Han sido necesarios más de 30 años para que David Bowie regresase a Berlín para grabar un disco. La informacion aparece en su web a través de un escueto comunicado del artista en el que dice “¡Saludos desde un Berlín nevado! Estoy trabajando con nuevo material”, por lo que poco más es lo que se puede contar, ya que ni se ha filtrado el nombre del productor, ni los músicos que le acompañan, ni la clase de material que está grabando.
La noticia es doble. Por un lado, si se confirma que hay nuevo disco, será el primero desde que en 2003 publicase “Reality” y tuviese que cancelar la gira de presentación a causa de problemas cardiacos (yo fui una de las victimas ya que tenia entradas para verle en Santiago de Compostela, donde era cabeza de cartel en un concierto del Xacobeo, y le tuvieron que sustituir), por otro volverá a grabar en Berlín donde creó las que probablemente sean sus tres últimas obras maestras.
A pesar de haber grabado el fantástico “Station to station” y de su consolidación en Estados Unidos gracias al éxito del single “Golden years”, 1976 no fue un buen año para Bowie. A la ruptura de su matrimonio con Angie había que añadir su fuerte adicción a la cocaína que estaban llevándole a una perdida de conexión con la realidad. Cuenta la leyenda al llegar a la Estación Victoria de Londres recibió desde el tren a los fans que le esperaban con el saluda nazi mientras gritaba que su país necesitaba un “nuevo dictador fascista”. La polémica que se generó fue tan grande que decidió abandonar las drogas y refugiarse en Berlín junto a su amigo Iggy Pop para trabajar juntos.
Los resultado de ese 1977 son simplemente espectaculares. En lo creativo parió “Low” y “Heroes” con la colaboración de Brian Eno cuya aportación, aunque no aparece como productor, se me antoja imprescindible para el nuevo giro en la carrera del Camaleón. Con frecuencia se le ha acusado de ser un hábil ejecutor de ideas ajenas, una especie de parásito que sabe ver hacia donde se dirigen las tendencias para así incorporar y hacer propios (aportándoles su genialidad) los postulados de las mismas. En Alemania descubre a Kraftwerk con lo decide experimentar con la música electrónica y el pop de vanguardia, logrando un resultado que dejó estupefactos a sus fans (sobre todo por los instrumentales de Eno) y fascinada a la prensa especializada.
Además, entre ambos discos, ayudo a relanzar la carrera de Iggy produciendo y co-escribiendo casi todos los temas de “The idiot” y “Lust for life” y acompañándole de gira como teclista. Hay que decir que la situación personal del de Detroit no era mucho mejor así que mientras comparten piso se desintoxican aunque a su vez se sumergen en la sórdida vida nocturna berlinesa de la que sacan inspiración sin recaer en sus adicciones. Ambos lograron sus objetivos, se recuperaron de sus problemas y produjeron dos álbumes cada uno que acabarían pasando a la historia como una de las colaboraciones más fructíferas que hayan existido entra dos artistas con proyectos separados.
La “trilogía de Berlín” se cerró en 1979 con “Lodger”, un disco en el que desaparece la aportación instrumental de Eno para adentrarse en las nuevas corrientes más pop que se vislumbraban para los 80. La trilogía, con ese sonido opaco y experimental, seria determinante en algunos de los nuevos movimientos musicales que se estaban generando en esos momentos como el rock gótico, la new wave, el post punk o el new romantic.
Bowie seguiría reinventándose a lo largo de años demostrando que el paso del tiempo no afecta a su talento ni a su capacidad para innovar, aunque en mi opinión no volvería a firmar una obra realmente redonda de esas que aparecen en las antologías de mejores de la historia del rock. Ahora ha vuelto a Berlín y espero y deseo que sea para, por fin tres décadas después, volver a entregarnos una obra maestra.
La noticia es doble. Por un lado, si se confirma que hay nuevo disco, será el primero desde que en 2003 publicase “Reality” y tuviese que cancelar la gira de presentación a causa de problemas cardiacos (yo fui una de las victimas ya que tenia entradas para verle en Santiago de Compostela, donde era cabeza de cartel en un concierto del Xacobeo, y le tuvieron que sustituir), por otro volverá a grabar en Berlín donde creó las que probablemente sean sus tres últimas obras maestras.
A pesar de haber grabado el fantástico “Station to station” y de su consolidación en Estados Unidos gracias al éxito del single “Golden years”, 1976 no fue un buen año para Bowie. A la ruptura de su matrimonio con Angie había que añadir su fuerte adicción a la cocaína que estaban llevándole a una perdida de conexión con la realidad. Cuenta la leyenda al llegar a la Estación Victoria de Londres recibió desde el tren a los fans que le esperaban con el saluda nazi mientras gritaba que su país necesitaba un “nuevo dictador fascista”. La polémica que se generó fue tan grande que decidió abandonar las drogas y refugiarse en Berlín junto a su amigo Iggy Pop para trabajar juntos.
Los resultado de ese 1977 son simplemente espectaculares. En lo creativo parió “Low” y “Heroes” con la colaboración de Brian Eno cuya aportación, aunque no aparece como productor, se me antoja imprescindible para el nuevo giro en la carrera del Camaleón. Con frecuencia se le ha acusado de ser un hábil ejecutor de ideas ajenas, una especie de parásito que sabe ver hacia donde se dirigen las tendencias para así incorporar y hacer propios (aportándoles su genialidad) los postulados de las mismas. En Alemania descubre a Kraftwerk con lo decide experimentar con la música electrónica y el pop de vanguardia, logrando un resultado que dejó estupefactos a sus fans (sobre todo por los instrumentales de Eno) y fascinada a la prensa especializada.
Además, entre ambos discos, ayudo a relanzar la carrera de Iggy produciendo y co-escribiendo casi todos los temas de “The idiot” y “Lust for life” y acompañándole de gira como teclista. Hay que decir que la situación personal del de Detroit no era mucho mejor así que mientras comparten piso se desintoxican aunque a su vez se sumergen en la sórdida vida nocturna berlinesa de la que sacan inspiración sin recaer en sus adicciones. Ambos lograron sus objetivos, se recuperaron de sus problemas y produjeron dos álbumes cada uno que acabarían pasando a la historia como una de las colaboraciones más fructíferas que hayan existido entra dos artistas con proyectos separados.
La “trilogía de Berlín” se cerró en 1979 con “Lodger”, un disco en el que desaparece la aportación instrumental de Eno para adentrarse en las nuevas corrientes más pop que se vislumbraban para los 80. La trilogía, con ese sonido opaco y experimental, seria determinante en algunos de los nuevos movimientos musicales que se estaban generando en esos momentos como el rock gótico, la new wave, el post punk o el new romantic.
Bowie seguiría reinventándose a lo largo de años demostrando que el paso del tiempo no afecta a su talento ni a su capacidad para innovar, aunque en mi opinión no volvería a firmar una obra realmente redonda de esas que aparecen en las antologías de mejores de la historia del rock. Ahora ha vuelto a Berlín y espero y deseo que sea para, por fin tres décadas después, volver a entregarnos una obra maestra.
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