No deja de sorprenderme como ven el mundo los niños. Hace unos días estaban jugando en casa la niña rockera y su primo a cuidar a sus muñecos, y resulta curioso ver como imitan lo que ven a diario. Ya conté el mes pasado que ahora tiene una hermanita así que ahora, inevitablemente, es el nuevo “juguete” de la casa aunque para su madre y para mi lo sea de una manera y para ella de otra. Esa tarde me sentí caricaturizado al ver como los dos repetían las palabras que la digo a mi chiquitina y como copiaban mis gestos y movimientos... Pero lo que me llamó la atención fue ver como mi sobrino era el que encargaba de Laura (la muñeca que la trajeron los reyes) y ella cuidaba a su peluche favorito(un hipopótamo llamado Roco) y al plantearla mi duda (por que no la gusta dejársela a nadie) su respuesta, a modo de justificación, me dejo confundido... “Los Beatles también juegan con muñecas...”
De entrada lo que me llamó la atención fue que, sin haberse detenido nunca en exceso en la portada de “Yesterday and today”, lo que la llamase la atención fuese que el grupo estuviese rodeado de muñecas, algo que en principio no tendría por que extrañarla. Y eso me llevó a una segunda cuestión más desagradable. Desde pequeños la sociedad ejerce sobre sus miembros una influencia negativa que, en determinados temas, tiene más fuerza incluso que lo que los crios viven en su casa. Nosotros nunca hemos hecho distinción entre juguetes de niños y niñas y, a pesar de eso, en algún sitio (supongo que colegio o guardería) ya les ha recalcado que los chicos juegan a unas cosas y las chicas a otras. Ellos en su mundo lo ven normal por que realmente lo es pero, por desgracia, esa limpieza de mente entre todos nos encargamos de ensuciarla llenándola de prejuicios desde demasiado pronto.
Pero todo esto viene, anécdotas y reflexiones personales al margen, a que mi niña sigue dándome muestras de lo íntimamente ligada que están ya a su vida la música y todo lo que la rodea, hasta el punto de ser capaz de utilizar como referencia la portada de un disco para justificar una conducta. Y si los adultos a la hora defender una postura nos apoyamos además de en nuestro criterio en que lo hemos leído en el periódico o escuchado en la radio, ella lo hace en lo que la aporta credibilidad que en este caso son los discos (en otras ocasiones es su profe, en otras su madre... curiosamente siempre en función de sus intereses).
De todas formas no necesito de ejemplos tan rebuscados y retorcidos para saber que el gusanillo de la música lo tiene muy dentro. Se pasa gran parte del día cantando y, no sólo su repertorio sigue creciendo a buen ritmo, si no que además lo hace muy bien, entonando perfectamente y repitiendo exactamente la forma de cantar el artista. Ultimamente se hace acompañar de unas maracas y lleva el ritmo perfectamente perdiendo el compás en contadísimas ocasiones, por lo que creo que, al margen de lo que pueda estar viendo en casa, tiene algún don del que el resto de la familia carece. También la gusta bailar y como en alguna de las tiendas por las que pasamos cuando estamos de paseo tenga la música puesta, no duda en entrar y mover un poco el culo antes de seguir con su (nuestro) camino, así que casi permanentemente soy testigo de su afición por la música...
Y además ya me ha pedido que la lleve a un concierto...
La última muestra la he tenido esta misma noche. Estaba tratando de dormir a su hermana cantándola “Los aviones” de Calamaro cuando ha entrado en la habitación que estaba casi a oscuras. Yo paseaba con la pequeña de un lado a otro y al verla la he dicho que esa canción también se la cantaba a ella cuando la acunaba en mis brazos. Se ha sentado con las piernas cruzadas en el suelo y me ha pedido que empezase otra vez. Yo me iba moviendo pero veía como no me perdía de vista ni un instante y tenia la sensación de que no estaba escuchándome, pero al acabar, cuando la he preguntado si se acordaba de ella me ha dicho mientras negaba con la cabeza: “que bonita, cántala otra vez y me la enseñas”... Y claro yo he vuelto a empezar mientras seguía moviéndome de arriba a abajo de la habitación pensando en ponerla mañana el tema original para que se lo aprenda de quien tiene que hacerlo...
De entrada lo que me llamó la atención fue que, sin haberse detenido nunca en exceso en la portada de “Yesterday and today”, lo que la llamase la atención fuese que el grupo estuviese rodeado de muñecas, algo que en principio no tendría por que extrañarla. Y eso me llevó a una segunda cuestión más desagradable. Desde pequeños la sociedad ejerce sobre sus miembros una influencia negativa que, en determinados temas, tiene más fuerza incluso que lo que los crios viven en su casa. Nosotros nunca hemos hecho distinción entre juguetes de niños y niñas y, a pesar de eso, en algún sitio (supongo que colegio o guardería) ya les ha recalcado que los chicos juegan a unas cosas y las chicas a otras. Ellos en su mundo lo ven normal por que realmente lo es pero, por desgracia, esa limpieza de mente entre todos nos encargamos de ensuciarla llenándola de prejuicios desde demasiado pronto.
Pero todo esto viene, anécdotas y reflexiones personales al margen, a que mi niña sigue dándome muestras de lo íntimamente ligada que están ya a su vida la música y todo lo que la rodea, hasta el punto de ser capaz de utilizar como referencia la portada de un disco para justificar una conducta. Y si los adultos a la hora defender una postura nos apoyamos además de en nuestro criterio en que lo hemos leído en el periódico o escuchado en la radio, ella lo hace en lo que la aporta credibilidad que en este caso son los discos (en otras ocasiones es su profe, en otras su madre... curiosamente siempre en función de sus intereses).
De todas formas no necesito de ejemplos tan rebuscados y retorcidos para saber que el gusanillo de la música lo tiene muy dentro. Se pasa gran parte del día cantando y, no sólo su repertorio sigue creciendo a buen ritmo, si no que además lo hace muy bien, entonando perfectamente y repitiendo exactamente la forma de cantar el artista. Ultimamente se hace acompañar de unas maracas y lleva el ritmo perfectamente perdiendo el compás en contadísimas ocasiones, por lo que creo que, al margen de lo que pueda estar viendo en casa, tiene algún don del que el resto de la familia carece. También la gusta bailar y como en alguna de las tiendas por las que pasamos cuando estamos de paseo tenga la música puesta, no duda en entrar y mover un poco el culo antes de seguir con su (nuestro) camino, así que casi permanentemente soy testigo de su afición por la música...
Y además ya me ha pedido que la lleve a un concierto...
La última muestra la he tenido esta misma noche. Estaba tratando de dormir a su hermana cantándola “Los aviones” de Calamaro cuando ha entrado en la habitación que estaba casi a oscuras. Yo paseaba con la pequeña de un lado a otro y al verla la he dicho que esa canción también se la cantaba a ella cuando la acunaba en mis brazos. Se ha sentado con las piernas cruzadas en el suelo y me ha pedido que empezase otra vez. Yo me iba moviendo pero veía como no me perdía de vista ni un instante y tenia la sensación de que no estaba escuchándome, pero al acabar, cuando la he preguntado si se acordaba de ella me ha dicho mientras negaba con la cabeza: “que bonita, cántala otra vez y me la enseñas”... Y claro yo he vuelto a empezar mientras seguía moviéndome de arriba a abajo de la habitación pensando en ponerla mañana el tema original para que se lo aprenda de quien tiene que hacerlo...
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