Uno no sabe, hasta que mira las cosas con cierta perspectiva, como ha influido un disco en su vida. Compro mucha más música de la que debiera e incluso me puedo permitir y ademas procuro escuchar todos los días canciones nuevas de bandas desconocidas buscadas en internet a través de “myspace”, “youtube” o descargas sin por ello abandonar mis viejos discos... Con eso quiero decir que a lo largo de un año escucho cientos de LP's de los muchos me dejan frío, bastantes me gustan, alguno me enamora y muy, muy poquitos traspasan la línea de lo emocional y se quedan a vivir para siempre conmigo. Estos discos no tienen por que ser los mejores del año (que no suelen serlo) pero por distintas razones consiguen evocarme momentos especiales y no puedo escucharlos sin que algo se retuerza dentro de mí. “Mi pequeña colección” de Dorian Gray es uno de ellos.
Tal vez por esa vorágine consumista musical, con el paso de los años me he vuelto más de canciones que de álbumes ya que estas necesitan menos tiempo para asimilarlas y por eso existen muchas más dentro de ese santuario y crecen a ritmo de 20, 30 ó 40 por año (que son el total de esos discos que llevo en mi vida). Por eso resulta curioso que sólo en ese 2001 fuesen tres las grabaciones publicadas en esas fechas que pasaron a esa categoría de “especiales”. Junto al ya mencionado están “Salitre 48” de Quique González y “Ultrasónica” de Los Piratas y supongo que la razón hay que buscarla en que vivía una etapa confusa y lo más sencillo para sobrevivirla fue refugiarme en la música.
Recuerdo que lo compré esas navidades en la una de mis visitas a Madrid y que fue por una mezcla de casualidad e instinto. No buscaba nada en concreto y me limitaba a pasar discos en las estanterías y pasear entre los pasillos buscando algo. Era uno de esos días en los que quieres comprar algo pero no sabes que, y cosas que me apetecían llegado el momento dejaron de hacerlo o me parecieron demasiado caras, y dudas, dudas, dudas... Y de repente al cabo de bastante rato y cuando estaba a punto de comprar algún clásico en serie media, me encontré de frente con lo que sin saberlo estaba buscando...
Me gustó sobre todo el título que resumía perfectamente lo que quería, una pequeña colección de canciones que este caso se escondían dentro del cuaderno que en forma de portada se presentaba ante mis ojos. En su interior encontré una especie de diario musical lleno de emociones, fracasos, deseos incumplidos, frustraciones y sentimientos encontrados, todo ello narrado de una forma sencilla y espontánea con la que resulta fácil identificarse. Además en lo musical es heredero del mejor pop guitarrero, más propio de la tradición británica, pero con la peculiaridad de que esta vez estaba cantado en castellano. Personalmente creo que le sobra la versión del “Without you” de Nilsson, pero que más da...
Ni que decir tiene que el disco me encantó y me enganchó a partes iguales. Además la ausencia casi total de información lo mitificó por lo misterioso que resultaba todo a su alrededor. Nadie los conocía y las referencias en la prensa musical, si existían, se limitaban a unas líneas sacadas del catálogo promocional del disco. Estaba publicado por una disquera de Granada (su tierra) llamada “Discos en la Arena”, el líder era un tal Paco Chica, colaboraban músicos de la escena granadina y habían dado algún concierto por el territorio nacional aunque su hábitat estaba en Andalucía... Y poco más...
Con los años descubrí que habían publicado un álbum antes que este y que Chica, tras la nula repercusión de su disco, había tirado la toalla. Además me enteré que tenia un grupo nuevo llamado Kenedy, pero después de eso el silencio... Soy consciente de que nunca aparecerá en ninguna lista de los mejores discos hechos en este país. Probablemente, si me pongo duro, tampoco estaría entre los que forman mi pequeña colección y que si no hubieran concurrido los hechos antes narrados jamás habría entrado en mi vida... Pero pasó ese algo y ahora estaremos ligados para siempre... Eso, entre miles de cosas, es lo bueno que tiene la música...
Tal vez por esa vorágine consumista musical, con el paso de los años me he vuelto más de canciones que de álbumes ya que estas necesitan menos tiempo para asimilarlas y por eso existen muchas más dentro de ese santuario y crecen a ritmo de 20, 30 ó 40 por año (que son el total de esos discos que llevo en mi vida). Por eso resulta curioso que sólo en ese 2001 fuesen tres las grabaciones publicadas en esas fechas que pasaron a esa categoría de “especiales”. Junto al ya mencionado están “Salitre 48” de Quique González y “Ultrasónica” de Los Piratas y supongo que la razón hay que buscarla en que vivía una etapa confusa y lo más sencillo para sobrevivirla fue refugiarme en la música.
Recuerdo que lo compré esas navidades en la una de mis visitas a Madrid y que fue por una mezcla de casualidad e instinto. No buscaba nada en concreto y me limitaba a pasar discos en las estanterías y pasear entre los pasillos buscando algo. Era uno de esos días en los que quieres comprar algo pero no sabes que, y cosas que me apetecían llegado el momento dejaron de hacerlo o me parecieron demasiado caras, y dudas, dudas, dudas... Y de repente al cabo de bastante rato y cuando estaba a punto de comprar algún clásico en serie media, me encontré de frente con lo que sin saberlo estaba buscando...
Me gustó sobre todo el título que resumía perfectamente lo que quería, una pequeña colección de canciones que este caso se escondían dentro del cuaderno que en forma de portada se presentaba ante mis ojos. En su interior encontré una especie de diario musical lleno de emociones, fracasos, deseos incumplidos, frustraciones y sentimientos encontrados, todo ello narrado de una forma sencilla y espontánea con la que resulta fácil identificarse. Además en lo musical es heredero del mejor pop guitarrero, más propio de la tradición británica, pero con la peculiaridad de que esta vez estaba cantado en castellano. Personalmente creo que le sobra la versión del “Without you” de Nilsson, pero que más da...
Ni que decir tiene que el disco me encantó y me enganchó a partes iguales. Además la ausencia casi total de información lo mitificó por lo misterioso que resultaba todo a su alrededor. Nadie los conocía y las referencias en la prensa musical, si existían, se limitaban a unas líneas sacadas del catálogo promocional del disco. Estaba publicado por una disquera de Granada (su tierra) llamada “Discos en la Arena”, el líder era un tal Paco Chica, colaboraban músicos de la escena granadina y habían dado algún concierto por el territorio nacional aunque su hábitat estaba en Andalucía... Y poco más...
Con los años descubrí que habían publicado un álbum antes que este y que Chica, tras la nula repercusión de su disco, había tirado la toalla. Además me enteré que tenia un grupo nuevo llamado Kenedy, pero después de eso el silencio... Soy consciente de que nunca aparecerá en ninguna lista de los mejores discos hechos en este país. Probablemente, si me pongo duro, tampoco estaría entre los que forman mi pequeña colección y que si no hubieran concurrido los hechos antes narrados jamás habría entrado en mi vida... Pero pasó ese algo y ahora estaremos ligados para siempre... Eso, entre miles de cosas, es lo bueno que tiene la música...
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