viernes, 9 de enero de 2009

De rey del pollo frito a capón de Cascajares

Dos confesiones para empezar. La primera es que hubo una época en la que el Señor (puro formulismo) José Ramón Julio Martínez Márquez me caía bien. La otra es que si en 2006 hubiese estado en el ”Viña Rock” le hubiese abucheado hasta quedarme afónico (y no justifico lo de los lanzamientos por que no me gustó verlo y sentí lastima). Y una más de regalo, si he optado por la foto de la pantalla de dicho festival anunciando la cancelación de su actuación, es por que tengo miedo de una denuncia por usar su imagen en el caso de que la casualidad haga que se encuentre con mi blog.

Lo curioso de esta historia es que el tío es el pionero del punk en España y que hasta 1988 con “Fe ciega” era respetado y admirado por la gran mayoría del negocio, pero, por desgracia para el, se acabo convirtiendo en un ejemplo paradigmático de lo mal que le sientan a un chico de barrio la fama y el dinero y como acaban arrastrándole a creerse que es el no va más hasta perderse en el camino... Tras un fantástico disco en directo decidió retirarse momentáneamente de la música para presentar “Lingo” (un concurso en La2 con el que le conoció hasta mi abuela), escribir libros y colaborar (mas adelante) en “Moros y cristianos” y “Crónicas marcianas” donde dejó salir la mala baba, la soberbia y todo lo malo que llevaba dentro.

Intentó retomar su carrera (“Miedo a soñar” en 1998), pero ya sólo interesaba de él lo que ofrecía en los platos de televisión y apenas vendió nada. Además, cuando se dio cuenta de que la gente no le quería y que su personaje empezaba a peder interés, a parte de agriársele más el carácter, comenzó a colaborar activamente con la SGAE. La culpa de todos sus males empezaron a ser el top manta y las descargas de internet y se convirtió en abanderado y brazo armado de la lucha contra la piratería. Sus discos no se encontraban ni en el mercado negro, pero daba igual, por que a él le estábamos robando todos.

Se enfrentó en sonoras peleas con compañeros de profesión (fue famosa la bronca con Sabina que le supo poner en su sitio), periodistas del corazón y ciudadanos normales y corrientes, y empezó a tener el síndrome de la manía persecutoria. Cada vez que aparecía su imagen era para dar la nota y generar una polémica por lo que no es de extrañar que dentro del rock no se le viera con buenos ojos. Ha vuelto a actuar, ha sacado recopilatorios y regrabado temas clásicos, pero es tarde para él.

Quemó su imagen en mil batallas absurdas, perdió el respeto que tanto le había costado ganarse sobre el escenario en los 80 y se convirtió en una caricatura que nadie se podía creer. Por eso sorprendió su inclusión en el “Viña Rock” y no tanto lo que allí sucedió (ya he dicho que se pasaron y que con gritos y abucheos se habría logrado lo mismo). Y aunque de conciertos y trate de recuperar el crédito perdido, prefirió ser capón de Cascajares que el rey del pollo frito, y en la vida, a veces, se recoge lo que uno siembra. De hambre no se va a morir, pero a los de su especie lo que realmente les alimenta es la devoción del pueblo, y esa, por suerte, creo que no la recuperará jamás.

2 comentarios:

Pat Agonia dijo...

Ramoncín me traslada a la zona de la Antigua en los primeros noventa, sobre todo a un bar donde su música era omnipresente....Jamás me compré un disco suyo, pero todos hemos tarareado alguna canción suya cuando los litros corrían por nuestras venas.......

Besitos.......

Anónimo dijo...

El rey del pollo frito es un jeta, pero hay muchos como él. Mientras sigan haciendo campaña para los socialistos los cansautores y demás paniaguados, cobrarán el canon y actuarán en todos los ayuntamientos en diversos bolos. Luego van a alguna mani y ya cumplen como buenos progresistas.