miércoles, 22 de octubre de 2008

Alta honestidad / Suciedad brutal

Mañana es el 57 cumpleaños del gran Charly García, y lo más normal habría sido dedicarle a él estas líneas. Pero sucede que he visto que Calamaro anda de gira por hispanoamérica, y ya que ambos tienen algunos puntos en común, y el bueno de Charly está recibiendo palos a diestro y siniestro tras su ingreso en un psiquiátrico, sólo me quedaba, o elogiarle hasta la nausea propia y ajena (y no tengo mucho cuerpo para hacerlo) o reflexionar un rato sobre los últimos años de Andrés... y que saliese lo que dios quisiera.

Para empezar diré que creo que, si el rock en castellano a lo largo de los 90 tuviese que tener un solo nombre escrito en letras de oro, este debería ser el suyo. Si se mira objetivamente lo que hizo a lo largo de esa década solo cabe quitarse el sombrero y aplaudir. Y es que primero en compañía de Rot, Infante, Vilella y Zamora, y luego en solitario, reinventó el rock en castellano absorbiendo desde el tango y la canción sudamericana al reggae, la rumba y el rock and roll de toda la vida, para devolvernos un cóctel de ritmos y emociones en forma de canciones que se clavaban directamente en el centro del estómago y conseguían que te retorcieses de placer y de dolor a partes iguales (o viceversa).

Tras el final de Los Rodríguez, y antes del nuevo milenio, tuvo tiempo de facturar dos discos soberbios. En 1997 "Alta suciedad" podría haber sido perfectamente la continuación lógica del "Palabras más..." y no habría desentonado lo más mínimo dentro de la discografía de la banda. Muy guitarrero y lleno de pegadizos estribillos, está compuesto bajo unos patrones que no hacían presagiar lo que se nos avecinaba. En 1999 y metamorfoseado (solo hace falta ver la portada del disco) en Dylan nos escupió "Honestidad brutal", una obra de arte magistral en la que desparrama todo su talento en una colección de canciones que alcanzan la condición de prodigio si las analizas en su globalidad, y de milagro si lo haces individualmente. Compuesto durante la ruptura con su pareja, no ha vuelto a facturar nada que aguante medio asalto en una comparación con el. Es su obra cumbre, así que desde ahí sólo cabía un viaje al fondo del pozo.

Instalado en Buenos Aires consiguió que en 2000 le publicasen "El salmón", un álbum quintuple con primeras tomas que podría haber sido un interesantísimo bootleg, pero que está muy poco trabajado y es demasiado denso e inabarcable para ofrecerlo como obra al mismo nivel de las anteriores... Y después el silencio. Continuó con un ritmo frenético de composición y grabación, y creo que poco a poco fue fraguando el principio de su fin. Una canción debe tener su propia vida y esperar que el tiempo las deje su poso y las vista, pero en este frenesí lo olvidó y dotó de igual categoría todos los temas ya fuesen potencialmente buenos, regulares o malos. Regaló cientos de maquetas y se encerró en su mundo aislándose completamente del exterior.

Hasta 2005 que volvió a subirse a un escenario tras más de un lustro sin hacerlo, solo publicó "El cantante", un disco en el que ejerce de crooner con tres canciones propias y el resto clásicos de la música sudamericana. Después vino un directo grabado con Bersuit como banda de apoyo en lo que fue conocido como "El regreso", varias giras en compañía de gente como Ariel Rot o Fito y sus Fitipaldis, un disco de tangos, y por fin en 2006 el autentico retorno al estudio para grabar temas nuevos. En "El palacio de las flores" el grueso del disco son temas ya colgados en la red con el lavado de cara que supone pasar por un estudio, un par de versiones y algún tema de Litto Nebbia que ejerce de productor. Agua para su primer disco en siete años.

"La lengua popular" es un retorno a las guitarras, pero en este punto ya poco importa lo que haga. La gente le considera un mito al que todo se le perdona y un par de canciones justifican un disco. Porque ese (y no es poco) es todo su bagaje. Una soberbia colección de temas que defender sobre un escenario mientras espera que la lucecita de la genialidad vuelva a encenderse, aunque me temo que eso no sucederá. Ahora es feliz, ha sido padre, y los tiempos de la alta honestidad y la suciedad brutal pasaron a mejor vida hace tiempo... y ya no volverán.

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