Anderson particular. Sus orígenes se remontan a 1974 momento en el que Rosendo Mercado y Molina deciden cambiar el nombre del grupo que tenían junto a Fermín Galán Lerena y que se llamaba “Fresa” (y que además de tocar en verbenas y guateques habían acompañado a la mismísima Jeanette) por uno más llamativo y sonoro. Cuentan que se decantaron por el de Ñu como reivindicación a la Ñ española ya que en aquella época casi ningún grupo de rock de por aquí hacia letras en castellano, además de por que quedaba muy resultón en los carteles de los conciertos.
La personalidad de José Carlos Molina fue una de las causas por las que todo se fue al garete aunque se puede decir que el primer paso de la ruptura de la banda se dio cuando Rosendo fue llamado a filas allá por 1975. Al margen de ser testigo de la Marcha Verde, fue allí donde empezaron a marcarse las diferencias musicales entre ellos y mientras éñ pensaba en un giro hacia lo más guitarreo, Molina en Madrid empezaba a tomar las riendas del grupo aprovechando la ausencia de su compañero. Buscó un guitarrista que lo sustituyera y con el que empezó a montar canciones más orientadas al rock progresivo por lo que cuando el de Carabanchel por fin regresó de la mili se encontró con que las puertas del grupo se le empezaban a cerrar ya que o se sometía a lo que Molina decía o la batalla estaba servida.
Su primera referencia discográfica es un single de 1976 publicado por RCA / Ariola que graban aprovechando las horas libres que les quedan tras servir de apoyo en el estudio a Kurt Savoy (conocido en la época y perdido en el túnel del olvido) y luego les editan sin que ellos lo sepan. Después de esto fichan por la independiente “Beverly Records”, y el primer trabajo que editan es un recopilatorio llamado “Ni los unos, ni los otros, sino todo lo contrario” en el que no aparecen los Ñu por no tener nada grabado para ellos. Para compensarles les vuelven a editar el single que ya tenían publicado y son la primera banda a la que graban un disco entero. Por desgracia para ellos la discográfica quiebra antes de ver la luz el que debía haber sido su primer LP y el estudio se queda con los masters, aunque como este también desaparece al poco tiempo estos masters desaparecen para siempre (probablemente se los llevara algún trabajador) quedando para la historia como uno de los primeros discos fantasmas del rock español y con el que pagaban su primera novatada en un mundillo que como quien dice empezaba a arrancar en nuestro país.
Tal vez ese hecho fue el que mantuvo unida a la banda algo más de tiempo ya que la perspectiva de que algo podía suceder hizo que todos se tragaran los sapos que empezaban al llevar dentro y que trataran de remar en la misma dirección. Pero ya he dicho que el carácter de Molina era complicado, y los enfrentamientos no eran solo con los miembros de su banda (a excepción de Rosendo ya no quedaba ninguno de la formación inicial y a lo largo de los años han pasado por Ñu ni mas ni menos que 50 músicos distintos ), si no que poco a poco los problemas con la gente de Coz, Bloque y demás grupos del momento hicieron que nadie se quisiese relacionar con ellos y que a un bonachón como Rosendo le fuese minando poco a poco la moral. Hay que recordar que en la prehistoria del rock patrio muchas veces los pocos artistas que había dentro de este genero solían coincidir en los pocos festivales que se organizaban o en bolos que preparaba algún promotor de provincias.
Finalmente en 1977 tras un concierto en “El parque de atracciones” de Madrid en el que Molina se negó a tocar por que no le gustaba el equipo de sonido que habían contratado, Rosendo decide tirar la toalla y ofrece a los dos músicos que iban a entrar a formar parte de Ñu que no lo hicieran y se fuesen con el al nuevo grupo que quería formar. Se trataban de Ramiro Penas y Chiqui Mariscal, y la historia dice que acertaron en su decisión ya que formaron parte de Leño, una de las bandas más míticas y añoradas del rock español, mientras que si se hubieran quedado con Molina seguro que más pronto que tarde hubiesen engrosado la lista de exmiembro de Ñu.
Ambos firmaron casi simultáneamente por “Chapa” y publicaron su primeros discos, llamados “Cuentos de ayer y de hoy” el de unos y “Leño” el de los otros, y si bien en un principio las dos carreras circularon por la autopista del éxito, con los años, una vez que Molina dejó de facturar discos de calidad (por que hay que reconocer que a pesar del pobre sonido y lo pretencioso de muchos de los arreglos se pueden encontrar cosillas interesantes en sus primeros trabajos) que justificasen ante las compañías su comportamiento hacia el mundo que le rodeaba, su nombre se fue diluyendo entre el de la multitud de grupos y solistas que empezaban a surgir.
Muchos achacan a su actitud y carácter la falta de oportunidades y de la cantidad puertas que se han ido cerrando ante sus narices a lo largo de los años (continuo movimiento de músicos y malos rollos con las discográficas, prensa especializada y promotores de conciertos), pero está claro que además de todo eso hay que reconocer en lo musical no ha sabido evolucionar y el tiempo ha demostrado que el camino tomado por su compañero fue muchísimo más acertado que el suyo. En cualquier caso, y a pesar de que Rosendo me pone muchísimo más, son los Ñu los que consiguen que cierta nostalgia me agarre cada vez que se cruzan en mi camino... Ya ves, cosas que tiene la música...
He de decir que para él junto a La Banda Trapera del Río y Manolo Kabezabolo eran lo más en aquella época y, si bien a mi el que más me llamaba la atención e interesaba era el primer cantautor punk (algún día tendré que dedicarle un hueco para analizar y reconocer el gran valor de sus letras), aprendí a convivir con ellos e incluso a apreciarlos un poquito por lo que acabé buceando en la obra y biografía que, como ocurre con todos los pioneros (por que ellos lo fueron), en muchos casos las suyas parecen historias de Paco Martínez Soria en “La ciudad no es para mi”...
