Mi plan para esta noche, desde hace casi dos meses, era ir al concierto de Iván Ferreiro en La Riviera. Hace algo más de una semana una orden municipal cerro la mítica sala y con ella cesaban todas sus actividades entre las que estaban no sólo la actuación de hoy si no las del pasado fin de semana y, supongo que de momento, todas las que estaban programadas. Personalmente he tenido suerte y el 10 de diciembre podré quitarme la espinita, pero el resto de las 5000 personas que había comprado su entrada tendrán, en el mejor de los casos, que esperar hasta enero que será cuando por fin se celebre.
A lo largo de esos días he leído y oído todo tipo de comentarios a favor y en contra de la medida, pero ninguno de ellos ha conseguido centrar mi opinión para tomar partido claro por unos u otros. De entrada si digo que me parece una putada para todos lo que nos hemos visto perjudicados, y sobre todo la gente que viene de fuera con lo que supone en gasto de desplazamiento y alojamiento (existe un turismo musical y merece el mismo respeto y cuidado que cualquier otro), pero también me parece injusto reducirse a ese punto de vista para hacer un juicio de valor.
Creo que la responsabilidad fundamental la tiene el ayuntamiento, primero por permitir o hacer la vista gorda en todo tipo de irregularidades en la gestión de los locales nocturnos y después por actuar de forma arbitraria a la hora de ordenar los cierres y poner todo tipo de trabas para la reapertura. Pero el dueño de la sala tampoco debería salirse de rositas ya que todos los que alguna vez hemos ido alguna vez somos conscientes de que hay muchas cosas que, cuando menos, son de dudosa legalidad. Sabemos que todo es política, y que si no hubiese muerto un chaval en la puerta de una discoteca el concierto se habría celebrado, por lo que no ha sido la música si no otras cuestiones lo que han supuesto el cierre.
Y en este punto tendríamos que preguntarnos por lo que sucede a nuestro alrededor cuando vamos a un concierto. No conozco una sala en la que no pueda suceder una tragedia si, por ejemplo hay un incendio, te ahogan de calor para que se consuma en la barra, el sonido deja mucho que desear, los servicios resultan insuficientes, con frecuencia son incómodas y no se ve nada... y la culpa de eso no la tiene ningún ayuntamiento, y si la tienen es por permitirlo. En La Riviera he vivido alguno de los mejores conciertos de mi vida y creo que es un sitio perfecto para escuchar música en directo, pero es increíble que en Madrid no haya sitos de mediana entrada donde poder hacerlo.
Seguramente en cualquier otra ciudad del mundo, en este caso, habría podido trasladarse a otro lugar, pero aquí no hay nada (una cosa de las que se acusa al consistorio es de tratar de favorecer a las discotecas del extrarradio construidas a raíz del expansionismo urbanístico) y deberíamos preguntarnos porqué. Empresarios, políticos y artistas tendrían que sentarse a hablar, ya que, tal y como está este mundillo, las actuaciones en directo van a ser el principal medio de ingreso del músico y si no tiene donde tocar o el sitio no es el adecuado al final eso les hará tanto daño o más que las descargas ilegales.
Mi derecho al pataleo, menos acalorado por mis circunstancias particulares, lo ejerzo contra todos. Últimamente he estado en varios auditorios y teatros y, con todo lo incómodos que son por no poder moverse, da gusto escuchar la música allí. Las entradas son cada vez más caras y como mínimo tengo derecho a que el concierto se celebre y que pueda estar a gusto en el recinto. Cuídennos un poco y que igual que la gente ha dejado de comprar discos, puede dejar de apetecerle escuchar música en vivo, y entonces ¿a quién echareis la culpa?
A lo largo de esos días he leído y oído todo tipo de comentarios a favor y en contra de la medida, pero ninguno de ellos ha conseguido centrar mi opinión para tomar partido claro por unos u otros. De entrada si digo que me parece una putada para todos lo que nos hemos visto perjudicados, y sobre todo la gente que viene de fuera con lo que supone en gasto de desplazamiento y alojamiento (existe un turismo musical y merece el mismo respeto y cuidado que cualquier otro), pero también me parece injusto reducirse a ese punto de vista para hacer un juicio de valor.
Creo que la responsabilidad fundamental la tiene el ayuntamiento, primero por permitir o hacer la vista gorda en todo tipo de irregularidades en la gestión de los locales nocturnos y después por actuar de forma arbitraria a la hora de ordenar los cierres y poner todo tipo de trabas para la reapertura. Pero el dueño de la sala tampoco debería salirse de rositas ya que todos los que alguna vez hemos ido alguna vez somos conscientes de que hay muchas cosas que, cuando menos, son de dudosa legalidad. Sabemos que todo es política, y que si no hubiese muerto un chaval en la puerta de una discoteca el concierto se habría celebrado, por lo que no ha sido la música si no otras cuestiones lo que han supuesto el cierre.
Y en este punto tendríamos que preguntarnos por lo que sucede a nuestro alrededor cuando vamos a un concierto. No conozco una sala en la que no pueda suceder una tragedia si, por ejemplo hay un incendio, te ahogan de calor para que se consuma en la barra, el sonido deja mucho que desear, los servicios resultan insuficientes, con frecuencia son incómodas y no se ve nada... y la culpa de eso no la tiene ningún ayuntamiento, y si la tienen es por permitirlo. En La Riviera he vivido alguno de los mejores conciertos de mi vida y creo que es un sitio perfecto para escuchar música en directo, pero es increíble que en Madrid no haya sitos de mediana entrada donde poder hacerlo.
Seguramente en cualquier otra ciudad del mundo, en este caso, habría podido trasladarse a otro lugar, pero aquí no hay nada (una cosa de las que se acusa al consistorio es de tratar de favorecer a las discotecas del extrarradio construidas a raíz del expansionismo urbanístico) y deberíamos preguntarnos porqué. Empresarios, políticos y artistas tendrían que sentarse a hablar, ya que, tal y como está este mundillo, las actuaciones en directo van a ser el principal medio de ingreso del músico y si no tiene donde tocar o el sitio no es el adecuado al final eso les hará tanto daño o más que las descargas ilegales.
Mi derecho al pataleo, menos acalorado por mis circunstancias particulares, lo ejerzo contra todos. Últimamente he estado en varios auditorios y teatros y, con todo lo incómodos que son por no poder moverse, da gusto escuchar la música allí. Las entradas son cada vez más caras y como mínimo tengo derecho a que el concierto se celebre y que pueda estar a gusto en el recinto. Cuídennos un poco y que igual que la gente ha dejado de comprar discos, puede dejar de apetecerle escuchar música en vivo, y entonces ¿a quién echareis la culpa?
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