Ha pasado ya algo más de un año de la grabación del último disco de Javier Krahe. Le llamó "Querencias y extravíos", y fui uno de los afortunados que pudo asistir al Café España de Valladolid donde, a lo largo de una semana (del 16 al 19 de octubre de 2007), desgranó sus nuevos temas en unas condiciones físicas totalmente adversas para él. Sufría, como en uno de sus discos, dolor de garganta, y esto le impedía cantar en las mejores condiciones. Durante el primer día corrió el rumor de que la grabación se iba a suspender o que lo que saliese de ella no iba a ser utilizado, pero los que teníamos entradas para los siguientes días, respiramos tranquilos cuando nos enteramos que en la primera fecha las cosas, dadas las circunstancias, habían salido bastante bien.
He de confesar que, si a estas alturas de la vida alguien me preguntase eso de ¿y tu, que quieres ser de mayor?, mi respuesta sin dudarlo un momento seria Javier Krahe. Leí hace años la biografía que en 1991 publico la Editorial Júcar escrita por Ángel Vivas, más recientemente las "Charlas con un vago burlón" de Paloma Leyra, y por ultimo he visto varias veces la película "Esta no es la vida privada de JK" de Ana Murugarren y Joaquín Trincado, y de todas estas fuentes he sacado esa conclusión. Si en este mundillo de los que se suben a un escenario hay un personaje cuya filosofía vital se aproxima a la mía (y además la lleva a cabo hasta sus últimas consecuencias), este es él.
Vamos a ver, no negaré que en un momento dado podría llegar a gustarme el rollo de llenar estadios y plazas de toros, pero su camino es el que me habría gustado para mí de haber dispuesto del mínimo talento. Aunque ya había escrito la letra de algunas canciones, se subió por primera vez a un escenario cuando estaban a punto de iniciarse los 80 y de cumplir los 35. Fue Chicho Sánchez Ferlosio el que le empujó (casi literalmente) a que interpretara sus temas en La Aurora, y en vista de que a la gente le gustó continuó haciéndolo.
En esos primeros días conoció a Sabina con el que enseguida congenio, y al poco tiempo estaban compartiendo espectáculo en La Mandrágora (un sotanillo en la Cava Baja que también frecuentaban Javier Ruibal, Tamariz, Forges, Hilario Camacho, Almodovar, Alpuente...) Pronto llego "Valle de lágrimas" para CBS, cierto reconocimiento en el ambiente, Tola y la televisión, el disco con Joaquín y Alberto Pérez, giras por el país... Y al final una bronca en la que Javier tuvo que ejercer de árbitro, el finiquito del trío y cada uno por lado (aunque Krahe y Sabina mantuvieron amistad y colaboración durante un tiempo). El broche de esta etapa le puso la interpretación de "Cuervo ingenuo" en un concierto que iba a ser emitido por televisión y que finalmente fue censurado. Además los ayuntamientos del PSOE (que en 1986 eran la mayoría) dejaron de contratarlo y como los de la derecha tampoco lo hacían, para mantener su independencia y libertad no le quedo otra opción que refugiarse en pequeños clubs (garitos como le gusta llamarlos a él) que es donde continua.
Cada otoño inicia una gira que le lleva más o menos por los mismos sitios de siempre. Hace algún teatro, visita sitios nuevos, pero fundamentalmente es fiel a los locales que le han ido acogiendo a lo largo de los años. En navidades hace el Café Central de Madrid, y hasta primavera sigue girando, siempre de lunes a jueves para descansar el fin de semana. En verano, puentes, fiestas profanas y de guardar y cada vez que tiene ocasión se baja a Zahara, y el resto del tiempo lo dedica a leer, a disfrutar de su familia y escribir canciones. Además es socio de su propia discográfica, los músicos que le acompañan son sus amigos y por sistema no madruga nunca. ¿Se puede pedir más?
Pero ¿cual es el secreto su éxito de minorías? Yo diría que sus canciones, pero claro, es difícil de argumentar cuando posiblemente, en lo musical, sea de lo peorcito que se puede escuchar. La clave está en que necesita un receptor inteligente y dispuesto a escuchar y asimilar sus letras, y por eso su público siempre ha sido selecto y especial, y así se lo ha hecho sentir a ellos, y creo que así le gusta a él que sea. Al igual que Georges Brassens, su maestro, ha dedicado su talento a cantar con ironía y humor, pero le ha dado una vuelta más incorporando el sarcasmo, cierta mordacidad, un toque de desenfreno e irreverencia, y todo para retratar una sociedad en la que se mueve como pez en el agua pero por la que parece pasar de puntillas.
PD - Concluyo compartiendo un mensaje que recibí de un amigo al que le regalé por su cumpleaños el libro de letras de Krahe: "Quiero morir como Andrés octogenario, con la polla tiesa y una enfermera importada de California..." Amigo, tu si que has captado su esencia...
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