miércoles, 29 de abril de 2009

Style Council, la negritud de Paul Weller

La semana pasada murió John Weller, un personaje que durante 30 años ha dirigido en la sombra la carrera de uno de los grandes talentos que ha dado la Islas Británicas. Sin su visión para reorientar al rebelde adolescente que tenia en casa hacia la música se habría malogrado el talento de su hijo y probablemente la música hubiese evolucionado de otra manera, no se si mejor o peor, pero todo seria distinto. Ese diamante en bruto que cogió y fue dando forma a lo largo de los años, se llama Paul y es uno de los artistas más carismáticos y reconocidos del pop ingles, del que casi todos los músicos que aparecieron después se sienten deudores y que nos ha hecho vivir alguno de los momentos más grandes de las últimas décadas.

Fundador de The Jam y desde los 90 con una fructífera carrera en solitario, entre 1983 y 1989 lideró un interesante proyecto junto a Mick Talbot (ex The Merton Parkas) en el que abarcó varios estilos que fueron del rhythm and blues al jazz pasando por el soul y el funk sobre una base de melodías de pop fresco. Todo se empezó a forjar en “The gift”, último disco de The Jam, en el que Weller y sus chicos, aunque mantienen el sonido precipitado de los orígenes, dirige su mirada hacia la música negra (especialmente el soul). Tras alcanzar el número uno en ventas Paul decide abandonar el grupo tras escribir una carta a sus fans en el que explica los motivos (entre ellos que no quiere acabar como los Who) y sumergirse de lleno en la exploración de su negritud buscando (según sus propias palabras) la fusión de estilos entre Small Faces y las bandas de modern jazz de los primeros 60.

Debutaron con un mini LP en el que recogían sus primeros sencillos británicos en 1983 y un año después, en el que incorporan a la banda Steve White y Dee C. Lee(con la que se casaría, tendría dos hijos y luego se divorciaría en 1990), publican su primer largo bajo el nombre de “Café Bleu” y consigue escalar hasta el número dos en las listas de ventas. A pesar de que muchos de los fans de su anterior grupo no entendieron el cambio de Paul, hay que reconocer que esa evolución en sus planteamientos era complicado llevarla a cabo dentro de un grupo de rock con orígenes en el punk, y que la separación fue lo mejor que les pudo pasar.

Su alto compromiso político, tanto en las letras como con sus actos (junto a Billy Bragg fueron los músicos más combativos contra la política de Margaret Thatcher), les granjeo ciertas enemistades, pero también una gran popularidad que, unido a la gran calidad de lo que estaban haciendo, aupó a “Our favourite shop” a lo más alto de las listas británicas en 1985. A este le siguieron “Home and abroad” (1986), “The cost of loving” (1987) y “Confessions of a pop group” (1988) con los que, aunque mantuvieron alta la nota media, no alcanzaron los niveles de sus tres primeros trabajos.

El fin se vio precipitado en 1989 por el rechazo de “Polydor a publicarles su siguiente disco que iba a llamar se “Modernism: a new decade”. Pretendían dar una nueva vuelta de tuerca con un género naciente como el deep house (una variante del house que fusiona el house de Chicago, la música disco, el soul de los 80, el jazz-funk y el tecno de Detroit), pero su compañía no lo aceptó y la banda tiró la toalla. Sólo “Promised land” se salvó de la quema y apareció en el recopilatorio “The singular adventures of The Style Council” que la discográfica sacó en lugar del álbum que quería la banda. Nueve años después, por fin, el disco se publicó en una antología de la banda de 5 CD’s al principio y de forma independiente después.

Tras la disolución de Style Council Mick Talbot grabó dos discos junto a Steve White bajo el original nombre de Talbot/White y ya recientemente en 2003 y 2005 se unieron a Damon Minchella (bajista de Ocean Colour Scene) y Aziz Ibrahim ( colaborador de Ian Brown) con los que sacaron otros dos bajo el nombre de The Player. Además White ha sido el batería que ha acompañado a Paul Weller desde 1990 que inicio su carrera en solitario. La cosa no resultó fácil ya que a la falta de claridad de ideas sobre que dirección tomar que le generaba una gran desconfianza, se le unió el divorcio de Dee C. Lee lo que le acabó de dejar completamente desorientado.

Fue entonces cuando la presencia de John Weller (que fue el manager de su hijo a lo largo de toda su carrera) se tornó decisiva para que Paul volviera a reinventarse una vez más e iniciara lo que ha sido una sólida y brillante carrera que le ha traído a nuestros días en plena forma y que, por méritos propios, en uno de los mitos vivientes de la música británica... Gracias John, gracias Paul, los que amamos la música estamos en deuda con vosotros...

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