viernes, 11 de septiembre de 2009

La rebelión de los músicos británicos

En la edición de ayer del diario “Publico” en internet y firmado por Daniel del Pino (enviado especial en Londres), aparece un interesantísimo artículo titulado “Músicos contra la industria” en el que se relata como han reaccionado los artistas británicos ante el proyecto de ley que pretende aprobar su gobierno para regular las comunicaciones en la red de redes en su país. El punto más polémico es el que se refiere al intercambio de archivos aunque, por suerte para sus conciudadanos, la reacción de los músicos ingleses ha sido bien distinta a la que manifiesta por estos lares la SGAE y su cohorte de lamerones.

La gran diferencia es que allí a la música se la ve y se la siente como una manifestación cultural más y como tal no se la puede poner ni puertas ni precio (todo el que haya visitado Londres sabe que sus grandes museos como el Británico, la Nacional Gallery o la Tate son gratuitos), y aquí simplemente es un negocio al que exprimir al máximo sin condiciones ni concesiones (ni siquiera en actos benéficos y humanitarios).

Nuestros músicos deberían tomar ejemplo y mirarse en el espejo de sus colegas británicos. En mis visitas a la Pérfida Albión he podido comprobar que la forma en la que la gente valora a sus artistas allí es bien distinta a como los vemos por aquí, y la culpa de que esto sea así la tienen exclusivamente ellos. Mientras los músicos españoles (existen voces que se levantan contra los que gestionan sus derechos de autor, pero la gran mayoría ya sea de forma activa o con el silencio aprueban y consienten su forma de actuar) sean unos perritos falderos a los que les imponen lo que tienen que pensar y un criterio único y sólo se quejen de la mano que les da de comer considerando que es su principal enemigo, no van a conseguir que nadie los respete fundamentalmente por que son ellos mismos los que con su actitud pisotean sistemáticamente su dignidad.

Un movimiento como el que se ha producido en el Reino Unido es inimaginable aquí, asi que tendremos que conformarnos con soñar que vivimos en otro país en el que los músicos puedan mirar directamente a los ojos de los ciudadanos y no sentir el desprecio generalizado que sus representantes a diario se encargan de fomentar (repito que toda generalización es injusta y hay una gran cantidad de ellos que se mueven en la orbita de los británicos pero, como los que piensan en clave mercantilista son más y gritan más alto al final la imagen gremial que proyectan es muy negativa y generalizada contra todos ellos).

A continuación reproduzco el artículo de Daniel del Pino y os pongo el link por si preferís leerlo directamente de la fuente original en el diario "Público". Sólo espero que si alguno de los interesados lo ha leído pueda reflexionar un poco sobre el tema ya que más pronto que tarde aquí también llegará este debate al parlamento, y entonces será cuando muchos se tengan que quitar la careta y mostrar ante la ciudadanía su verdadero rostro.


Músicos contra la industria

Tres asociaciones de artistas y productores protestan contra la intención del Gobierno británico de perseguir el intercambio de archivos, como piden los sellos. Paul McCartney, Elton John y Damon Albarn apoyan las críticas

En pocas ocasiones se podrá escuchar a un músico decir: "Descarguen y compartan gratis mis canciones en Internet". Pero el Reino Unido es un mundo aparte. El Gobierno británico publicó la semana pasada el borrador definitivo de Digital Britain, el proyecto de ley que pretende revolucionar las comunicaciones por Internet en el país. Como sorpresa de última hora incluyó un apartado especial sobre el intercambio de archivos, que amenaza con cortar la conexión a aquellos usuarios que se excedan en descargar y compartir música a través de la Red.

Algunas asociaciones de músicos han alzado la voz por lo que consideran una medida que no soluciona el futuro de la industria. Prefieren que los usuarios puedan intercambiar canciones y que el Gobierno se dedique a ir a por los que hacen dinero con ese intercambio. También urge encontrar una solución que invite al consumidor a comprar música. Como se han hartado de decir estos días, "la solución no es el palo, sino la zanahoria".

Tres son las asociaciones que más ruido están haciendo. La Featured Artists Coalition (FAC), la British Academy of Song Writers and Composers (Basca) y la Music Producers Guild (MPG). Pero en especial la primera, de la que forman parte artistas como Annie Lenox, Robbie Williams o Tom Jones. Nick Mason, batería del grupo Pink Floyd y miembro de la junta directiva de la FAC, cree que "es desproporcionado e injusto que los aficionados corrientes sean incluidos en la misma categoría a la que pertenecen las personas que se enriquecen a gran escala, como por ejemplo The Pirate Bay".

Por aficionados corrientes se refieren a personas que utilizan sin ánimo de lucro programas de intercambio de archivos, como eMule, para descargarse canciones y compartirlas con más usuarios corrientes. El propósito de la nueva ley es acabar con cualquier tipo de intercambio y las descargas y perseguir a aquellos que lo hagan "repetida y desproporcionadamente".

Esa catalogación no dejará de ser un criterio subjetivo. Para empezar, desde la FAC se preguntan qué entiende el Gobierno por usuario que descargue o comparta archivos "repetida y desproporcionadamente". Para complicar más las cosas, la técnica que propone el ministro de Comunicación, Lord Carter, no parece muy depurada. Digital Britain pretende que las empresas que proporcionan servicios de Internet vigilen a sus usuarios y detecten a aquellos que se pasen con las descargas.

