lunes, 2 de marzo de 2009

La industria suicida

Hace algo más de un mes que apareció publicado en Estados Unidos “Appetite for self-destruction”, un libro escrito por el periodista Steve Knopper y en el se exponen los grandes errores cometidos por la industria discográfica en los últimos años. Una de las claves del éxito radica en la credibilidad del autor de la obra que, además de ser redactor de “Rolling Stone”, ha sido colaborador en multitud de periódicos y revistas tan variadas como “National Geographic”, “Traveler”, “Newsday” o “The Washington Post”, por lo que tanto la repercusión que ha tenido allí como los ríos de tinta que ha hecho correr han sido enormes.

Lo que me parece un poco lamentable y resulta curioso es que en este país prácticamente ningún medio se ha hecho eco de la existencia y contenidos de este libro, y más cuando una entidad como la que dirige el señor Bautista vive con el grito en el cielo permanentemente por lo mal que están las cosas. Lo que ocurre es que lo fácil es echarle la culpa de todos los males al comprador ahorrándose hacer autocrítica y buscar soluciones y así poder seguir viviendo del cuento. La conclusión final es que ese cúmulo de errores lo que demuestran es que el peor enemigo de la industria discográfica es ella misma y que sólo ellos tienen la culpa de que la situación que ahora estamos viviendo.

A falta de otra información reproduzco la entrevista exclusiva realizada por Itxu Díaz (director de “Popes80”) a Steve Knopper y que el pasado jueves apareció en “El Confidencial Musical”. Aunque creo que se le podía haber sacado un poco más partido al entrevistado, lo que cuenta me parece muy interesante y, a pesar de que ocupa bastante espacio, me parece que merece la pena incluirla integra. Un último consejo Teddy, lee el libro y después, si quieres, hablamos.


Sr. Knopper, ¿qué tal ha sentado el lanzamiento de su libro a la industria musical? ¿Cómo han sido las primeras reacciones?
Hasta ahora he escuchado muy buenos comentarios sobre el libro. Al principio la gente de las discográficas y mis contactos "en las trincheras" musicales decían cosas como "esto es deprimente, no tenía ni idea de que todo esto estaba pasando", pero recientemente altos ejecutivos y otras fuentes con las que he contactado para reportajes en la revista Rolling Stone me han dicho que, más o menos, lo que cuento en el libro es correcto. Es gratificante. Me sorprende, realmente. Creí que recibiría críticas más duras.

“El espectacular fracaso de la industria del disco en la era digital” es el subtítulo de este libro, en el que detalla los errores más graves de la industria discográfica. Yo he escrito y defendido en muchas ocasiones que uno de los grandes errores de la industria ha sido rebelarse contra la natural evolución del progreso tecnológico. A lo largo de los siglos, muchos sectores profesionales de otras áreas han tenido que adaptarse, modernizarse o incluso desaparecer, a causa de los avances. La industria musical no ha aceptado esta realidad. Parece que muchos artistas y discográficas siguen rebelándose contra ese inevitable progreso. Insisten en el error. ¿Comparte usted este análisis?
Sí, creo que tienes razón. La industria discográfica tiene un largo historial de bloqueo a las nuevas tecnologías… Desde la radio a los LPs pasando, como explico en mi libro, por los CDs y, por supuesto, los MP3 y Napster. Es como si la industria de los coches de caballos se hubiera movilizado en contra de la industria del automóvil, tratando de declararla injusta e ilegal. Por supuesto, parte de esta reacción, en el caso de los MP3, nace de una justificada preocupación por la infracción de derechos de autor. Creo que el negocio discográfico hace lo correcto al luchar en los tribunales contra la infracción de derechos de autor y al poner los medios necesarios para proteger lo que es de su propiedad. Pero critico que las discográficas no hayan dado el siguiente paso, que era percibir Napster como una bifurcación en el camino, como un "punto de inflexión estratégico" que podría haber llevado el negocio mucho más lejos.

En otro orden de cosas, ¿qué le parece que un grupo dedique entrevistas de promoción los medios a llamar “ladrones” a los que no compren su disco original? ¿Es realmente efectivo transmitir mensajes tan negativos?
Lo he comentado antes. Creo que la piratería en la música online es injustificable. Y las discográficas y los artistas tienen derecho a hablar en contra de ella, y a referirse a la piratería como “robo” o como algo parecido. Pero llegados a este punto deben aceptarlo como inevitable y dejar de sorprenderse. Deben intentar descubrir un nuevo modelo de negocios para la venta de discos, como Radiohead o Nine Inch Nails. El argumento de las discográficas en la “Era Napster” fue “no se puede competir contra algo gratuito”, pero eso nunca fue cierto, y hoy es cada vez más evidente.

