(Foto www.elliottmurphy.com)
Una de mis expresiones favoritas cuando se habla de alguien no muy conocido, pero con una calidad y carrera fuera de toda dudas, es la que dice algo así como “el secreto mejor guardado”... Pues eso, que creo Elliott Murphy es uno de los secretos mejor guardados del rock y, aunque sea un poco egoísta por mi parte, espero que dure muchos años ya que eso nos permitirá seguir disfrutando de él de vez en cuando en conciertos pequeños siempre con la garantía de ser testigos de una delicatessen sonora.
Por mucho que escriba difícilmente podré explicar de quien estamos hablando mejor que como lo hace una hoja promocional que “Xana Records” sacó cuando editó un recopilatorio de su etapa entre 1995 y 2005. Dice así:“Elliott Murphy es rock americano en estado puro. Sus canciones y su voz combinan la honestidad de Bruce Springsteen, la ironía de Bob Dylan, los susurros de Lou Reed, el espíritu rockero de los Rolling Stones, la elegancia de Tom Petty, la sensualidad de Leonard Cohen...”. Todo esto es cierto, pero además tiene la ventaja de que, al no ser muy conocido y vivir en Paris lejos de los focos, mantiene casi intacta la filosofía del rock y no deja de grabar, actuar y publicar sin atenerse a ninguna de las exigencias del mercado.
Mi primer encuentro con el fue a principios de los noventa y, como suelen ocurrir estas cosas, por casualidad. En la biblioteca pública apareció un libro de Alberto Manzano con el sugerente título de “Poetas malditos del rock”, y sin dudarlo mucho me lo llevé a casa. De los cuatro personajes de los que hablaba conocía a John Cale, me sonaba Kevin Ayers y nunca había oído el nombre ni de Lewis Furey ni de Elliott Murphy. Tras leerlo él fue el que más me llamó la atención de todos ellos, pero aunque busque no encontré nada en las tiendas de la ciudad...
Nada hasta que llegué, sin demasiadas esperanzas, a “Charly blues” la única de segunda mano que había y, de momento, sigue habiendo por estos lares. Allí encontré lo que andaba buscando en forma de disco pirata (portada hecha con rotulador, las galletas del vinilo en blanco, ninguna explicación a parte de que estaba grabado en directo en Paris...) titulado “Last of the rock stars”, y con un sonido lo suficientemente bueno para llevármelo a casa. Ni que decir tiene que desde ese día empezó a ser mi secreto mejor guardado al que recurría cuando quería impresionar a mi interlocutor o marcarme un tanto a favor, ya que, si no le conocían, caían seducidos de inmediato a sus encantos.
A lo largo de mis viajes a Madrid fui consiguiendo alguno de sus discos y algo de información sobre él ya que, aunque ahora parezca increíble, hubo una época no muy lejana en la que no existía internet y cuando querías saber o escuchar algo a veces tenias esperar meses hasta que se diese la ocasión propicia de lograr tu objetivo. Así fui descubriendo que Springsteen le invita siempre a tocar con el cuando actúa en Paris, que dejo Nueva York y se instaló en la capital francesa en los ochenta huyendo de si mismo, la ciudad y las multinacionales de la música, que tras la publicación de “Aquashow” en 1973 fue aclamado como el nuevo Dylan, que la crítica lo considera uno de los más apasionados, cultos e inteligentes compositores del rock, que entre sus admiradores están estrellas como Peter Buck de R.E.M., Lou Reed, Tom Petty, John Mellencamp y Elvis Costello, que...
Por mucho que escriba difícilmente podré explicar de quien estamos hablando mejor que como lo hace una hoja promocional que “Xana Records” sacó cuando editó un recopilatorio de su etapa entre 1995 y 2005. Dice así:“Elliott Murphy es rock americano en estado puro. Sus canciones y su voz combinan la honestidad de Bruce Springsteen, la ironía de Bob Dylan, los susurros de Lou Reed, el espíritu rockero de los Rolling Stones, la elegancia de Tom Petty, la sensualidad de Leonard Cohen...”. Todo esto es cierto, pero además tiene la ventaja de que, al no ser muy conocido y vivir en Paris lejos de los focos, mantiene casi intacta la filosofía del rock y no deja de grabar, actuar y publicar sin atenerse a ninguna de las exigencias del mercado.
