Tras escuchar varios comentarios del concierto de esta noche de Antonio Vega, me quedo con el resumen que me ha hecho David todavía emocionado por lo que habíamos visto y oído... Antonio y el repertorio un 10, el sonido un 4 (sobre todo al principio) y el público un –2. Aunque haré alguna puntualización a sus valoraciones, creo que en general se aproxima bastante a lo que ha sucedido en la actuación de hoy de esta gira por teatros que está grabando para editar un disco en directo, que verá la luz a lo largo del año y promete ser una autentica maravilla.
A pesar de que globalmente he salido muy satisfecho, cualquiera que en alguna ocasión haya asistido a un concierto suyo entenderá que la sensación que suele dejar es que, a pesar de las innumerables luces que tiene, también aparecen algunas sombras que pueden dejar un regusto final extraño... Eso me ha sucedido hoy por culpa de la excesivas expectativas creadas alrededor de este concierto y del público de esta ciudad que, una vez más, ha dado muestras de su incultura y falta de educación musical (y de la otra).
En los últimos tiempos los conciertos se han convertido en un acto social por lo que muchos de los que asisten lo único que buscan es decir que han estado allí. En los de Antonio lo habitual es encontrarse a esa gente haciendo comentarios y chascarrillos sobre su adicción a las drogas y da la sensación de que esperan lo mismo que algunos de los que van a ver a José Tomas, que muera en pleno espectáculo. Por suerte eso ya forma parte del pasado, y cada vez se le ve mejor físicamente aunque a veces, si no conoces las canciones, hay que reconocer que le cuesta entenderle por lo mal que vocaliza.
Curiosamente esos espectadores, como apenas conocen su obra, lo único que esperan es escuchar es “Chica de ayer”, y su pasotismo a lo largo de la actuación se convierte en euforia cuando la escuchan. Fastidia ver como no mueven una ceja en todo el concierto y al terminar la canción en cuestión se levantan de sus asientos para irse sin pedir otro bis cuando probablemente, insistiendo un poco, volvería a salir otra vez al escenario para interpretar algún tema más. Lo único positivo de este final en la noche de hoy ha sido que después de muchísimos años no he sido testigo de un karaoke en el que el público era el que la cantaba mientras Antonio se limitaba a tocar la guitarra, y ha sido él el que la ha cantado de principio a fin. Por eso la nota de –2 puede parecerme incluso generosa y en general se merecerían más puntos negativos.
Respecto a las expectativas creadas no satisfechas lo cierto es que casi toda la culpa la tiene el propio Antonio Vega. En varias entrevistas que he leído ha declarado que esta gira era para grabar un disco en directo en el que entrarían unas cuantas canciones nuevas y, al menos esta noche, no ha sonado ninguna. Además anunciaba conciertos de dos horas que, aunque para lo que en otras épocas nos tenia acostumbrados no ha estado mal (80 minutos), aún queda un poco lejos de lo que a otro artista que no hubiese sido el habríamos consentido... Por que de momento para mi Antonio es intocable y todo se le perdona mientras siga siendo capaz de ofrecernos espectáculos como el que hemos podido vivir hoy.
Y es que no todo es negativo... Realmente sólo son dos chorraditas lo que se le puede echar en cara a él ya que, a pesar de lo deficiente del sonido sobre todo al principio (a lo mejor es que la sala es buena para la música clásica pero no para el rock), todo ha resultado de maravilla y ha sabido no solo mantener el tipo, si no sobreponerse y dar uno de los conciertos más interesantes e intensos que le he visto nunca. Desde que publicó su primer trabajo en solitario en le he visto en todas las giras que ha hecho (y cuando no hacia gira también) por lo que todas las canciones que ha tocado se las había escuchado al menos una vez en directo, pero eso no quita para que algunas de ellas me hayan sorprendido... Ha repescado “Lo que tu y yo sabemos” de los Nacha y también cosas tan curiosas como “Guitarras”, “Lo mejor de nuestra vida” y “No me iré mañana” (de “No me iré mañana” de 1991), “Vapor” y “Lleno de papel” (de “Océano de sol” de 1994) o “Agua de río” y “Entre tú y yo” (de “Anatomía de una ola” de 1998) a los que ha sumado temas más habituales en los últimos años como “Lucha de gigantes”, “Elixir de juventud”, “Océano de sol”, “Pueblos blancos” o “Caminos infinitos”...
Si al final es cierto que de todo esto sale un disco en directo al menos no se parecerá en nada al que publicó en 2002 y recogerá el que probablemente es su mejor momento desde hace muchísimos años. Algunas de las que está tocando no son ni mucho menos sus mejores canciones, pero los arreglos con los que las está vistiendo hacen que ganen muchos enteros. Incluso temas tan clásicos como “El sitio de mi recreo” acaban en un emotivo desarrollo eléctrico e instrumental que la da una nueva vida y hace que se rompa la monotonía para los que la hemos escuchado cientos de veces en directo. La vena jazz con amplios desarrollos, rozando en ocasiones el rock progresivo, y la improvisación pueden orientarnos hacia donde se dirige el nuevo Antonio Vega, pero hasta que no escuchemos su nuevo material...
