Hasta ahora en este post dedicado a todos aquellos que, sin ser músicos, tienen una aportación clave dentro del negocio, he hablado de periodistas de prensa y radio, diseñadores de portadas, festivales, salas de conciertos, revistas, discográficas piratas... pero aún me falta nombrar al menos a un representante del gremio más importante junto al artista para la elaboración de un disco... Me estoy refiriendo al productor, ese personaje que dirige la grabación en el amplio sentido de la palabra, dejando su seña de identidad en la misma y que en muchas ocasiones es clave (para bien o para mal ) en el sonido final del producto.
A lo largo de la historia han existido varios productores que se han hecho casi tan famosos como los artistas a los que producían como George Martín (¿alguien duda de lo determinante de su aportación en la carrera de The Beatles?) o Phil Spector con su muro de sonido (lo cierto es que el listado es tan grande que podría llenar varios folios), pero probablemente ninguno hasta ahora había tenido la capacidad de obrar el milagro de levantar carreras y devolver la credibilidad a artistas acabados. Ese hombre es Rick Rubin, y no exagero si digo que dentro del mundo musical es uno de los personajes más influyentes de los últimos veinte años.
Nacido en Nueva York en 1963, con 20 años funda su primer sello “Def American Records” que posteriormente se transformaría en la archifamosa “American Recording”. Empezó produciendo a raperos neoyorquinos, pero enseguida le vino la oportunidad de trabajar para Beaty Boys y no la desaprovechó. Fue pionero en la fusión del del rap y el heavy metal siendo uno de los precursores del metal alternativo (“nu metal”). Pero su primer gran éxito llego en 1991 de la mano del “Blood, sugar, sex magikz” de los Red Hot Chili Peppers que vendio siete millones de copias en EEUU y que los lanzó a sonar en las radios de medio mundo.
A partir de ahí le empezaron a reclamar todo tipo de artistas y ha trabajado para gente como Mick Jagger, Tom Petty , Weezer, Willie Nelson, Slayer, AC/DC, Metallica, Linkin Park, System of a Down, Audioslave, Sheryl Crow, Green Day, Rage Against the Machine, Jay-Z, Limp Bizkit, The Smashing Pumpkins, The Cult, Jackob Dylan... e incluso Dixie Chicks, Justin Timberlake o Shakira. De todos ellos ha sacado lo mejor que tenían, pero al fin y al cabo, casi todos, eran artistas en alza o en sus mejores momentos creativos, por lo que alguien puede decir que su mérito es relativo...
Lo que tiene más difícil explicación es lo que ha conseguido con artistas que hacia años que habían logrado sus mayores éxitos y unánimemente se consideraba que ya estaban para sopitas y buen vino. Y de repente, como por arte de magia, los produce este tío y vuelven al primer plano de la actualidad firmando sus mejores álbumes en años (cuando no de toda su carrera) y vuelven a copar las listas de ventas. El primero con el que obró el milagro fue con Johnny Cash al que produjo seis discos de la serie “American Recordings” y que devolvieron al bueno de Johnny el reconocimiento publico y prestigio y le permitieron morir estando en lo más alto como corresponde a su leyenda.
Algo parecido logró con otra gloria marchita de los 60 como es Donovan que aunque con “Sutras” (1996) no logró vender, si consiguió buenísimas críticas y relanzó una carrera casi apagada. Pero el más difícil todavía estaba por llegar... En 2005 dirigió el retorno de Neil Diamond en “12 songs” logrando unos resultados fantásticos con uno de los artistas más edulcorados del panorama mundial, pero si aquello sorprendió, más si cabe que con el nuevo disco del artista haya logrado desbancar del numero uno de ventas tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña el superpromocionado último disco de Madona.
No sabemos que sorpresas nos depara el futuro, pero parece ser que se ha encargado de la producción de “Anchor”, el nuevo disco de Bob Dylan, que aparecerá este año y que, si mantiene el nivel de los anteriores, con una producción como la de Rubin puede convertirse en el disco del año. Algo parecido debieron pensar los irlandeses de U2 cuando lo contrataron, aunque a mitad de grabación decidieron prescindir de él y reiniciar todo con sus productores habituales (Eno y Lanois, que tampoco son moco de pavo) sin que haya transcendido la razón.
Lo que a estas alturas nadie esta dispuesto a discutir es que es el mejor ymás prestigioso productor del mundo y, que si un artista consigue hacerle creer en su proyecto, el es capaz de conseguir lo que casi nadie. No seré malo y me callaré los dos nombres que me están viniendo a la cabeza en este momento, pero si algún día Rubin los hace resucitar de las cloacas musicales en las que se encuentran ahora, los produce y consigue que sus discos me gusten, me comprometo a... Que queréis que os diga, me comprometo a lo que sea, incluso a empaparme de toda su discografía aunque se me revuelvan las tripas...