Mi primer encuentro con el fue a principios de los noventa y, como suelen ocurrir estas cosas, por casualidad. En la biblioteca pública apareció un libro de Alberto Manzano con el sugerente título de “Poetas malditos del rock”, y sin dudarlo mucho me lo llevé a casa. De los cuatro personajes de los que hablaba conocía a John Cale, me sonaba Kevin Ayers y nunca había oído el nombre ni de Lewis Furey ni de Elliott Murphy. Tras leerlo él fue el que más me llamó la atención de todos ellos, pero aunque busque no encontré nada en las tiendas de la ciudad...
Nada hasta que llegué, sin demasiadas esperanzas, a “Charly blues” la única de segunda mano que había y, de momento, sigue habiendo por estos lares. Allí encontré lo que andaba buscando en forma de disco pirata (portada hecha con rotulador, las galletas del vinilo en blanco, ninguna explicación a parte de que estaba grabado en directo en Paris...) titulado “Last of the rock stars”, y con un sonido lo suficientemente bueno para llevármelo a casa. Ni que decir tiene que desde ese día empezó a ser mi secreto mejor guardado al que recurría cuando quería impresionar a mi interlocutor o marcarme un tanto a favor, ya que, si no le conocían, caían seducidos de inmediato a sus encantos.
A lo largo de mis viajes a Madrid fui consiguiendo alguno de sus discos y algo de información sobre él ya que, aunque ahora parezca increíble, hubo una época no muy lejana en la que no existía internet y cuando querías saber o escuchar algo a veces tenias esperar meses hasta que se diese la ocasión propicia de lograr tu objetivo. Así fui descubriendo que Springsteen le invita siempre a tocar con el cuando actúa en Paris, que dejo Nueva York y se instaló en la capital francesa en los ochenta huyendo de si mismo, la ciudad y las multinacionales de la música, que tras la publicación de “Aquashow” en 1973 fue aclamado como el nuevo Dylan, que la crítica lo considera uno de los más apasionados, cultos e inteligentes compositores del rock, que entre sus admiradores están estrellas como Peter Buck de R.E.M., Lou Reed, Tom Petty, John Mellencamp y Elvis Costello, que...
Por a principios de siglo acompañado de Olivier Durand pude verle en el "Café España" de mi ciudad cuando presentaba, creo, “Rainy season”. Aquella primera vez no fue lo que yo esperaba, ya que no es lo mismo un concierto con banda que uno acústico, pero después de mi sorpresa y chasco inicial Elliott se encargo de demostrarme, una vez más, que nada es lo que parece, y que la magia aparece cuando tiene que hacerlo sin importar cuanta gente se encuentra sobre un escenario. En cualquier caso he podido quitarme la espinita y verle con su banda en un par de ocasiones, aunque paradojas de la vida, ahora me gustaría volver a verlo como en aquella primera ocasión. Se que tendré mi oportunidad, ya que raro es el año que no se deja caer por nuestro país y de vez en cuando lo hace en ese formato, por lo que sé tarde o temprano volverá a suceder. Ahora ya conoces mi secreto. Sólo espero que sepas guardarlo...
2 comentarios:
Inolvidable su concierto en Porta Caeli hará un par de años.
Cada concierto de Elliott, ya sea con su banda o solo con Olivier, es como bien has dicho "delicatessen para los oídos". Yo he tenido la suerte de verlo en muchas ocasiones e incluso de publicar un artículo sobre un recital reciente.
Ya mismo lo tenemos en España tras su gira americana.
Vamos a disfrutar !!
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