Para los que no sepan nada de este grupo madrileño diré (pecando de reduccionista) que son la versión española de los Jethro Tull y que José Carlos Molina es nuestro Ian Anderson particular. Sus orígenes se remontan a 1974 momento en el que Rosendo Mercado y Molina deciden cambiar el nombre del grupo que tenían junto a Fermín Galán Lerena y que se llamaba “Fresa” (y que además de tocar en verbenas y guateques habían acompañado a la mismísima Jeanette) por uno más llamativo y sonoro. Cuentan que se decantaron por el de Ñu como reivindicación a la Ñ española ya que en aquella época casi ningún grupo de rock de por aquí hacia letras en castellano, además de por que quedaba muy resultón en los carteles de los conciertos.
La personalidad de José Carlos Molina fue una de las causas por las que todo se fue al garete aunque se puede decir que el primer paso de la ruptura de la banda se dio cuando Rosendo fue llamado a filas allá por 1975. Al margen de ser testigo de la Marcha Verde, fue allí donde empezaron a marcarse las diferencias musicales entre ellos y mientras éñ pensaba en un giro hacia lo más guitarreo, Molina en Madrid empezaba a tomar las riendas del grupo aprovechando la ausencia de su compañero. Buscó un guitarrista que lo sustituyera y con el que empezó a montar canciones más orientadas al rock progresivo por lo que cuando el de Carabanchel por fin regresó de la mili se encontró con que las puertas del grupo se le empezaban a cerrar ya que o se sometía a lo que Molina decía o la batalla estaba servida.
Su primera referencia discográfica es un single de 1976 publicado por RCA / Ariola que graban aprovechando las horas libres que les quedan tras servir de apoyo en el estudio a Kurt Savoy (conocido en la época y perdido en el túnel del olvido) y luego les editan sin que ellos lo sepan. Después de esto fichan por la independiente “Beverly Records”, y el primer trabajo que editan es un recopilatorio llamado “Ni los unos, ni los otros, sino todo lo contrario” en el que no aparecen los Ñu por no tener nada grabado para ellos. Para compensarles les vuelven a editar el single que ya tenían publicado y son la primera banda a la que graban un disco entero. Por desgracia para ellos la discográfica quiebra antes de ver la luz el que debía haber sido su primer LP y el estudio se queda con los masters, aunque como este también desaparece al poco tiempo estos masters desaparecen para siempre (probablemente se los llevara algún trabajador) quedando para la historia como uno de los primeros discos fantasmas del rock español y con el que pagaban su primera novatada en un mundillo que como quien dice empezaba a arrancar en nuestro país.
Tal vez ese hecho fue el que mantuvo unida a la banda algo más de tiempo ya que la perspectiva de que algo podía suceder hizo que todos se tragaran los sapos que empezaban al llevar dentro y que trataran de remar en la misma dirección. Pero ya he dicho que el carácter de Molina era complicado, y los enfrentamientos no eran solo con los miembros de su banda (a excepción de Rosendo ya no quedaba ninguno de la formación inicial y a lo largo de los años han pasado por Ñu ni mas ni menos que 50 músicos distintos ), si no que poco a poco los problemas con la gente de Coz, Bloque y demás grupos del momento hicieron que nadie se quisiese relacionar con ellos y que a un bonachón como Rosendo le fuese minando poco a poco la moral. Hay que recordar que en la prehistoria del rock patrio muchas veces los pocos artistas que había dentro de este genero solían coincidir en los pocos festivales que se organizaban o en bolos que preparaba algún promotor de provincias.
Finalmente en 1977 tras un concierto en “El parque de atracciones” de Madrid en el que Molina se negó a tocar por que no le gustaba el equipo de sonido que habían contratado, Rosendo decide tirar la toalla y ofrece a los dos músicos que iban a entrar a formar parte de Ñu que no lo hicieran y se fuesen con el al nuevo grupo que quería formar. Se trataban de Ramiro Penas y Chiqui Mariscal, y la historia dice que acertaron en su decisión ya que formaron parte de Leño, una de las bandas más míticas y añoradas del rock español, mientras que si se hubieran quedado con Molina seguro que más pronto que tarde hubiesen engrosado la lista de exmiembro de Ñu.
Ambos firmaron casi simultáneamente por “Chapa” y publicaron su primeros discos, llamados “Cuentos de ayer y de hoy” el de unos y “Leño” el de los otros, y si bien en un principio las dos carreras circularon por la autopista del éxito, con los años, una vez que Molina dejó de facturar discos de calidad (por que hay que reconocer que a pesar del pobre sonido y lo pretencioso de muchos de los arreglos se pueden encontrar cosillas interesantes en sus primeros trabajos) que justificasen ante las compañías su comportamiento hacia el mundo que le rodeaba, su nombre se fue diluyendo entre el de la multitud de grupos y solistas que empezaban a surgir.
Muchos achacan a su actitud y carácter la falta de oportunidades y de la cantidad puertas que se han ido cerrando ante sus narices a lo largo de los años (continuo movimiento de músicos y malos rollos con las discográficas, prensa especializada y promotores de conciertos), pero está claro que además de todo eso hay que reconocer en lo musical no ha sabido evolucionar y el tiempo ha demostrado que el camino tomado por su compañero fue muchísimo más acertado que el suyo. En cualquier caso, y a pesar de que Rosendo me pone muchísimo más, son los Ñu los que consiguen que cierta nostalgia me agarre cada vez que se cruzan en mi camino... Ya ves, cosas que tiene la música...
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