Hoy se han cumplido los 36 años de la ejecución (tras varios días de torturas en el Estadio Nacional de Chile) del cantautor y director teatral chileno Víctor Jara a manos de las fuerzas represivas de la dictadura de Augusto Pinochet que se había levantado en armas el 11 de septiembre contra el gobierno de Salvador Allende legítimamente elegido en unas elecciones libres. Quiero ser breve y no entrar en demasiadas disquisiciones entorno a su asesinato y los detalles que de el se conocen (fue arrestado en la universidad y conducido al estadio junto a otras 5000 personas que como el fueron torturadas y ajusticiadas durante los primeros días del golpe), ya que la razón de estas líneas es lo puramente emocional y todo lo que se ha retorcido en mi interior esta mañana al escuchar una de sus canciones.
Dicen que la infancia es la patria del hombre y, aunque no tengo demasiado clara esta afirmación, cuando han puesto a primera hora en la radio el “Duerme, duerme negrito” para recordar a Víctor en el aniversario de su muerte, he viajado de repente a un pasado que tenia absolutamente olvidado y arrinconado en lo profundo de mi memoria, y me he visto a mi mismo a mediados de los 70 (probablemente con la edad que puede tener mi niña rockera) oyendo a mi madre cantar esa canción mientras trataba de dormirnos a mi hermana y a mi.
La verdad es que, aunque mi familia es de izquierdas, no me pega demasiado que escuchasen ese tipo de canciones (ya he contado alguna vez que los singles que circulaban por casa, y que traía a mi padre un amigo piloto, iban más por la onda del pop rock británico de los 60 y artistas patrios que empezaban a despuntar en esa época) y se las atribuyo más a unos tíos que por esas fechas vivían enfrente de nosotros y que estaban más comprometidos con la causa revolucionaria y reivindicativa que mis padres.
Recuerdo que en aquella época la nana en cuestión me creaba cierta angustia ya que a la madre del pobre negrito al que está dedicada la hacían todo tipo de perrerías y putadas y a pesar de todo ella seguía trabajando por que sólo pensaba en su niño y en como poder darle cosas bonitas. Han tenido que pasar más de tres décadas y tener yo a mis dos amores chiquitines para volver a conmoverme con la canción y recuperar esas emociones que se marcan a sangre y fuego en el alma y sin saberlo forjan el carácter de uno… Y me ha dejado tocado durante todo el día…
Hace unos 10 años, no se muy bien por que, me dio por investigar a la generación de cantautores comprometidos con los movimientos sociales en América del sur (Mercedes Sosa, Violeta Parra, el Atahualpa Yupanqui, Silvio y Pablo...), y claro, como no existía internet, tuve que ingeniármelas para conseguir algunas cintas y CD’s (el vinilo había sido por entonces borrado momentáneamente del mapa y resultaba muy difícil encontrarlos) de los que no eran tan conocidos (Rodríguez y Milanes estaban en una segunda edad de oro y no resultó difícil, pero los otros…).
Al final, tras mucho buscar, lo único que pude conseguir de Victor Jara fue un recopilatorio hecho para el mercado germano con las letras en edición bilingüe (en castellano y alemán) y que me costó una pasta enorme, pero que al menos me dejo bastante satisfecho. Aunque en aquel momento podía hacer 25 años que no escuchaba nada del autor, pude reconocer y cantar bastantes de las canciones, lo que me hizo sospechar que realmente en aquellos años del tardo franquismo y transición sonó en mi entorno más de lo que yo mismo era capaz de recordar, aunque ni de lejos llegó a provocarme sensaciones y emociones que se aproximen mínimamente a lo de esta mañana.
Es muy probable que mañana pregunte a mi madre acerca de como entró Victor Jara en nuestra vida, y también es casi seguro que en las próximas semanas a mis niñas las tocará sufrir en silencio alguna de las composiciones que nos dejó el artista chileno por excelencia (con el permiso de los demás pioneros de la música en el cono sur). Luego poco a poco se me irá pasando, pero al menos esta vez ya se como poder encontrar el camino directo a mi patria…
Dicen que la infancia es la patria del hombre y, aunque no tengo demasiado clara esta afirmación, cuando han puesto a primera hora en la radio el “Duerme, duerme negrito” para recordar a Víctor en el aniversario de su muerte, he viajado de repente a un pasado que tenia absolutamente olvidado y arrinconado en lo profundo de mi memoria, y me he visto a mi mismo a mediados de los 70 (probablemente con la edad que puede tener mi niña rockera) oyendo a mi madre cantar esa canción mientras trataba de dormirnos a mi hermana y a mi.
La verdad es que, aunque mi familia es de izquierdas, no me pega demasiado que escuchasen ese tipo de canciones (ya he contado alguna vez que los singles que circulaban por casa, y que traía a mi padre un amigo piloto, iban más por la onda del pop rock británico de los 60 y artistas patrios que empezaban a despuntar en esa época) y se las atribuyo más a unos tíos que por esas fechas vivían enfrente de nosotros y que estaban más comprometidos con la causa revolucionaria y reivindicativa que mis padres.
Recuerdo que en aquella época la nana en cuestión me creaba cierta angustia ya que a la madre del pobre negrito al que está dedicada la hacían todo tipo de perrerías y putadas y a pesar de todo ella seguía trabajando por que sólo pensaba en su niño y en como poder darle cosas bonitas. Han tenido que pasar más de tres décadas y tener yo a mis dos amores chiquitines para volver a conmoverme con la canción y recuperar esas emociones que se marcan a sangre y fuego en el alma y sin saberlo forjan el carácter de uno… Y me ha dejado tocado durante todo el día…
Hace unos 10 años, no se muy bien por que, me dio por investigar a la generación de cantautores comprometidos con los movimientos sociales en América del sur (Mercedes Sosa, Violeta Parra, el Atahualpa Yupanqui, Silvio y Pablo...), y claro, como no existía internet, tuve que ingeniármelas para conseguir algunas cintas y CD’s (el vinilo había sido por entonces borrado momentáneamente del mapa y resultaba muy difícil encontrarlos) de los que no eran tan conocidos (Rodríguez y Milanes estaban en una segunda edad de oro y no resultó difícil, pero los otros…).
Al final, tras mucho buscar, lo único que pude conseguir de Victor Jara fue un recopilatorio hecho para el mercado germano con las letras en edición bilingüe (en castellano y alemán) y que me costó una pasta enorme, pero que al menos me dejo bastante satisfecho. Aunque en aquel momento podía hacer 25 años que no escuchaba nada del autor, pude reconocer y cantar bastantes de las canciones, lo que me hizo sospechar que realmente en aquellos años del tardo franquismo y transición sonó en mi entorno más de lo que yo mismo era capaz de recordar, aunque ni de lejos llegó a provocarme sensaciones y emociones que se aproximen mínimamente a lo de esta mañana.
Es muy probable que mañana pregunte a mi madre acerca de como entró Victor Jara en nuestra vida, y también es casi seguro que en las próximas semanas a mis niñas las tocará sufrir en silencio alguna de las composiciones que nos dejó el artista chileno por excelencia (con el permiso de los demás pioneros de la música en el cono sur). Luego poco a poco se me irá pasando, pero al menos esta vez ya se como poder encontrar el camino directo a mi patria…
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