A lo largo de la historia han existido varios productores que se han hecho casi tan famosos como los artistas a los que producían como George Martín (¿alguien duda de lo determinante de su aportación en la carrera de The Beatles?) o Phil Spector con su muro de sonido (lo cierto es que el listado es tan grande que podría llenar varios folios), pero probablemente ninguno hasta ahora había tenido la capacidad de obrar el milagro de levantar carreras y devolver la credibilidad a artistas acabados. Ese hombre es Rick Rubin, y no exagero si digo que dentro del mundo musical es uno de los personajes más influyentes de los últimos veinte años.
Nacido en Nueva York en 1963, con 20 años funda su primer sello “Def American Records” que posteriormente se transformaría en la archifamosa “American Recording”. Empezó produciendo a raperos neoyorquinos, pero enseguida le vino la oportunidad de trabajar para Beaty Boys y no la desaprovechó. Fue pionero en la fusión del del rap y el heavy metal siendo uno de los precursores del metal alternativo (“nu metal”). Pero su primer gran éxito llego en 1991 de la mano del “Blood, sugar, sex magikz” de los Red Hot Chili Peppers que vendio siete millones de copias en EEUU y que los lanzó a sonar en las radios de medio mundo.
A partir de ahí le empezaron a reclamar todo tipo de artistas y ha trabajado para gente como Mick Jagger, Tom Petty , Weezer, Willie Nelson, Slayer, AC/DC, Metallica, Linkin Park, System of a Down, Audioslave, Sheryl Crow, Green Day, Rage Against the Machine, Jay-Z, Limp Bizkit, The Smashing Pumpkins, The Cult, Jackob Dylan... e incluso Dixie Chicks, Justin Timberlake o Shakira. De todos ellos ha sacado lo mejor que tenían, pero al fin y al cabo, casi todos, eran artistas en alza o en sus mejores momentos creativos, por lo que alguien puede decir que su mérito es relativo...
Lo que tiene más difícil explicación es lo que ha conseguido con artistas que hacia años que habían logrado sus mayores éxitos y unánimemente se consideraba que ya estaban para sopitas y buen vino. Y de repente, como por arte de magia, los produce este tío y vuelven al primer plano de la actualidad firmando sus mejores álbumes en años (cuando no de toda su carrera) y vuelven a copar las listas de ventas. El primero con el que obró el milagro fue con Johnny Cash al que produjo seis discos de la serie “American Recordings” y que devolvieron al bueno de Johnny el reconocimiento publico y prestigio y le permitieron morir estando en lo más alto como corresponde a su leyenda.
Algo parecido logró con otra gloria marchita de los 60 como es Donovan que aunque con “Sutras” (1996) no logró vender, si consiguió buenísimas críticas y relanzó una carrera casi apagada. Pero el más difícil todavía estaba por llegar... En 2005 dirigió el retorno de Neil Diamond en “12 songs” logrando unos resultados fantásticos con uno de los artistas más edulcorados del panorama mundial, pero si aquello sorprendió, más si cabe que con el nuevo disco del artista haya logrado desbancar del numero uno de ventas tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña el superpromocionado último disco de Madona.
No sabemos que sorpresas nos depara el futuro, pero parece ser que se ha encargado de la producción de “Anchor”, el nuevo disco de Bob Dylan, que aparecerá este año y que, si mantiene el nivel de los anteriores, con una producción como la de Rubin puede convertirse en el disco del año. Algo parecido debieron pensar los irlandeses de U2 cuando lo contrataron, aunque a mitad de grabación decidieron prescindir de él y reiniciar todo con sus productores habituales (Eno y Lanois, que tampoco son moco de pavo) sin que haya transcendido la razón.
Lo que a estas alturas nadie esta dispuesto a discutir es que es el mejor ymás prestigioso productor del mundo y, que si un artista consigue hacerle creer en su proyecto, el es capaz de conseguir lo que casi nadie. No seré malo y me callaré los dos nombres que me están viniendo a la cabeza en este momento, pero si algún día Rubin los hace resucitar de las cloacas musicales en las que se encuentran ahora, los produce y consigue que sus discos me gusten, me comprometo a... Que queréis que os diga, me comprometo a lo que sea, incluso a empaparme de toda su discografía aunque se me revuelvan las tripas...
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