Cortar la conexión

Al estilo de la ley que propuso Nicolas Sarkozy en Francia, los usuarios recibirían una notificación de su proveedor de Internet avisándole de que está cometiendo un delito. Para después, y si esto no convence a la persona en cuestión de que debe cambiar sus hábitos, proceder, en palabras de Carter, a "medidas que vayan más lejos". Es decir, cortar la conexión.

La historia toma forma con cifras. Según la última encuesta de este año de la Oficina de Estadística del Gobierno, el 44% de los usuarios de Internet en el Reino Unido descarga música. Por franjas de edad, el 70% de los jóvenes entre 15 y 24 años lo hace. Al igual que el 46% de las personas entre 25 y 44. Lo que el Gobierno parece no ver como una señal es que el 50% de los británicos dice comprar música por Internet.

Paul Brindley, fundador de Music Ally, empresa dedicada al estudio de la escena de la música digital, dijo por teléfono a Público que "cortar Internet a los usuarios que intercambian archivos no es la solución. Es más, me parece preocupante que el Gobierno diga que podría tomar esta medida justo después de anunciar el texto definitivo de Digital Britain en el que, a priori, no había nada acerca de esto".

Persecución efectiva

El borrador del proyecto de ley presentado en junio daba a la Oficina de Comunicaciones (Ofcom) hasta 2012 de plazo para ver qué podían hacer con los denominados piratas. Pero Lord Carter considera que "no se puede esperar más tiempo" y por eso, de ser aprobada la ley, urgirá a la Ofcom a desarrollar la infraestructura técnica necesaria para perseguir las descargas de una manera efectiva.

Brindley aboga por buscar alternativas. "Hay que experimentar con nuevos modelos de negocio. Hay que saber vender nuestros productos a la gente y enseñarles por qué es bueno comprar música. Si conseguimos hacer esto, estaremos consiguiendo que el mercado legal crezca", dijo.

Ese es también el camino a seguir para Matt Walker, director de comunicaciones de la Batalla Global de Bandas, uno de los concursos de músicos más populares de la escena británica. En una conversación con este diario, Walker sostiene que "la industria musical se ha quedado anclada en el pasado y tiene que buscar nuevas vías. El coste de producción de un CD es mínimo, pero el de un MP3 es prácticamente cero. Deben vender la música a un precio razonable y explicar a la gente qué valor añadido consigue comprándola. Por el viejo camino no van a conseguir nada".

Walker tampoco es partidario del corte de Internet. "La gente siempre va a encontrar el modo de bajar música y no es tan fácil localizar a las personas que lo hacen. Va a haber padres que se lleven muchas sorpresas sólo porque sus hijos de 15 o 16 años están descargando música".

El objetivo del Gobierno es reducir las descargas y el intercambio de archivos en un 70%. Uk Music, la organización que en teoría representa a todos los artistas británicos, se mostró a favor del corte en Internet, aunque cree que este objetivo sólo se podría conseguir en un plazo mínimo de dos a tres años.

Buscar alternativas

De seguir adelante Digital Britain, a los proveedores de Internet no les va a quedar más remedio que acostumbrarse a cortar cables. Virgin Media sabía lo que se le venía encima y, un día antes del anuncio de Lord Carter, prometió a Universal cancelar el acceso a los usuarios que descarguen música de esta compañía ilegalmente.

Aún así, el director ejecutivo de Virgin, Neil Berkett, aseguró a la BBC que los consumidores tienen el derecho a tener alternativas. "Se necesitan soluciones comerciales para cambiar el comportamiento de los consumidores. Hay que cambiar el modelo de negocio. Si a los consumidores no les gusta el actual hay que buscar alternativas. Pero nosotros somos partidarios de ofrecer más zanahorias y menos palos".

La paradoja de Digital Britain es evidente. Por una parte, el Gobierno dice que el acceso a Internet es casi un derecho humano más y por eso ofrece soluciones con el propósito de que todos los ciudadanos británicos tengan acceso a la Red. Por otra, amenaza con cortarles la conexión si descargan música o comparten archivos.

En medio de toda la polémica, los Beatles publicaron ayer toda su discografía remasterizada. Pero la compañía que lo ha editado, EMI, es incapaz de ponerse de acuerdo con iTunes para su distribución en Internet. El modelo de mercado puede estar obsoleto, pero el poder de las grandes compañías, principales interesadas en acabar con el intercambio de música, acaba imponiéndose al interés general y al de los aficionados corrientes.

El día en que las bandas se defendieron

La Featured Artists Coalition (FAC) se formó a finales del año pasado para luchar por los derechos de los músicos británicos. La integran más de 140 artistas de todas las épocas y estilos, como por ejemplo Robbie Williams, Iron Maiden, Radiohead o The Klaxons. En su primer manifiesto, este sindicato reclamó con fuerza un mejor trato en el copyright. El manager de The Verve, uno de los grupos asociados, explicó que “no pretendemos atacar a los sellos, pero sí que se reconozca que los intereses de los sellos musicales y los de los artistas no están siempre en sintonía”.

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