Lo que más lamentaré será que esta aparición retrasará más tiempo esas nuevas canciones, aunque poder escuchar tranquilamente en casa las curiosas relecturas de estos temas mitigaran un poco mi ansiedad... Cinco discos de estudio y unas 50 canciones desde que en 1988 se separaron Nacha Pop es un escaso bagaje para la cantidad de líneas que de el se han escrito. Ya he dicho que por mi parte yo le perdono todo (o casi todo), y me temo que no soy el único ya que él es, para bien y para mal... ¡Antonio Vega!
A pesar de que globalmente he salido muy satisfecho, cualquiera que en alguna ocasión haya asistido a un concierto suyo entenderá que la sensación que suele dejar es que, a pesar de las innumerables luces que tiene, también aparecen algunas sombras que pueden dejar un regusto final extraño... Eso me ha sucedido hoy por culpa de la excesivas expectativas creadas alrededor de este concierto y del público de esta ciudad que, una vez más, ha dado muestras de su incultura y falta de educación musical (y de la otra).
En los últimos tiempos los conciertos se han convertido en un acto social por lo que muchos de los que asisten lo único que buscan es decir que han estado allí. En los de Antonio lo habitual es encontrarse a esa gente haciendo comentarios y chascarrillos sobre su adicción a las drogas y da la sensación de que esperan lo mismo que algunos de los que van a ver a José Tomas, que muera en pleno espectáculo. Por suerte eso ya forma parte del pasado, y cada vez se le ve mejor físicamente aunque a veces, si no conoces las canciones, hay que reconocer que le cuesta entenderle por lo mal que vocaliza.
Curiosamente esos espectadores, como apenas conocen su obra, lo único que esperan es escuchar es “Chica de ayer”, y su pasotismo a lo largo de la actuación se convierte en euforia cuando la escuchan. Fastidia ver como no mueven una ceja en todo el concierto y al terminar la canción en cuestión se levantan de sus asientos para irse sin pedir otro bis cuando probablemente, insistiendo un poco, volvería a salir otra vez al escenario para interpretar algún tema más. Lo único positivo de este final en la noche de hoy ha sido que después de muchísimos años no he sido testigo de un karaoke en el que el público era el que la cantaba mientras Antonio se limitaba a tocar la guitarra, y ha sido él el que la ha cantado de principio a fin. Por eso la nota de –2 puede parecerme incluso generosa y en general se merecerían más puntos negativos.
Respecto a las expectativas creadas no satisfechas lo cierto es que casi toda la culpa la tiene el propio Antonio Vega. En varias entrevistas que he leído ha declarado que esta gira era para grabar un disco en directo en el que entrarían unas cuantas canciones nuevas y, al menos esta noche, no ha sonado ninguna. Además anunciaba conciertos de dos horas que, aunque para lo que en otras épocas nos tenia acostumbrados no ha estado mal (80 minutos), aún queda un poco lejos de lo que a otro artista que no hubiese sido el habríamos consentido... Por que de momento para mi Antonio es intocable y todo se le perdona mientras siga siendo capaz de ofrecernos espectáculos como el que hemos podido vivir hoy.
Y es que no todo es negativo... Realmente sólo son dos chorraditas lo que se le puede echar en cara a él ya que, a pesar de lo deficiente del sonido sobre todo al principio (a lo mejor es que la sala es buena para la música clásica pero no para el rock), todo ha resultado de maravilla y ha sabido no solo mantener el tipo, si no sobreponerse y dar uno de los conciertos más interesantes e intensos que le he visto nunca. Desde que publicó su primer trabajo en solitario en le he visto en todas las giras que ha hecho (y cuando no hacia gira también) por lo que todas las canciones que ha tocado se las había escuchado al menos una vez en directo, pero eso no quita para que algunas de ellas me hayan sorprendido... Ha repescado “Lo que tu y yo sabemos” de los Nacha y también cosas tan curiosas como “Guitarras”, “Lo mejor de nuestra vida” y “No me iré mañana” (de “No me iré mañana” de 1991), “Vapor” y “Lleno de papel” (de “Océano de sol” de 1994) o “Agua de río” y “Entre tú y yo” (de “Anatomía de una ola” de 1998) a los que ha sumado temas más habituales en los últimos años como “Lucha de gigantes”, “Elixir de juventud”, “Océano de sol”, “Pueblos blancos” o “Caminos infinitos”...
Si al final es cierto que de todo esto sale un disco en directo al menos no se parecerá en nada al que publicó en 2002 y recogerá el que probablemente es su mejor momento desde hace muchísimos años. Algunas de las que está tocando no son ni mucho menos sus mejores canciones, pero los arreglos con los que las está vistiendo hacen que ganen muchos enteros. Incluso temas tan clásicos como “El sitio de mi recreo” acaban en un emotivo desarrollo eléctrico e instrumental que la da una nueva vida y hace que se rompa la monotonía para los que la hemos escuchado cientos de veces en directo. La vena jazz con amplios desarrollos, rozando en ocasiones el rock progresivo, y la improvisación pueden orientarnos hacia donde se dirige el nuevo Antonio Vega, pero hasta que no escuchemos su nuevo material...
Lo que más lamentaré será que esta aparición retrasará más tiempo esas nuevas canciones, aunque poder escuchar tranquilamente en casa las curiosas relecturas de estos temas mitigaran un poco mi ansiedad... Cinco discos de estudio y unas 50 canciones desde que en 1988 se separaron Nacha Pop es un escaso bagaje para la cantidad de líneas que de el se han escrito. Ya he dicho que por mi parte yo le perdono todo (o casi todo), y me temo que no soy el único ya que él es, para bien y para mal... ¡Antonio Vega!
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