También debemos considerar que la situación que hay alrededor de la industria musical ha cambiado en 2009, tal vez agravando la crisis. ¿Cómo cree que afectará la crisis económica mundial a la industria musical, también en crisis?
Las empresas discográficas no parecen afectadas por la crisis económica. Es decir, la caída de sus ventas se viene produciendo desde hace 7 u 8 años, y actualmente se mantiene esa tendencia. Lo que podemos comenzar a ver, y de hecho ya lo estamos viendo en algunos niveles, es que la industria de los conciertos, de la música en directo, que no se había visto afectada anteriormente, sí ha comenzado a sufrir la crisis económica. Se está poniendo difícil para los grupos salir a la carretera, salvo para los más grandes, como Britney Spears, o… Y las empresas de conciertos como Live Nation y Ticketmaster han recibido una paliza en el mercado de valores recientemente, y están tratando de fusionarse. Esto es muy significativo para el negocio de la música, y para los músicos, porque en los últimos años la única manera de ganar dinero para los artistas ha sido a través de la venta de entradas para conciertos, y no a través de la venta de discos.

En su libro “Appetite for Self-Destruction” repasa los principales errores que ha cometido la industria de la música en los últimos 30 años, pero ¿cuál ha sido el mayor?
Probablemente, el más grande fue la eliminación gradual del formato single a partir de finales de los 80. De pronto, los consumidores no tenían la posibilidad de comprar ese formato barato si les gustaba una canción que habían escuchado en la radio, de hecho, tenían que ir a una tienda y comprarse todo el CD por 15-18 dólares. Cuando llega el Napster, en torno a 1999, los consumidores podían elegir la canción y evitar tener que comprar todo el disco. Esto fue un golpe duro para el modelo de negocio de las discográficas. No firmar un contrato con Napster, cuando tuvieron ocasión de hacerlo, fue también un gran error.

En España, por ejemplo, el actual gobierno socialista aprobó recientemente el llamado “canon digital”, tras las presiones de la SGAE. Se trata de un canon que debemos pagar por comprar cualquier soporte donde se puedan grabar canciones, como una pequeña multa preventiva. La decisión ha sido polémica, pero quizá no sea la última en esta dirección. ¿Cómo valora usted este tipo de medidas?
Interesante. No sabía nada sobre esto, y es mejor que no haga comentarios…

¿Y cree que el formato CD está obsoleto?
No necesariamente. Recuerde que el pasado año se vendieron, sólo en EE.UU., más de 500 millones de discos, y que hay un montón de gente que todavía quiere comprar en formato físico y poder tenerlo en sus manos. Pero evidentemente las ventas de discos siguen en su camino hacia abajo, así que estoy convencido de que el boom del CD ya ha pasado, y de que las ventas físicas de las discográficas nunca regresarán a las nobles cimas de los años 1980 y 1990.

Bien, miremos al futuro en la recta final de esta entrevista: si el CD no está obsoleto pero atraviesa horas bajas, ¿cuál es en realidad el futuro de la industria musical? ¿Qué cree que deberían hacer las multinacionales discográficas para reconducir la actual situación crítica?
Las discográficas lo están haciendo bastante bien vendiendo canciones y álbumes en diversos formatos, como tonos para móviles, canciones de Guitar Hero, y suscripciones a Rhapsody, y no sólo en formato CD. De esa manera pueden conseguir agrupar gran cantidad de pequeños ingresos. Pero aún así, es probable que sea demasiado poco y demasiado tarde. Deben empezar a entender lo que está pasando con este cambio radical del modelo de negocio, en el que ya no se trata sólo de vender discos. Pero están en una mala posición para poder hacerlo, porque los expertos discográficos están preparados sobre todo para vender discos. Quizá lo que podremos ver en el negocio de la música es una fusión entre las empresas discográficas y las de conciertos. Creo que las cuatro grandes multinacionales seguirán encogiendo frente a otros profesionales más profanos en la materia, reducirán sus catálogos de artistas, y puede ser que una o dos salgan fuera del negocio en un futuro próximo.

Por último: ¿ha pensado en editar su libro "Appetite for self-destruction" en España?
Simon & Schuster U.K. publicará mi libro en junio (en Estados Unidos está a la venta desde enero), y me han dicho que si bien no se va a editar en España de por sí, las librerías británicas enviarán copias a librerías de idioma inglés en España para satisfacer la demanda.

Itxu Díaz para El Confidencial Musical

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