lunes, 20 de abril de 2009

Mi verdad sobre la industria musical - II

Hace varias semanas comentaba en la primera parte de este post un reportaje que aparecía en el suplemento de economía del domingo de el periódico el “El norte de Castilla” (seguramente sea el mismo de todos los del “Grupo Correo”). En aquel analicé los datos de la venta de música en sus diferentes formatos el pasado año, pero no hablé de las declaraciones al respeto de esos datos que hacia Antonio Guisasola, presidente de la Asociación de los Productores de Música de España (Promusicae).

Las previsiones que hacia para la venta de discos en 2009 eran desastrosas y decía que a consecuencia de esto “se empobrecerán más las compañías de música y muchas de ellas desaparecerán. Se va a perder una generación de talento tanto musical como de negocios”. Nadie puede negar que, especialmente este año, se van a vender muchísimos discos menos que el año pasado, pero también va ha pasar con los periódicos, la ropa, los coches o las televisiones. Es cierto que desaparecerán algunas discográficas, pero también lo es que cada vez son más los artistas que recurren a autoeditar sus discos con lo que otras muchas llegaran. Siempre han existido compañías pequeñas que a base de imaginación, currar mucho y buen criterio han ido creciendo y sacando artistas a los que luego las multinacionales no han sabido rentabilizar. Por que no todo el mundo se le vender igual y en los mismos medios. Si a La Buena Vida, por ejemplo, pretendes hacerles la misma campaña que a David Bisbal dejaran de vender a los que antes les escuchaban y encima los seguidores del triunfito en el mejor de los casos se lo bajará de internet.

Además creo que es totalmente falso que se pueda perder ni un gramo de talento con todo esto. El que lo tiene y ama la música le dará igual la situación y aunque le pueda costar de una manera u otra encontrará una salida, y si no que se lo digan a los chicos de Vetusta Morla. El disco con más premios del año pasado resulta que se lo acabaron editando ellos mismos después de 10 años tocando y buscando su oportunidad. Yo cada vez me encuentro más gente a mi alrededor que se hacen ellos mismos el disco y luego lo mueven como pueden. Tienen sus trabajos y luego se dedican a su pasión pero, no nos engañemos, eso ha pasado siempre y los artistas trabajaban entre semana y los viernes y sábados los dedicaban a actuar.

Por eso cuando Guisasola continua su argumento con que “el año pasado sólo apareció un artista nuevo entre los 50 discos más vendidos cuando hace años había más de diez” habría que preguntarle si se refiere a la época de “Operación Triunfo” en la que efectivamente todos acabaron entre los más vendidos pero gracias al éxito de un programa de masas en el que la música con mayúsculas brillaba por su ausencia. A través de un karaoke seleccionaban al ganador, le grababan un disco con canciones sacadas de aquí y allá, montaban una campaña de publicidad orientada a gente que habitualmente no compraba música y el artista prefabricado estaba preparado para arrasar en las listas. El problema es que este fan del triunfito de turno, una vez pasada la fiebre no volvía a comprar un disco aunque eso si, se descargaba el de los otros.

Lo curioso es que el mismo tipo de talento que Guisasola dice que ahora se va a perder por el pirateo es el que en su momento se vio cortado por estos aprendices de famosos. Pero claro en ese momento no importaba por que tenían agarrados con unos contratos leoninos a unos chicos que, con una inversión casi nula, les generaban unas ventas salvajes. Lo que no se puede pretender es que el volumen de negocio crezca hasta el infinito y que donde antes vivían 10 ahora pretendan hacerlo 1000. Es cierto que en los últimos años ha habido mucha gente que ha vendido mucho, pero también lo es que los que vendían regular en ese mismo tiempo dejaron de hacerlo. La estrategia de promocionar hasta la nausea a un artista y olvidarse completamente del resto ha llevado a que los que sobrevivían dejaran de hacerlo (y claro mamá SGAE tiene ordenar la vaca) mientras que los que lograban el éxito se forrasen, y como esa es la imagen que deseaban vender al exterior, muchos han visto en la música un medio para hacerse de oro en unos años. Y yo me pregunto, si en cualquier otro orden de la vida puede haber mileuristas sin que el mundo se acabe ¿por qué en el de la música no pueden existir y todo tiene que cuantificarse a base de muchos ceros?

Con su última declaración estoy parcialmente de acuerdo, pero viniendo de quien viene en parte suena a chiste ya que al final (por mucho que la SGAE quiera sacar dinero de donde no lo hay a costa de cualquier cosa) los principales responsables de la situación que están sufriendo son ellos mismos: “La música no puede ser gratis porque internet lo permita, esa no es la voluntad de quienes la componen, la interpretan y la producen, que aspiran a vivir de su trabajo. El día que entendamos que no es gratis y se tomen medidas en consecuencia asistiremos a una recuperación del mercado y a una proliferación aún mayor de sistemas de acceso a la música cómodos y fiables”. Es evidente que la música no debe ser gratuita ya que la gente deja de valorar lo que no le cuesta nada, pero en lugar de buscar soluciones dentro de su casa para revalorizar su producto se dedican a dar palos a todo lo que se menea consiguiendo que la imagen que desde fuera se tiene de ellos es que son unos peseteros.

Luego la realidad es bien distinta ya que un alto porcentaje de artistas se dedican a la música por que es su vida y, aunque es evidente que les gustaría no tener que dedicarse a otra cosa, muchos se buscan el pan en otros sectores sin dejar por ello de tocar en un grupo, grabar discos y actuar donde sea necesario. De hecho cada vez más artistas consagrados regalan su música en la red sin que a posteriori eso haya influido negativamente en su carrera. A lo mejor la industria del disco debería mirarse en el espejo del libro que, a pesar de la existencia de bibliotecas donde se prestan totalmente gratis, de que todos los títulos del mundo se puedan descargar en segundos en tu ordenador o la existencia de otras formas de ocio más cómodas como la tele, el cine o la misma música, mantiene sus ventas y apenas está notando la crisis (aunque también a ellos habría que darles de comer a parte aunque eso no toca hoy). El valor está en el producto en si, y por desgracia tras años machacando el suyo han conseguido que este se pierda totalmente.

Es tarde y no me meteré hoy con los artistas, que también tienen mucha culpa de lo que está sucediendo, y parece como si con ellos no fuese del todo esta fiesta (excepto con el sector duro de los derechos de autor). Será en unas semanas en la tercera parte.

1 comentario:

gotiquillo dijo...

La música ha existido desde tiempos remotísimos, mucho antes de que la industria musical apareciese. Su apropiación del fenómeno musical es falsa. Si mañana no quedase viva ni una compañía discográfica, desaparecería la música? Cualquier mensaje apocalíptico desde la SGAE o elemntos afines muestra más bien el temor a una pérdida del statu quo actual, pero muy poquito más, obviamente si hablamos sólo de Música . Además, obviamente si hablamos sólo de Música , no soporto que se diga que las prácticas piratas conllevan graves daños para la Cultura, como si ésta sólo fuera legítima si pasara por una caja registradora o un lector de tarjetas de crédito. Que cada uno defienda sus intereses, me parece lógico, pero no vayan más allá, no disfracen con grandes palabras el siempre oculto engranaje que les mueve.