sábado, 4 de abril de 2009

Muddy Waters, el jefe de Chicago

Soy consciente de que me prodigo menos de lo que me gustaría en el blues, pero me provoca demasiado respeto y no me considero lo suficientemente preparado para hablar con criterio de el. Me gusta, he leído varios libros y escuchado bastantes de los discos que se consideran esenciales e incluso he profundizado en alguno de sus iconos a los que puedo decir que he llegado a controlar, pero de ahí a considerar que estoy preparado para opinar de un género tan complejo y antiguo hay un trecho... Lo que sucede es que hay efemérides que parece que piden a gritos aunque sea una pequeña mención, y la de hoy es una de ellas...

McKinley Morganfield nació un 4 de abril de 1915 en Rollig Fork, una pequeña localidad del Delta del Mississippi. Cuando era un niño lo que más le gustaba era jugar en un zona de aguas fangosas por lo que empezaron a llamarle Muddy Waters, sobrenombre que acabó adoptando por que todo el mundo le conocía por el. Se crió en una plantación cercana a Clarksdale donde, además de trabajar, empezó a desarrollar sus aptitudes musicales, y con 25 años ya era un gran guitarrista e intérprete aunque su estilo estaba muy influenciado bluesmens del Delta como Charley Paton y Son House.

Hacia 1940 realizó su primera grabación gracias al folklorista Alan Lomax, que recorría la zona recopilando material para la Biblioteca del Congreso. Participar en estos discos hizo que creciera su interés por vivir de la música así que abandonó el Delta, remontó el río y acabó en Chicago junto al lago Michigan y lugar donde forjó su leyenda. Allí cambio su guitarra acústica por una electrica y enseguida se hizo un hueco en el circuito de clubs gracias a su dominio del slide (o cuello de botella, que consiste en tocar las cuerdas con un tubo clocado en el tercer o cuarto dedo de la mano izquierda), practica muy característica en los músicos del Delta.

Su gran oportunidad llegó al fichar por la compañía “Aristocrat” de Leonard Chess (luego se convertiría en la mítica “Chess Records”) con la que grabo su primer sencillo, “I can’t be satisfied”, acompañado solo por su guitarra y un contrabajo. Su popularidad, sobre todo entre los músicos negros, creció con rapidez y su banda se completó con un batería y la armónica de Little Walter con la que redondeó la clásica formación de blues. Si además a la mezcla le añades una voz profunda, un gran carisma y que se rodeó de grandes músicos (Little Walter, Big Walter Horton, James Cotton, Junior Wells, Carey Bell en la armónica, Willie Dixon en el bajo, Otis Spann, Pinetop Perkins en el piano, Buddy Guy en la guitarra entre otros), no es de extrañar que se acabase convirtiendo en la figura más representativa del Blues de Chicago, hasta el punto de que B.B.King se refería a él como el “jefe de Chicago”.

Sus mejores grabaciones son las que realizó en los 50 y principios de los 60, y entre todas destacan canciones como “Louisiana blues”, “I've got my mojo working”, “I’m your hoochie coochie man”, “She's nineteen years old”, “Rolling and tumbling”, “Mannish boy” o “She moves me” que han sido versionadas en innumerables ocasiones por todo tipo de artistas. Su influencia, al margen del blues y el rythm & blues, se ve el jazz, el country, el folk y por supuesto en el rock, donde, además de conseguir el primer contrato discográfico de Chuck Berry, gracias a sus giras por el Reino Unido se convirtió en uno de los grandes referentes de la primera generación de músicos de las islas. El caso más representativo es el de los Rolling Stones que tomaron su nombre de uno de sus temas, pero también gigantes como los Beatles (que en su primera visita a Estados Unidos declararon que deseaban conocerlo) o Led Zeppelin y Small Faces (que se inspiraron para sus respectivos éxitos “Whole lotta love” y “You need loving” en el tema “You need love” de Waters), siempre se confesaron deudores del guitarrista del Delta.

En los últimos años de los 60 y primeros de los 70 se dedicó a tocar en festivales, tanto en su país como en Europa, y grabando discos en los que llego a aproximarse a la psicodelia, pero un accidente de tráfico le separó una larga temporada de la música. Regresó (aunque el año anterior acompaño The Band en su último vals) en 1977 de la mano de Johnny Winter con el que grabó cuatro fantástico discos que, además de ser los últimos, le hicieron ganar sus tres (consiguió seis) últimos grammy a la “mejor grabación étnica o tradicional”. Murió de un ataque al corazón mientras dormía el 30 de abril de 1983.

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