miércoles, 3 de diciembre de 2008

Los Deltonos, un grupo intelectualmente violento

Para la gente de mi generación Los Deltonos representan, en la lucha por la libertad y contra el abuso de las discográficas, lo mismo que Quique González para las actuales. A mi musicalmente me gustaban y les vi un par de veces cuando actuaban con una orden judicial que lo prohibía. Recuerdo que asistías a la sala pensando que la policía iba a aparecer en cualquier momento para impedir la celebración, y aunque al final salías un poco decepcionado por que no había pasado nada, también lo hacías con el subidón de haber asistido a un conciertazo de unos tipos perseguidos que eran capaces de olvidar todo según se subían al escenario.

Cantabros de origen y capitaneados por Hendrik Rover se formaron en 1986, y durante varios años se dedican a actuar en concursos gracias a lo cual consiguen ir colocando temas en diversos recopilatorios regionales primero y nacionales después. Una maqueta que editan como EP y varias actuaciones memorables en Madrid les abre las puertas de “La Fábrica Magnética”, un sello dirigido por Servando Carballar (Aviador DRO), con el que graban su primer LP en la primavera de 1991. A pesar de la nula promoción superan los 10000 ejemplares con facilidad y a base a actuaciones por todo el país se ganan la fama entre un público seguidor del buen blues y rock.

En septiembre de ese año, y en vista de que su discográfica ha incumplido varios puntos del contrato, deciden abandonarla y fichan por DRO. Con ella graban “Bien, mejor” que aparece en 1992, pero cuando llevaban vendidos 21637 copias (según datos de DRO), los tribunales secuestran como medida cautelar la edición y todos los discos son retirados de las tiendas. Pero “La Fábrica Magnética”, con importantes problemas económicos, edita en diciembre “Calamar” a base de maquetas y al año siguiente “Live Ego Trip", un directo sacado de un master grabado de forma ilegítima por un técnico de sonido ocasional (algunas fuentes hablan de Juanjo Respuela, ex Bloque), ambos con la característica de que lo hacen sin el conocimiento ni consentimiento del grupo.

Mientras todo esto sucede, ellos se dedican a actuar, y aunque un juez les prohíbe que lo hagan y da la razón a la discográfica, ellos recurren y terminan los 41 conciertos de la "Best R’n’B Tour 93", para acto seguido embarcarse en el “Tour Enfermo - II" que con 51 fechas se hace famoso por utilizar el apelativo que el juez usa en una de sus sentencias en el que les define como “grupo intelectualmente violento”. Este eslogan aparece en pegatinas, camisetas y carteles (recuerdo la ciudad llena de ellos anunciando una actuación a mediados de los 90) y, ya que durante mas de tres años no pueden publicar nada, al menos consiguen que se hable de ellos y logran cierta repercusión mediática que lleva a EMI a interesarse por su situación, aunque luego la cosa se quedo ahí.

Por fin en mayo de 1995, y en mi opinión sorprendentemente, el juez falló a favor de “La Fábrica Magnética” y Servando Carballar. Llegados a este punto, y con una sentencia firme, sólo quedaba negociar, y tras varios encuentros el grupo queda liberado y la discográfica desaparece definitivamente. Antes de final de año tiene un single en la calle (“Listo”) y ya en 1996 aparece en su propio sello (“Brusco”) su tercer LP llamado "Ríen, mejor” y que distribuye “Virgin”. El disco tiene bastante éxito y les lanza de nuevo a la carretera para realizar un buen número de actuaciones. En estas se percibe un cierto cambio estilístico, con guiños al funk, que deja frío a un buen número de seguidores que esperaban escuchar más de lo mismo.

Y después el silencio. Hendrik publicó un par de discos en solitario antes de volver a reunir a Los Deltonos en 2003. Desde entonces han sacado tres discos (el último de ellos “Los buenos tiempos” acaba de aparecer) y un par de EP’s y, aunque no han alcanzado la repercusión de antaño, se mantienen en unas ventas dignas y sus conciertos son una apuesta segura si lo que se quiere es escuchar un rock de guitarras potentes deudoras de la música americana y el blues. Ahora ya no ofrecen la experiencia de asistir al concierto de un grupo intelectualmente violento, pero como eso ya lo viví ahora no lo necesito y me conformo con lo que dan, un par de horas de emoción sobre el escenario y buenas canciones. Y después, al acabar y mientras vuelvo a casa, poder empezar a recordar mis historias del abuelo Cebolleta.

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